El cambio horario es ese lío que se forma las
madrugadas de los últimos domingos de marzo y octubre y del que nos acordamos
porque nos lo dicen en los telediarios y en la prensa. En muchos hogares se
produce una pequeña discusión sobre si hay que adelantar o atrasar los relojes,
si dormiremos una hora más o menos, si al día siguiente anochecerá a tal o cual
hora, si el domingo llegaremos tarde al trabajo o a alguna cita, o, por el
contrario, llegaremos una hora antes. Casi todos pasamos un par de días un
tanto desorientados y con alteraciones de sueño, preguntándonos si ese supuesto
ahorro energético que nos ponen como excusa es realmente tal ahorro o solo eso,
una excusa.
La idea no es nueva ni universal. Ya en la
antigüedad (cuando no se medía el tiempo de una forma muy precisa) la longitud
de las horas cambiaba para aprovechar más el día.
Pero tenemos que esperar al año 1784 para que
Benjamin Franklin, siendo embajador en Francia, escribiera a un periódico
parisino haciendo propuestas para el ahorro energético. Franklin se había dado
cuenta de que los franceses, al levantarse más temprano, ahorraban en velas.
Pero las ideas de Franklin no tuvieron mucho calado, pues proponía que se
pusiera un impuesto a las contraventanas y que todas las iglesias tañeran sus campanas a la vez
para que la gente se levantara al mismo tiempo.
En 1907 William Willett siguió la idea de ahorro
energético que había sugerido Franklin, pero con propuestas más prácticas y
sencillas.
En el transcurso de la Primera Guerra Mundial los
gobiernos se decidieron a tomar en serio todas estas ideas. Había que ahorrar
combustible y estaban dispuestos a hacer lo necesario. El 5 de junio de 1916 la Asamblea francesa acordó
el adelanto de una hora, convirtiéndose Francia en el primer país que adoptaba
este cambio horario. A ellos se unieron
otros países en los años siguientes, incorporándose Estados Unidos en 1918. Sin
embargo, estos cambios dejaron de aplicarse antes de la Segunda Guerra Mundial.
Tuvo que llegar la crisis del petróleo para que, en
1974, se volviera a adoptar el cambio
horario como medida de ahorro en la mayoría de los países industrializados. Europa se puso
de acuerdo, excepto Suiza, que no aceptó la medida hasta 1981.
La directiva Europea 2000/84 unificó el día en el
que se producía el cambio horario: el último domingo de marzo (se adelanta una
hora) y el último de octubre (se atrasa una hora).
Los horarios de invierno y verano se siguen en más
de 70 países en todo el mundo, pero sigue sin aplicarse en muchos otros como,
por ejemplo, Japón.
7 comentarios:
A mí me da la sensación de que el cambio horario no le parece bien a nadie, que nadie termina de ver las ventajas y que lo que se gana por un lado se pierde por otro... La verdad es que yo no termino de enterarme :-(
Ay, es verdad, hoy es el día de cambio de hora...
Yo digo lo que Ángeles, que no me entero. El Sr. ministro lo debe de tener clarísimo, pero yo...
Opino como vosotras, Ángeles y Sara. No sé si ellos lo tienen muy claro tampoco porque tuvieron que encargar un estudio. La conclusión fue que se ahorra un 5% de energía. Lo que no sé es quién se lo ahorra porque en mi casa tengo que encender las luces una hora antes. La verdad es que es un transtorno para muchas cosas y un par de días despistados con alteraciones en el sueño y de horarios.
Sin embargo, ocurre que Suiza se negó a hacer el cambio horario y tuvo que claudicar por los problemas en la sincronización de los medios de transporte y comunicaciones con el resto de Europa. Así que solos... no nos podemos quedar.
Aunque este cambio tiene carácter indefinido, se revisa cada cuatro o cinco años, así que con un poco de suerte... ;-)
Interesante MJ, gracias por compartirlo. Desconocía de dónde procedía pero los supuestos beneficios no los he acabado de ver.
Besos
Gracias por pasarte por aquí a leer el artículo y por comentarlo. Este tema está ahora muy de moda con esa petición para quitar el cambio horario.
Un saludo, Conxita.
Buenisimo recordatorio del cambio de hora! Estaba enterada de algo pero no tan detallado. Gracias
Gracias a ti por leerlo, Pilar. Saludos.
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