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viernes, 30 de junio de 2017

Percy Fawcett y Z, la ciudad perdida III.





CONTIENE SPOILERS
Aquella será su última expedición. Iba mejor equipado que nunca y con la financiación de varios periódicos y sociedades, entre ella la Royal Geographical Society y los Rockefeller. Antes de marchar, pide que nadie intente rescatarlos en caso de desaparición y decide mantener su ruta, su posición y su campamento en el más estricto secreto.
Tras 35 días, los dos guías que lo acompañaban regresan a la capital de Mato Grosso con un mensaje de Fawcett. El 29 de mayo escribe a su esposa Nina: “Espero contactar con la vieja civilización en un mes. No debes temer que fracase”.
Después de aquello el silencio más absoluto. Percy Fawcett de 58 años, su hijo Jack de 22 y su amigo Raleigh de 23 desaparecen en el norte de Mato Grosso, en una selva frondosa e inexplorada, a la que las propias autoridades brasileñas no se atreven a entrar para afianzarla como territorio nacional hasta el año 1943.
Haciendo caso omiso a su petición de que nadie acudiera en su búsqueda, en las décadas posteriores se organizan más de 13 expediciones de rescate donde desaparecen o mueren casi un centenar de personas. Son tantas las misiones de salvamento que el New York Time ha calculado que han superado a las que se han realizado en época histórica para hallar El Dorado.
Quienes regresaban del infierno verde traían solo rumores muy difíciles de verificar. Hubo toda clase de versiones, así algunos aseguraban que encontraron a Fawcett viviendo como un ermitaño cerca de las fuentes del río Paraguay pero que se había vuelto completamente loco; otros decían que el coronel y sus compañeros habían rehecho su vida en una de las tribus; y los más optimistas sostenían que Fawcett había encontrado, por fin,  la ciudad perdida de Z.
http://paseandohistoria.blogspot.com.es/2015/11/la-brujula.htmlYa la expedición de 1927, dirigida por Dyott, afirmaba que había encontrado pruebas de la muerte de Fawcett, pero que tuvieron que regresar porque los indios se habían organizado como un ejército frente a lo que creían que era una invasión. Al año siguiente otros exploradores encuentran un anillo y una brújula a orillas del Xingú que podrían haber pertenecido a Fawcett, pero Nina no termina de reconocer la joya como propiedad de su marido.
De hecho, la película termina cuando Nina recibe la famosa brújula, aquella misma que unas escenas antes, Fawcett le había prometido hacerle llegar como señal de que había descubierto Z. Así pues, los más optimistas podrían considerar que la película tiene final feliz y que Fawcett alcanza su sueño, encuentra aquella ciudad perdida y la civilización primigenia que la habitaba; pero un espectador realista se da cuenta, por el tono triste y dubitativo con el que se trata este hallazgo, que Fawcett ha vuelto a fracasar y, probablemente, ha muerto en mitad de aquel infierno verde.
http://www.elcorreo.com/vizcaya/20130719/mas-actualidad/sociedad/busca-ciudad-perdida-201307181853.html
Periódico de la época dando la noticia.


https://www.casadellibro.com/libro-a-traves-de-la-selva-amazonica/9788498720624/1193713
Una de las ediciones actuales de
 "A través de la selva amazónica".
Posteriormente se encontraron restos del campamento, objetos y cuadernos de bitácora de Fawcett. Años más tarde, su hijo Brian, recopilaría todos los ensayos, cartas y documentación de Percy desde aquella primera expedición americana de 1906 hasta la última en 1925 en su libro A través de la selva amazónica que aún hoy se sigue reeditando.
Lo cierto es que los últimos que vieron con vida a nuestros aventureros fueron los indios kalapalos que declararon que estaban muy enfermos. De hecho, en esta tribu hay una tradición oral que se cuenta desde hace generaciones sobre los exploradores (Fawcett y sus compañeros) que se adentraron en la selva amazónica desoyendo sus advertencias de que serían asesinados por los “indios feroces”.
Pero nada se sabe con certeza del destino que corrieron. Puede que murieran consumidos por las fiebres, atacados por animales salvajes o en manos de los indígenas. Las tribus de la zona contaron versiones contradictorias y se acusaron unos a otros de haber matado a Fawcett y su equipo. La versión más verosímil es la que indica que el explorador británico robó canoas y víveres para poder continuar su viaje hacia los territorios ignotos y que en uno de los campamentos indígenas Fawcett regañó y pegó a unos niños por jugar con una de sus armas, cosa imperdonable para los nativos, que respondieron golpeando al británico con una piedra en la cabeza, provocándole la muerte. Así se lo confesó el jefe de los Kalapalos al investigador Orlando Villas-Boas. Según su relato, Jack y Raleigh, que fueron testigos del hecho, perecieron lapidados para que no pudieran revelar la historia y sus cuerpos fueron arrojados a un río. Sin embargo, Fawcett, al ser considerado un anciano, debía ser enterrado con respeto. En 1951 entregaron a Villas-Boas los supuestos huesos del británico. El brasileño envió los restos a Inglaterra para que fueran analizados. Los resultados indicaron que no pertenecían a Fawcett y fueron devueltos a Villas-Boas que, según su propio testimonio, los tuvo debajo de su cama. Con el paso del tiempo y el avance de la tecnología, se propuso a los familiares del explorador hacer las pruebas de ADN a los huesos encontrados, pero la familia de Fawcett se negó a aportar muestras. Parece que en la actualidad, los supuestos restos se encuentran en Sao Paulo.
En 1996 aún hubo otra expedición para aclarar lo ocurrido con Fawcett, pero los exploradores se encontraron, en fechas tan recientes, con los mismos obstáculos que el británico en 1925 y finalmente fueron secuestrados por una tribu a la que se le pagó un rescate para que los dejaran marchar con vida.
En 1998 Benedict Allen volvió a hablar con los Kalapalo que negaron haber matado a Fawcett y aseguraron que los huesos encontrados por Villas-Boas no pertenecían al explorador.
Así llegamos a la actualidad, cuando el libro de David Grann (que se entrevistó tanto con la tribu Kalapalo, como con los familiares de Fawcett para documentarse) se convierte en guión para la exitosa película Z, la ciudad perdida, recuperando la historia del coronel Fawcett, el último de los grandes exploradores.
En un mundo donde todo parece ya descubierto, aún quedan misterios por revelar, tierras por escrutar. En los últimos años se ha encontrado una red de calzadas que, presumiblemente, comunicaban grandes ciudades en el interior de la selva; se han hallado restos de altares de piedra, lugares de culto y pinturas rupestres en Mato Grosso (tal y como predijo Fawcett hace un siglo) y otros indicios de civilizaciones muy antiguas en Guatemala, Brasil y Bolivia.
Los más modernos satélites que rastrean el planeta nos envían fotografías de zonas frondosas con extrañas estructuras que parecen artificiales, quizás pirámides perdidas en mitad de la selva. Aunque parezca mentira, todavía los exploradores no han llegado hasta allí. Continúa habiendo en el Amazonas territorios que no han sido pisados por el hombre y que esperan a alguien tan tenaz y soñador como el coronel Percy Fawcett.

http://www.elcorreo.com/vizcaya/20130719/mas-actualidad/sociedad/busca-ciudad-perdida-201307181853.html
Entrada a Z, la ciudad perdida, imaginada por Brian Fawcett.

viernes, 23 de junio de 2017

Percy Fawcett y Z, la ciudad perdida II


El interés de Fawcett por la arqueología y los misterios nace mucho antes de la formulación de su teoría sobre la ciudad perdida de Z. Ya a finales del siglo XIX había sido destinado por el ejército a Ceilán y allí había descubierto templos en mitad de la selva y rocas con inscripciones indescifrables que más tarde relacionaría con otras encontradas en Brasil, conectando ambos lugares como parte de una civilización madre que se había perdido tras un cataclismo y cuyos supervivientes habían colonizado Mato Grosso, permaneciendo allí hasta nuestros días.

https://laslecturasdeguillermo.files.wordpress.com/2013/08/la-estatulla-de-rider-haggard-dibujada-por-brian-fawcett.jpg
La estatulla que le regaló
Haggard dibujada por
Brian Fawcett
A sostener estas teorías ayudó el regalo que su buen amigo H.R. Haggard le hizo: una misteriosa estatuilla de basalto de 25 cm con la imagen de una mujer con un tocado, aparentemente egipcio, y unas extrañas inscripciones que Haggard había intentado descifrar sin éxito. La estatuilla provenía, según afirmaba el escritor, del Mato Grosso, pero chocaba con la opinión aceptada mayoritariamente de que los indígenas de la zona no conocían ningún tipo de escritura. Fawcett pidió ayuda a los expertos del Museo Británico, que tras estudiar las inscripciones, le confesaron que no sabían interpretarlas y que debían estar ante un gran hallazgo o un monumental fraude. Fawcett, cada vez más fascinado por la estatuilla, llegó a escribir en su diario que tenía una energía especial, una especie de corriente tan fuerte que quienes la sostenían en sus manos durante mucho tiempo se veían obligados a soltarla.

Fawcett era un hombre muy espiritual y se movía en los círculos esotéricos de la época, conocía la teosofía y las afirmaciones de Helena Petrovna Blavatsky, famosa médium del momento, que aunque había sido acusada de fraude, tenía una legión de seguidores. Helena había escrito libros sobre civilizaciones remotas de gran tecnología como la Atlántida, y había teorizado sobre Shambala en Asia, un lugar que se sitúa como fuente de la sabiduría y mito que también conocía Fawcett de su estancia en Ceilán y su relación con los budistas. Todo esto tampoco le era ajeno a su hermano mayor, Edward Douglas Fawcett, que además de alpinista, piloto y popular escritor, fue también ocultista.

Algunos historiadores aseguran que Fawcett perseguía El Dorado y otros que era la Atlántida lo que buscaba. Pero lo que estaba claro es que tenía el pleno convencimiento de hallarse muy cerca de su ciudad perdida. Sabía el peligro que corría adentrándose en aquellas tierras, allí no solo encontraría nativos explotados por las empresas exportadoras de caucho, sino también clanes caníbales y  tribus que nunca habían tenido contacto con el hombre blanco y estaban dispuestas a matar a todo intruso que osara pisar su territorio. Nuestro militar sabía que tenía que lograr la amistad de las tribus indígenas para localizar Z, ya que se basaba en muchas de sus leyendas para creer en su existencia, y necesitaba de su ayuda, guía y víveres para lograr encontrarla.

En sus numerosos viajes por el Amazonas, que bautiza como “el infierno verde”, Fawcett descubre especies animales desconocidas convirtiéndose en un pionero de la criptozoología. Pero la comunidad científica se burla de él y cree que todo son meras invenciones. Así, a su regreso a Inglaterra describe como abate a tiros a una serpiente de 19 metros que cruza por debajo de su canoa y, ante la incredulidad de los oyentes, afirma que los indios ya le habían hablado de ellas y que la Comisión de Fronteras Brasileñas le contó cómo había aparecido una muerta de 24 metros en el río Paraguay. Actualmente se sabe que estas serpientes descritas por Fawcett son las anacondas. También habla en sus diarios de lo que él llama mitla, un canino salvaje con cuerpo de felino capaz de trepar a los árboles (podría tratarse del perro de monte), del pez eléctrico y del sabueso de dos narices (en el año 2005 se descubrió al perro de dos narices en Perú).

https://es.wikipedia.org/wiki/Percy_Fawcett#/media/File:Manuscrito_512_01.jpg
Primera página del Manuscrito 512.
Alimentado por las leyendas que había oído, por todo lo vivido en Asia y por el descubrimiento en 1911 de la ciudad inca de Machu Picchu en los Andes peruanos, Fawcett formula su teoría sobre la ciudad perdida de Z en 1912. Al describirla no solo habla de sus riquezas en oro y plata, sino también de una remota civilización, mucho más antigua que la egipcia, una cultura capaz de fundir metales y construir pirámides, que posee escritura alfabética y una alta tecnología que les permite tener una fuente de luz en los edificios. En 1920 encuentra el llamado Manuscrito 512 (en la película es Nina quien lo halla) en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro perteneciente a un explorador portugués que en 1753 afirmaba haber descubierto una gran ciudad en medio de la selva del Mato Grosso, con grandes riquezas, edificios de muchas plantas con letras grabadas con aspecto alfabético que le recordaba a la antigua Grecia. Fawcett se entusiasmó con lo que consideraba una prueba de la existencia de Z y con el testimonio del coronel O’Sullivan Beare que atestiguaba haber visto una ciudad parecida a la del manuscrito. Así que decide partir al año siguiente hacia Mato Grosso en busca de la ciudad perdida, pero después de un tiempo se ve obligado a regresar.
Fawcett acumula una serie de fracasos que hubieran desmoralizado a cualquiera, pero nuestro explorador no está dispuesto a renunciar a su sueño y continúa preparando concienzudamente nuevas expediciones.
Finalmente en el año 1925, debidamente pertrechado y con la estatuilla de basalto que le regalara Haggard en las alforjas, sin más compañía que la de su hijo Jack, su amigo Raleigh Rimell y dos guías locales, Fawcett se adentra una vez más en el infierno verde con el convencimiento de que encontrará la ciudad perdida de Z. 

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miércoles, 14 de junio de 2017

Percy Fawcett y Z, la ciudad perdida I


Z, la ciudad perdida está basada en el libro de David Grann donde se narra la vida de Percy Fawcett. El coronel Fawcett fue un hombre que persiguió un sueño hasta las últimas consecuencias y que no se rindió ante nada. Era tenaz, valiente, apasionado, terco y estaba totalmente convencido de que la perseverancia le llevaría al éxito.

https://www.casadellibro.com/libro-la-ciudad-perdida-de-z/9788499088105/1836936A quienes no conozcan a Fawcett y tengan intenciones de ver esta película o leer el libro, les sugeriría que no se documentaran antes por internet, porque todos los artículos comienzan contando el desenlace de la aventura en la que se convirtió su vida. En Z, la ciudad perdida encontraremos una visión bastante aproximada sobre la vida de este militar, sus sueños, sus sacrificios, sus renuncias, su vida profesional y personal. Después de leer el libro o ver la película, ya sería el momento adecuado para indagar más sobre la persona real, sobre aquel militar, cartógrafo y explorador formado en la época victoriana que participó en el fin de la era de los grandes descubrimientos, que buscó el conocimiento, que persiguió un sueño, que deseó alcanzar la gloria.

La historia comienza en 1906 con una caza en la que Fawcett, un valiente militar británico con amplia experiencia, logra la mejor pieza. La tradición obliga a que sea el cazador el que presente al dueño de la finca la presa y sea invitado a cenar en la mesa de honor. Fawcett ve la oportunidad de conseguir entablar relaciones que le lleven al sueño que persigue: conseguir una medalla. El coronel, pese a sus éxitos, no ha logrado nunca tal distinción. Este deseo no es un simple capricho ya que el padre de Fawcett, alcohólico y fracasado, había enlodado el buen nombre de la familia y este desprestigio persigue a nuestro protagonista y a sus descendientes de tal manera que el tener unos “antepasados poco adecuados” le excluye de la mesa de honor.

Días después, Fawcett acude al requerimiento de la Royal Geographical Society que le encarga cartografiar la frontera entre Brasil y Bolivia. Los geógrafos le advierten que será un viaje de varios años, que se adentrará en lugares inexplorados y vivirá muchos peligros. A cambio le prometen que si consigue el éxito, le otorgarán la ansiada condecoración y el reconocimiento que limpiara su apellido. Percy Fawcett acepta la misión y se despide con pesar de su mujer, Nina (que le confiesa que está embarazada) y de su pequeño hijo Jack.

Con la inestimable ayuda de Henry Costin, Fawcett lleva a cabo su cometido. Al principio de su viaje se topan con caciques, escenarios de ópera en mitad de la selva y enfrentamientos. Después se internan en la tierra ignota, en lugares donde nadie ha logrado salir con vida, cruzan ríos plagados de peligros, pierden víveres y huyen de indígenas belicosos. Fawcett y Costin logran cartografiar la zona, pero se topan con algo más. En las regiones inexploradas, Fawcett encuentra vestigios de antiguas civilizaciones, cerámicas, piedras talladas y la idea de una ciudad perdida se va formando en su cabeza. Está convencido de que existió una gran civilización adelantada a su tiempo, una urbe grande pavimentada en oro y perfectamente organizada que esconde sus misterios entre la espesa vegetación. La bautiza como la ciudad perdida de Z y decide dedicar su vida a buscarla.

De regreso a Inglaterra, 18 meses después, todos celebran el éxito de la misión de la Royal Geographical Society, pero cuando Fawcett expone sus hallazgos, explica sus ideas sobre Z y su intención de volver al Amazonas a buscarla, cae en el descrédito y la burla de la comunidad científica. Esto no desanima al militar que deja de nuevo a su mujer (que vuelve a estar embarazada) y se marcha en busca de Z, la ciudad perdida. Hará siete viajes y siempre se negará a que Nina le acompañe, pues considera que la selva no es sitio para una mujer. Serán veinte años empeñados en encontrar la cuna de la civilización. En una de las ocasiones, su viaje se verá interrumpido por el estallido de la Primera Guerra Mundial y Fawcett tiene que regresar para servir en el frente. Allí asistimos al sin sentido de la guerra, a las trincheras y los confusos uniformes llenos de barro. Pero es aquí donde Fawcett conoce a una adivina que puede ver el sueño que persigue y le anuncia que está llamado a hacer grandes cosas y descubrimos que nuestro protagonista cree en la videncia.

Una herida de guerra le dejará ciego durante un tiempo y los médicos le asegurarán que, aunque recuperará la vista, no podrá volver a sus aventuras en América. Un ascenso insuficiente y su insistencia en regresar a la selva, harán que su hijo Jack, convertido en un muchacho, le eche en cara haber descuidado a su familia durante todos esos años y haber crecido sin padre. Pero la enfermedad de Fawcett hace que su hijo comience a comprenderle y a compartir su sueño. Es tal el convencimiento inquebrantable de Percy y el apoyo incondicional de su mujer (en la película afirman que es ella la que encuentra el antiguo manuscrito con la pista definitiva de Z) que Jack decide acompañar a su padre en el próximo viaje y se preparan concienzudamente para ello. Antes de partir, Fawcett le muestra a Nina su brújula y le promete que cuando encuentre Z se la enviará para hacérselo saber.

http://www.sensacine.com/peliculas/pelicula-223754/fotos/detalle/?cmediafile=21397377


Esta cinta de aventuras al estilo clásico la firma el director James Gray. Durante su largo metraje no solo nos encontramos con la historia de viajes al Amazonas y búsquedas arqueológicas que cabría esperar del argumento, sino también con la descripción psicológica del protagonista y su complicada relación con unos hijos a los que apenas conoce. La película puede resultar muy lenta para el gusto actual donde todo está plagado de rápidas escenas de acción, pero al mismo tiempo adelanta acontecimientos, porque hasta los espectadores que desconocen la historia de Fawcett, intuyen el desenlace con bastante antelación. La cinta está filmada con dedicación, perfectamente planificada, posee una espléndida fotografía y buenas interpretaciones. No solo te acerca al personaje histórico, sino que trata también del valor de la amistad y de la necesidad de ser fiel a uno mismo. Personalmente, me hizo reflexionar sobre la dura tarea de los cartógrafos que, en tiempos pasados, tenían que poner en peligro sus propias vidas para lograr darle forma a un mapa, trazar el curso de un río, dibujar unas montañas en su sitio exacto, y conseguir que todo aquel espacio en blanco, aquella tierra ignota, se convirtiera en un lugar perfectamente definido y delimitado. También hay lugar para la guerra en la película. El horror se nos muestra entre intentos fracasados de comunicarse, avisarse y animarse a gritos confusos bajo el ruido ensordecedor de las bombas; la obligación de seguir avanzando, arma en mano, entre un barullo de hombres con los uniformes embarrados a los que apenas se les distingue el color, sin saber a ciencia cierta si el desconocido que camina a tu lado es un camarada o un enemigo. A pesar de los pocos minutos dedicados a la Gran Guerra, esas imágenes te dicen más que horas de películas bélicas. Hay un público que considera Z, la ciudad perdida una gran obra, pero lo cierto es que en el cine se veían demasiados espectadores consultando sus redes sociales con la luz de la pantalla del móvil reflejada en su rostro y no hubo un solo aplauso al final del film.


https://www.casadellibro.com/libro-el-mundo-perdido/9788466715614/828615Parece ser que Z es una suerte de El Dorado que Fawcett tenía en su imaginación, un mito perseguido desde el descubrimiento de América por conquistadores como Francisco de Orellana, Hernán Cortés o Francisco de Pizarro. En sus viajes vive peligrosas aventuras que narra en sus cartas a Arthur Conan-Doyle inspirándolo para escribir El mundo perdido (1912). Una gran amistad le une al también escritor H.R. Haggard quien, posiblemente, lo tomó como referente para crear al protagonista de su novela Las minas del rey Salomon (1885), Allan Quatermain, prototipo de arqueólogo aventurero que Spielberg y Lucas utilizarían más tarde para crear a su célebre personaje Indiana Jones. 

Lee Percy Fawcett y Z, la ciudad perdida II.