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viernes, 18 de noviembre de 2022

Apagón.

Apagón es una serie que trata sobre las consecuencias de que una gran tormenta solar impacte contra la Tierra. 

Inspirada en el podcast El gran apagón (Podium Podcast, PRISA  Audio), la serie de Movistar, producida por Buendía Estudios, transcurre en cinco episodios encargados a diferentes guionistas y directores de los más creativos y premiados de España. Cada uno de los capítulos transcurre en un ámbito distinto y muestran cómo cambia la vida cotidiana y cómo reaccionan los seres humanos. Todos son diferentes, pero están bajo la premisa común del apagón y son piezas que encajan formando una unidad. La historia, tanto visual como narrativamente, logra atrapar al espectador desde el principio. La crítica es unánime al considerarla una de las mejores series del panorama español actual.

https://www.filmaffinity.com/es/filmimages.php?movie_id=147790
Apagón.
Dirigida por Rodrigo Sorogoyen, Raúl Arévalo, Isa Campo, Alberto Rodríguez e Isaki Lacuesta.
Escrita por Isabel Peña, Alberto Marini, Fran Araújo, Rafael Cobos e Isa Campo.
Foto: Filmaffinity y Movistar+

La acción comienza en un futuro inmediato en el Centro de Emergencias de Madrid. Un mensaje alerta a todo el equipo de que una gran tormenta solar se dirige a la Tierra. Los expertos ejemplifican lo que puede suceder resumiendo el Evento Carrington (1859) que dañó nuestra incipiente red eléctrica y los telégrafos. En nuestros días el mejor escenario posible es que la atmósfera absorba la tormenta como suele suceder. El peor escenario es que se produzca una caía en cascada de todos los sistemas eléctricos. Unos científicos son optimistas y otros alertan de un peligro inminente. La NASA aún no ha informado de la situación real y Estados Unidos, el referente mundial, no está tomando ninguna medida.

Ernesto, el coordinador, es partidario de prepararse para lo peor. Miembros de su equipo le recuerdan las pérdidas económicas que supondría y la alarma social que empezarían ellos mismos cuando solo hay un 2% de posibilidades de que la tormenta solar alcance España.

—Y de una pandemia mundial… ¿qué probabilidades había?— se pregunta Ernesto en una frase lapidaria.

Como el mismo título de la serie indica, el apagón se produce, y el atardecer viste con una aurora boreal el cielo de Madrid.

Aurora boreal.
Foto: pxhere.com

El segundo capítulo transcurre en un hospital. Tras una semana sin electricidad.

En el tercer capítulo han pasado varios meses y en una urbanización de las afueras los vecinos tratan de cultivar y potabilizar agua.

En el cuarto capítulo un pastor trashumante recorre España con su rebaño de cabras, totalmente integrado en la naturaleza sin que le afecte el apagón. Pero tropieza con gente de la ciudad que solo piensa a corto plazo.

—Donde hay un pastor con un rebaño, hay lobos— sentencia nuestro cabrero.

En el último capítulo nos reencontramos con personajes del primero, cerrando un círculo y obteniendo respuestas.

Esta es una de las series más recomendables de Movistar. Tiene también otras estupendas como La fortuna (Alejandro Amenábar, 2021), serie basada en hechos reales sobre un joven diplomático que tiene que enfrentarse a un cazatesoros estadounidense que ha dañado y robado el tesoro de un pecio español. La temática es diferente, pero ambas están rodadas impecablemente.

Volviendo a Apagón, los propios guionistas reconocen que pensaron que se trataba de elaborar una historia de ciencia ficción, pero cuando vieron los datos científicos descubrieron que es algo que sucederá.

La sensación de realidad es constante y los protagonistas están magníficos. Pero además, se ha contado con actores naturales, es decir, los figurantes con frase son lo que dicen ser. En el capítulo del hospital todo parece real porque los extras son personal sanitario que sabe cómo se trabaja en las urgencias, en los quirófanos y que han aportado toda su experiencia laboral para que los escenarios fueran verdaderos. Pero en ningún momento se quiere escenificar el colapso del sistema hospitalario, sino mostrar cómo es posible sobreponerse a las situaciones adversas.

La serie no trata en ningún momento sobre la pandemia. La historia transcurre cuando ésta ya ha acabado y solo se menciona en dos frases. Pero en mi opinión, siempre subjetiva y personal, está influenciada por los acontecimientos recientes. Aunque en la trama no hay ningún virus, creo que los dos primeros capítulos son lo más parecido a la realidad de aquel marzo de 2020 que podemos ver. La incertidumbre, la falta de información, las opiniones dispares de los especialistas, la inacción de los países de referencia, las repercusiones sociales, económicas y políticas a las que habría que enfrentarse ponen a Ernesto y a sus superiores en graves aprietos. Aquí tienen que lidiar con un apagón en cascada pero la dureza de la decisión debe ser muy parecida. En el capítulo del hospital no faltan mascarillas, ni batas, ni respiradores como en la vida real… pero no funciona ninguno de los aparatos médicos, no se puede mantener ningún medicamento que requiriera refrigeración y el triaje se hace cada vez más estricto con la carga emocional que implica para muchos personajes.

Eso es lo más evidente para mí, pero veo aún más similitudes en las actitudes de los personajes en sucesivos capítulos. Es otro escenario totalmente distinto, pero tienen en común las diferentes reacciones de los seres humanos ante una catástrofe.

Durante toda la serie me rondó la cabeza estos pensamientos y por eso las frases de Ernesto y el pastor me parecen totalmente atinadas y lapidarias, como he dicho antes. Y durante todo el tiempo me mantuve en la incertidumbre que también acompaña a los personajes: ¿hay lugares que se han librado de esto? ¿nos están enviando ayuda? ¿cuándo volverá la electricidad motor de nuestro mundo? Y es que entre las consecuencias de este apagón se encuentra la falta de información: no funcionan los satélites, no hay televisión, ni internet, ni radio, no hay forma de tener noticias sobre nada. Tampoco la gente de ciudad tenemos terreno, ni forma de aprender a cultivar. Nuestros conocimientos no sirven en un mundo sin la tecnología de la que dependemos y que perdemos en un instante.

Los ciclos solares duran 11 años, se alcanza el pico de actividad solar y siempre nos envía alguna tormenta que nuestra atmósfera absorbe. Pero un día, quizá en poco tiempo, quizá dentro de 100 años, nos lanzará una como la que refleja la serie y hoy en día no estamos preparados para ello, no existen protocolos de actuación.

Nunca pensamos en que nos tendríamos que enfrentar a una pandemia de estas dimensiones y a un alto grado de amenaza nuclear que no se daba desde la Guerra Fría o la Crisis de los Misiles. La serie nos cuenta una historia verosímil, pero quizá deberíamos pensar que, en la situación actual, no hace falta una tormenta solar para dejarnos sin electricidad…

jueves, 3 de noviembre de 2022

Centenario: Carter y la tumba de Tutankamón.

Howard Carter era el menor de 11 hermanos, solitario, tímido y de mal carácter. Le era difícil hacer amigos y nunca se le conoció una relación sentimental. Pero era un trabajador incansable y ambicioso, un hombre testarudo que no estaba dispuesto a renunciar a sus sueños.

Su padre, un magnifico retratista, propició que una de las ricas familias para las que trabajaba, contratara a Howard como copista en las excavaciones que financiaban en Egipto. En 1891, el muchacho de 17 años, viajó a Egipto como dibujante y terminó convirtiéndose en arqueólogo. Sus colegas lo consideraron un intruso sin formación académica, pero él les demostró que era un gran arqueólogo con metodología moderna.

Máscara funeraria de Tutankamón. Foto: Roland Unger. Wikipedia.
Máscara funeraria de
Tutankamón.
Foto: Roland Unger.
Wikipedia.
Tutankamón, el “faraón-niño”, perteneció a la XVIII dinastía y comenzó su reinado con 10 años pero murió a los 19, sin ningún logro que le diera un lugar en la Historia.

George Herbert, conde de Carnarvon, dejó Inglaterra por prescripción facultativa, su meteorología perjudicaba su maltrecha salud. Eligió Egipto por su clima y porque era un apasionado del país. El primer encuentro entre Carter y Lord Carnarvon se produjo en 1907.

Los arqueólogos ya habían peinado la zona del Valle de los Reyes, pero Carter se empeñó en que allí debía estar la tumba de Tutankamón, aunque las evidencias hacían pensar que había sido completamente saqueada.

En 1914, Lord Carnarvon consiguió los permisos para excavar en el Valle de los Reyes y contrató a Carter. Pero el estallido de la Primera Guerra Mundial los obligó a detener la búsqueda que retomaron en cuento les fue posible. Fueron pasando los años sin los resultados deseados y en 1922 Lord Carnarvon advirtió a Carter que sería la última temporada que financiaría.

Tras 6 años de excavaciones, el día 4 de noviembre de 1922, uno de los trabajadores tropezó con una piedra que resultó ser parte de una escalera. Carter excavó uno a uno los escalones. Luego volvió a enterrarlos y mandó un telegrama a Lord Carnarvon. El 24 de noviembre excavaron los 16 escalones que les llevaron hasta una puerta con cartuchos y sellos tallados con jeroglíficos. No cabía duda: habían descubierto la tumba de Tutankamón. Más tarde se la denominó KV62.

El 26 de noviembre Carter realizó un pequeño agujero en una esquina de la entrada y con una vela miró hacia el interior. Lord Carnarvon le preguntó si podía ver algo y la respuesta de Carter pasó a la historia de la arqueología:

¡Veo cosas maravillosas!

Había que esperar a la llegada del oficial del Departamento de Antigüedades Egipcias para abrir aquella puerta, pero Carter fue incapaz de resistir la tentación. Al parecer, acompañado de Lord Carnarvon, su hija lady Evelyn y su ayudante Callender se colaron dentro. El 27 de noviembre se personó el inspector egipcio y se procedió a acceder. Aunque una parte había sido expoliada a lo largo de los siglos, seguía habiendo un inmenso tesoro frente a ellos que ya iluminaron con luz eléctrica. El 29 de noviembre se procedió a la entrada oficial con numerosos dignatarios.

Lord Carnarvon, lady Evelyn y Howard Carter  en la tumba de Tutankamón. Foto: Harry Burton, 1922. Wikipedia.
Lord Carnarvon, lady Evelyn y Howard Carter
 en la tumba de Tutankamón.
Foto: Harry Burton, 1922. Wikipedia.

Howard Carter había descubierto la tumba de 3.300 años de antigüedad con el sello intacto, la más completa, la mejor conservada y con el ajuar funerario íntegro. Fue la primera grabada en vídeo.

En realidad, se trata de la más pequeña del Valle de los Reyes, ya que Tutankamón murió tan joven que no dio tiempo a planificar bien su lugar funerario. A pesar de su tamaño, tiene cuatro cámaras: antecámara, cámara del Tesoro, Cámara Funeraria y anexo.  Contenía un tesoro de más de 5.000 objetos, muchos de oro y otros materiales preciosos, que se componía de un trono, altares, camas, carros, modelos de barcas, vasijas, bastones, ropas y sandalias utilizadas por el faraón con marcas de desgaste, armas y comida que daban mucha información sobre la iconografía, la tecnología y la vida cotidiana del Antiguo Egipto. También había una capilla con cuatro vasos canopos que guardaban las vísceras momificadas del faraón. Dentro hallaron otra puerta sellada flanqueada por dos estatuas de Tutankamón, que sin duda, conducía al sarcófago.

Para excavar, fotografiar, filmar, documentar y catalogar todos los objetos Carter tuvo que pedir ayuda y con él trabajaron prestigiosos arqueólogos y egiptólogos. El traslado del primer objeto fuera de la tumba se documentó el 27 de diciembre de ese año.

No fue hasta el 16 de febrero de 1923 cuando Carter rompió el sello y abrió la puerta que llevaba hasta al sarcófago que contenía tres ataúdes, uno dentro de otro. Eran las primeras personas que penetraban en la cámara en los últimos 3.300 años.

La noticia de aquel histórico hallazgo recorrió el mundo, pero Lord Carnarvon había dado la exclusiva a The Times. El conde no llegó a ver culminado el proyecto ya que falleció el 5 de abril de aquel mismo año por la picadura de un insecto o una infección tras un corte durante el afeitado.

Los trabajos hicieron necesario esperar hasta el 18 de octubre de 1926 para abrir el tercer ataúd, de oro macizo, en el que descansaba el cuerpo momificado de Tutankamón, cubierto de joyas, y con una máscara fúnebre de oro macizo. Carter necesitó 10 años para excavarlo y clasificarlo todo. Fue un trabajo meticuloso que dejó documentado hasta el más mínimo detalle. Dio por concluido este trabajo en 1932 y anunció que hallaría la tumba de Alejandro Magno. Pero acabó retirándose de la arqueología y regresando a Inglaterra. Nunca fue lo suficientemente reconocido.

Escribió varios libros, incluyendo La tumba de Tutankamón. Del día que entró, el 26 de noviembre de 1922, dejó escrito:

El día mejor de todos, el más maravilloso que me ha tocado vivir y, ciertamente, como no puedo esperar volver a vivir otro.

Alrededor de este magnífico descubrimiento se fraguó la leyenda de la maldición de Tutankamón. Comenzó con el fallecimiento de Lord Carnarvon y siguió con la muerte de otros miembros del equipo, aunque la mayoría vivió muchos años. Los científicos pensaron que podría tratarse de esporas de hongos en aquel aire viciado de 3.300 años de antigüedad. Carter nunca creyó en la maldición. Falleció en 1939, a los 65 años, una edad avanzada para la época. Se encuentra en una sencilla tumba de un cementerio londinense. En su lápida se grabó la frase de la copa de Tutankamón: “Pueda tu espíritu vivir, durar millones de años, tú que amas Tebas, sentado con la cara al viento del norte, los ojos llenos de  felicidad”. Entre las pocas personas que acudieron a su entierro se encontraba lady Evelyn. 

Antecámara en el interior de la tumba de Tutankamón. Foto: Harry Burton, 1922. Wikipedia.
Antecámara en el interior de la tumba de Tutankamón.
Foto: Harry Burton, 1922. Wikipedia.