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miércoles, 25 de junio de 2014

Más casualidades.


Lo mío con las ciudades es un asunto de peso. Ya he hablado aquí de las casualidades que acontecieron tras mi regreso de Florencia y de los sueños que se cumplen de una forma extraña. Ahora me toca hablar de las casualidades que me señalan el próximo destino. Como siempre, aparece la misma pregunta que todos nos hemos hecho en alguna ocasión: ¿son realmente casualidades?

La cosa empezó hace un par de años. Por todas partes me encontraba referencias a esta ciudad, libros sin aparente relación que la mencionaban, pendientes en forma de su famosa torre, vinilos decorativos… Bueno, podemos pensar que estaba especialmente de moda por algún motivo, como ahora encontramos camisetas, pijamas, pines, gorras, llaveros… de Brasil, por lo del Mundial.

Pero como yo pensaba que era una moda pasajera y no prestaba mayor atención, las casualidades llamaron a dos de mis amigas y recibí sendas camisetas de la ciudad como regalo. Una de ellas de una cadena de tiendas famosas a la que no haré publicidad y otra traída expresamente desde la ciudad en cuestión.



Poco después me regalaron una colonia con el body milk a juego y fue una sorpresa ver lo que llevaba dibujado.




A principios de este año recibí otra indirecta en forma de regalo: un estuche de sombra de ojos. 

La cajita de las sombras de ojos tiene esta tapa.

En febrero vi en una tienda una camiseta romántica y no me resistí a comprarla.



En abril, añorando las trufas que suelo comprar en navidad, fui a un supermercado especializado y me encontré con esta encantadora cajita, sorprendentemente la única caja de trufas de todo el establecimiento.


En junio, al salir de una librería con mi nueva adquisición, me di cuenta de que dentro del libro me habían puesto una tarjetita. Por un lado tenía una avioneta y por el otro…



Y hace un par de semanas, en una tienda de ropa encontré esta preciosa camiseta, me gustó el dibujo de la bicicleta y me la llevé a casa. ¡Ah! Pero al mirarla con más tranquilidad me di cuenta de que habían vuelto a enviarme otra señal, porque en el fondo del dibujo, casi desdibujada en la niebla, me vuelvo a encontrar su silueta férrea y esbelta. Y ahora además, otro mensaje por escrito.

Es agradable perderse por el camino adecuado.

 ¿Seguirá el destino enviándome señales parisinas? ¿Serán casualidades? ¿Me espera algo bueno en París? Esa será otra historia, que quizá se convierta en entrada de este blog a su debido tiempo.