Aquí cambiamos de tema ¡de buenas a primeras!

Feeds RSS
Feeds RSS

viernes, 29 de marzo de 2019

La mujer y el matrimonio en el medievo.



Ya hemos hablado aquí del amor y del matrimonio, y de que la mayoría de ellos eran pactados y por conveniencia. En todos los estamentos sociales muchas parejas se veían obligadas a casarse y se asumía como algo normal con la esperanza de que el amor llegase con el tiempo. Y aunque se dan más casos de matrimonios indiferentes o desgraciados, también se cuentan algunos felices en los que las parejas se quisieron mucho.

https://hdnh.es/las-dificultades-de-amarse-en-la-edad-media/


La que se llevaba la peor parte, la mayoría de las veces, era la mujer. Permanecer soltera no era una opción aceptable pues la señalaba y la convertía en la burla de la sociedad (aún hoy en día la palabra “solterona” se sigue empleando de forma despectiva, mientras los hombres maduros son “solteros de oro”). Las mujeres, tanto para casarse como para entrar en la vida religiosa, tenían que aportar una dote.  Pero el hecho de que la familia de la novia fuera tan pobre que no podía darle dote impedía que la muchacha contrajera matrimonio.

El papel reservado para las casadas era el de traer el máximo número de hijos al mundo, preferiblemente varones (ya que existía una alta tasa de mortalidad infantil). Si no lo hacía, se veía sometida a una serie de ritos (que podían ser mágicos, supersticiosos o religiosos) y pócimas afrodisiacas y si esto no daba resultado podía ser repudiada. Los hombres también eran presionados con la obligación de tener descendencia y podían verse obligados a tomar toda clase de brebajes para engendrar un hijo. Parece que Fernando el Católico murió a causa de los efectos secundarios de fuertes sustancias que se consideraban afrodisiacas y que ingería por la necesidad de tener un hijo con su segunda esposa Germana de Foix, 35 años menor que él, con quien contrajo matrimonio al año siguiente de quedar viudo de Isabel la Católica.

Un número elevado de mujeres morían en el parto, por complicaciones o infecciones posteriores (como las denominadas fiebres puerperales) o por sobreparto (demasiados embarazos seguidos sin dar tiempo al cuerpo a recuperarse). Entonces, en la mayoría de los casos, el hombre se volvía a casar. Sin embargo, el número de viudas que volvían a contraer matrimonio era menor. No resulta extraño si pensamos que la mujer nunca era libre, pasaba de la tutela del padre a la del marido, siempre era equiparable a una menor de edad. Pero las viudas gozaban de más libertad que el resto, con lo que si tenían dinero suficiente o un oficio para mantenerse por sí mismas sin pasar más penurias que las comunes de la época, no sorprende que un buen número de ellas optara por no volver a casarse.

Para saber qué les pasaba en algunos países y durante largos periodos históricos a las viudas que solo tenían hijas no hace falta más que leerse alguna de las novelas de Jane Austen. Las mujeres no tenían derecho a heredar nada de sus maridos, ni siquiera la casa en la que habitaban. Todo el patrimonio pasaba a manos del familiar varón más cercano (aunque fuera un primo tercero que nunca habían conocido) y la mujer e hijas quedaban a merced de la caridad de este familiar, por lo que a nadie le debe extrañar que la viuda intentara casar a una de sus hijas con dicho familiar.

Algunos historiadores niegan que existiera en la Edad Media el derecho de pernada (el señor feudal podía pasar la primera noche con la esposa de su siervo). Una prueba de que existía es precisamente  la derogación de los llamados malos usos señoriales por parte de Fernando el Católico y, entre los muchos abusos y maltratos que englobaba esa expresión, se encontraba este.

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:IsabellaofCastile05.jpg
Isabel y Fernando, los Reyes Católicos.

Respecto a las violaciones eran relativamente frecuentes. Las victimas solían callar por vergüenza, y si denunciaban se las ponía en entredicho. Sin embargo, cuando se creía el testimonio de la mujer, había diferentes penas para el violador, aunque frecuentemente se le imponía una multa, la cuantía dependía del estatus social de la víctima, pero si aceptaba casarse con ella ya no tenía ningún castigo y la mujer se veía obligada a contraer matrimonio con su violador. Esta práctica en la actualidad continúa siendo legal en algunos países.


sábado, 2 de marzo de 2019

Cuando se condenaba el matrimonio por amor.


La idea que hoy tenemos del matrimonio por amor es algo moderno, aunque, como comentábamos en otra ocasión, siempre hayan existido parejas que se casaban por amor. Pero lo normal es que no fuera así porque todos los matrimonios eran por conveniencia, eran una transacción económica, un pacto entre familias, un contrato que había que firmar (y sigue firmándose actualmente). Todos los matrimonios, incluso los de los pobres, eran de conveniencia, y casarse por amor podía acarrear la pena de muerte.

https://www.google.com/search?q=parejas+edad+media&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwj7scflp-TgAhXnzIUKHVfpCNsQ_AUIDigB&cshid=1551559124800684&biw=1367&bih=529#imgrc=x7YkbXgYJF2-nM:

A nadie se le escapa que durante toda la historia las familias nobles han pactado matrimonios entre sus hijos para afianzar una alianza, unir territorios, agrandar fortunas, conseguir títulos nobiliarios, alcanzar el poder, zanjar disputas o firmar una paz. Había muchos motivos para casar a las parejas y ninguno era el amor. Prometidos incluso desde su más tierna infancia, a veces con un familiar, a veces con un desconocido, algunos de los retratos que hay colgados en los museos europeos no son otra cosa que la “foto” de la época para que el príncipe o la princesa conociera a la persona con la que se iba a desposar.  Si ya desde la antigüedad un general que conquistaba un territorio se casaba con la hija del rey para conseguir la legitimidad en el trono, la alianza con la familia de la novia, la perpetuación del linaje y la fidelidad (o conformismo) del pueblo y daba buen resultado ¿por qué iba a dejar de hacerse a lo largo de los siglos? Recordemos a los Reyes Católicos: los matrimonios de todos sus hijos fueron alianzas estratégicas muy bien estudiadas (sí, también el de Juana, aunque acabara perdidamente enamorada de su marido Felipe, el Hermoso). Parece que una de las pocas reinas que defendió el derecho de sus hijos a casarse por amor fue Isabel de Baviera, Sissi, pero ya estamos hablando del siglo XIX.

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:IsabellaofCastile05.jpg
Isabel y Fernando, los Reyes Católicos.

El asunto era muy parecido en todos los estamentos sociales. Aunque fueran pobres, los padres también acordaban los matrimonios de sus hijos: para unir dos pequeñas parcelas de tierra, para afianzar la amistad entre familias, para tener más manos para trabajar, para no dejar desamparada a una de las partes o, simplemente, para tener una boca menos que alimentar. Cada familia tenía sus propias razones.

Lo normal era casarse a edades tempranas, sobre todo para la mujer, la diferencia de edad no importaba en caso de que fuera el hombre el mayor. La justificación para casar a las mujeres jóvenes no solo era la reproductiva (principal y casi único papel reservado a todas las casadas), sino también la creencia de que si se esperaba más tiempo la muchacha acabaría enamorándose de alguien y pondría repararos en casarse con el pretendiente elegido por la familia. Se daba por hecho que obedecería y contraería matrimonio con quien se le ordenase, pero se temía que nunca llegara a quererlo. El amor no era el motivo por el que se casaba una pareja pero, como siempre se ha dicho que el roce hace el cariño, se esperaba que la pareja llegara a quererse con el paso del tiempo.

Pero, ¿qué ocurría si dos jóvenes se enamoraban y deseaban casarse? El muchacho se lo comunicaba a su familia y luego iba a hablar con el padre de la novia. Si las dos familias estaban conformes y veían que ese matrimonio era conveniente, se les permitía contraer matrimonio. Todos felices. Pero si una de las familias (o las dos) no aprobaba esa unión, la pareja tenía prohibido casarse y se les separaba.

Lo terrible venía cuando los enamorados decidían desobedecer a sus mayores. En la Edad Media las parejas lo tenía fácil para casarse, ni siquiera necesitaban una iglesia (de hecho, no se contraía matrimonio dentro de la iglesia, sino en la puerta y se entraba en ella ya como marido y mujer) y tampoco necesitaban sacerdote. Para considerarse casados bastaba expresar sus votos matrimoniales delante de algún testigo y posteriormente, en la intimidad, consumar el matrimonio. En el caso de que obraran de esta forma contraviniendo los deseos de sus respectivas familias solo les quedaba dos opciones: el destierro o la muerte. La pareja tenía que huir de la ciudad y no volver jamás porque pesaba ya sobre ellos la pena de muerte que se ejecutaría si regresaban.

https://hdnh.es/las-dificultades-de-amarse-en-la-edad-media/

Lee también: la mujer y el matrimonio en el medievo.