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jueves, 23 de mayo de 2019

Leonardo da Vinci. V centenario.


Cuando pensamos en un genio del Renacimiento, pensamos en Leonardo da Vinci. Este año le rendimos homenaje con exposiciones y retrospectivas en numerosas ciudades para conmemorar el quinto centenario de su muerte.

Todos conocemos al Leonardo que pintó la controvertida Última Cena que varios escritores han colocado como centro del misterio en no pocas novelas y al Leonardo que dibujó la enigmática Gioconda sobre la que tanto se ha debatido. En la carta que escribió para ofrecer sus servicios a los Sforza decía que era ingeniero militar, inventor, pensador, arquitecto, escultor… y al final añadía pintor. Pero Leonardo era mucho más que eso, era científico, filósofo, investigador, urbanista, anatomista, botánico, poeta, músico, óptico, geólogo, cocinero, diseñador de jardines, decorados, eventos y trajes. Era un observador nato, un estudioso, un curioso con mucha imaginación que no hacía distinciones entre la ciencia y el arte, que deseaba comprender lo que le rodeaba. Observaba el vuelo de los pájaros para crear una máquina que otorgara la habilidad de volar a los hombres; ideaba barcos a palas sin sospechar que el motivo por el que no funcionaban era haberse adelantado varios siglos a la invención del elemento que aún le faltaba (la máquina de vapor) pero que sus barcos llegarían a surcar ríos como el Misisipi con éxito; diseccionaba cadáveres de personas y animales para comprender la anatomía y lo anotaba y dibujaba todo en sus cuadernos, esos famosos códices que se disputan las más prestigiosas bibliotecas y museos.

Monumento a Leonardo da Vinci en Milán.

Leonardo tenía multitud de ideas fantásticas sobre los más diversos campos, pero a menudo quedaban inacabadas porque sus pensamientos lo llevaban por nuevos caminos en busca de otros conceptos a los que dar forma. Fracasaba numerosas veces, pero no se rendía. El fracaso solo era un camino por el que ya había comprobado que no daría con la solución, así que iniciaba otro distinto sin  desanimarse.

Leonardo nació en la Toscana en 1452.  Hijo ilegítimo del rico notario Piero da Vinci y de Caterina, de quien aún no tenemos claro si era campesina o una esclava oriental propiedad de Piero.

Al descubrir su talento, el famoso pintor Andrea de Verrochio lo llevó como aprendiz a su taller en Florencia sin imaginar que aquel muchacho de 15 años llegaría a superarlo en maestría y a hacerle plantearse dejar la pintura.

En aquellos años entabló amistad con Botticelli y, contra todo pronóstico, abrieron juntos una taberna. Pero la innovadora forma de entender la cocina de Leonardo no fue del agrado de los comensales y el negocio no tardó en quebrar. Solo una cosa relacionada con la cocina pareció salirle bien: la invención de la servilleta. Aquella amistad se rompió por la traición de Botticelli que acabó cayendo en la secta de Savonarola y arrojando sus propios cuadros a una de sus hogueras de las vanidades.

En aquel tiempo Italia estaba dividida en numerosas ciudades Estado y, Florencia, gobernada por los Medici, aspiraba a ser la capital cultural de Europa. El arte era poder y la famosa familia se convirtió en mecenas de numerosos artistas como Leonardo, Miguel Ángel y Rafael, los tres grandes nombres del Renacimiento pero pertenecientes a tres generaciones diferentes. Rafael era el más joven y el más querido por todos cuantos lo conocían. Suya es la famosa Escuela de Atenas pintada en el Vaticano donde retrata a Leonardo como Platón, a Miguel Ángel como Heráclito y a sí mismo como Apeles. Miguel Ángel era otro genio pero no causaba simpatía con su aspecto sucio y su carácter retraído. Miraba con desagrado el porte elegante, la personalidad afable y generosa de Leonardo, y pronto se convirtieron en rivales.

En "La Escuela de Atenas" Rafael pinta a Leonardo como Platón en el centro del cuadro.
Estancias de Rafael en El Vaticano.

En 1482 Leonardo acudió a Milán para dedicarse a la ingeniería militar y a desarrollar maquinaria de guerra para los Sforza. En sus cuadernos contemplamos cañones, vehículos blindados, puentes portátiles, sistemas para proteger Milán y artefactos para asediar otras ciudades. Allí vivió en dos etapas diferentes, sumando un total de 17 años de su vida.

Leonardo no se olvidó de la pintura y, entre otras obras, aceptó el encargo de la Última Cena para el refectorio de Santa Maria delle Grazie. Pero en lugar de pintarla al fresco, lo que aseguraba que los pigmentos quedaran totalmente adheridos a la pared, experimentó con la técnica al secco. A los pocos años la pintura comenzó a deteriorarse. Desde entonces los conservadores han estado esforzándose por mantenerla en las mejores condiciones posibles, luchando contra el tiempo, contra el rey de Francia que quiso arrancarla de la pared para llevársela y protegiéndola con sacos durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.

"La Última Cena" de Leonardo da Vinci en el refectorio de Santa Maria delle Grazie (Milán).
Por razones de conservación solo se permite la entrada durante 15 minutos en grupos de 20 personas. 

En la década de 1490 dibujó en uno de sus numerosos cuadernos el famoso Hombre de Vitruvio donde sigue las proporciones clásicas del arquitecto romano y consigue la cuadratura del círculo. Se considera el símbolo del Renacimiento donde el hombre se convierte en el centro de todo y se piensa que es un autorretrato del artista. Actualmente se conserva en la Galería de la Academia de Venecia, pero solo se expone cada 10 años por motivos de conservación, el resto del tiempo puede contemplarse una copia exacta del original.
https://es.wikipedia.org/wiki/Leonardo_da_Vinci#/media/File:Da_Vinci_Vitruve_Luc_Viatour.jpg
"El hombre de Vitruvio" canon de belleza clásico.

Uno de los grandes proyectos encargados a Leonardo en Milán fue la estatua ecuestre de Francisco Sforza a la que se apodó “el gran caballo”. Leonardo preparó los bocetos para una escultura de ocho metros de altura, se compraron 70 toneladas de bronce para elaborarla, pero, aunque el tiempo pasaba, el artista solo llegó a hacer un modelo en barro, así que el bronce se utilizó para fabricar cañones cuando Francia invadió y conquistó Milán.

Establecido en Venecia, continuó con sus labores de ingeniería. Allí ideó diversos sistemas para proteger la ciudad de los ataques de los turcos. En sus cuadernos aparecen antepasados del submarino, escafandras y todo lo necesario para atacar los barcos por debajo. Pero estos proyectos no pudieron llevarse a cabo hasta los siglos XIX y XX.

En su deambular por las cortes italianas, Leonardo decidió presentarse en 1501 ante César Borgia para hablarle de sus proyectos de ingeniería, mecánica, anatomía, arquitectura, pintura, música y de su talento para diseñar jardines y organizar toda clase de festejos. El peligroso duque lo tomó a su servicio y se convirtió en su mecenas.

En Florencia, Leonardo trabajó junto a Maquiavelo en un plan para desviar el río Arno con la excusa de mejorar el riego de los cultivos, pero con la intención secreta de cercar la enemiga ciudad de Pisa y conseguir salida al mar para Florencia. Sin embargo, su proyecto fracasó.

https://eml.wikipedia.org/wiki/File:Leonardo_da_Vinci_-_Superficial_anatomy_of_the_shoulder_and_neck_(recto)_-_Google_Art_Project.jpg
Estudio de anatomía humana.
En los años siguientes llevó a cabo un estudio exhaustivo de la anatomía humana, convirtiéndose en un experto y representando con exactitud los huesos, músculos, tendones, vasos sanguíneos y órganos. También diseccionó animales como vacas, monos, caballos y pájaros. Deseaba hacer un estudio comparativo entre la anatomía humana y la animal. Investigó junto al médico Marcantonio della Torre e ilustró con más de 200 dibujos un tratado de anatomía.

Comenzó a pintar su obra más famosa, la Gioconda, en 1503, después de que Francesco del Giocondo le encargara un retrato de su esposa Lisa Gherardini. Sobre este cuadro han corrido ríos de tinta y ha sido objeto de estudio tanto por su valor artístico como por el misterio que esconde la expresión e identidad de la modelo (¿era Lisa o era la madre de Leonardo?), el paisaje que se dibuja al fondo y el hecho de que Leonardo nunca quisiera desprenderse de él, conservándolo a su lado hasta su muerte.

"La Gioconda"de Leonardo da Vinci.
El cuadro más famoso de la Historia del Arte.

En 1513 se marchó a Roma donde trabajó para el cardenal Giuliano de Medici, hermano del Papa León X, alojándose en el Vaticano. Parece ser que lo acompañaron sus dos alumnos favoritos, Salai y Francesco Melzi. Allí se dedicó a proyectos arquitectónicos, dibujo de mapas y estudio de los monumentos de la antigua Roma. Hasta pocos años antes nadie se había preocupado de la conservación de las obras de la antigüedad y la arquitectura romana había llegado a servir como cantera para nuevas construcciones. Pero es en el Renacimiento cuando se produce un cambio en el pensamiento y se vuelve al ideal de belleza clásico, al estudio de los tratados romanos.

Los tres últimos años de su vida los pasó en Francia, donde el rey Francisco I, que lo admirada y respetaba profundamente, le ofreció vivir en Clos Lucé, un castillo en el Valle del Loira, como un auténtico noble. En aquella época fue perdiendo la salud, pero eso no le impidió continuar con sus pinturas, sus tratados y sus proyectos urbanísticos e hidráulicos. Su castillo llegó a convertirse en una especie de museo, donde, además de sus cuadernos, conservaba consigo sus tres obras más queridas: San Juan Bautista; Santa Ana, la Virgen y el Niño y La Gioconda.

https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Amboise_-_Ch%C3%A2teau_du_Clos_Luc%C3%A9_-_014.jpg
El castillo Clos Lucé (Francia) donde vivió Leonardo los últimos años de su vida.
Fotografía de Thesupermat.

Murió el 2 de mayo de 1519, dejándonos, según algunas fuentes, más de 50.000 documentos. A través de sus diarios, planos, ideas, dibujos, estudios y reflexiones, conocemos todo aquello que proyectó y, en la mayoría de los casos, no llegó a realizar. Estos inventos, para muchos adelantados a su tiempo, no partían solo de sus observaciones, sino también de los estudios de otros pensadores anteriores. Además de todo lo que hemos mencionado, en sus códices se recogen bombas hidráulicas, una draga para construir canales, varios autómatas, flotadores para caminar sobre las aguas, un antepasado del automóvil, un telar mecánico, una máquina para pulir espejos y otras muchas cosas. Pero lo que más nos llama la atención es su perseverancia en el sueño de imitar el vuelo de los pájaros. Fruto de sus observaciones ideó el paracaídas (que no llegó a probar) y el ala delta (que funcionó con éxito). Luego realizó 14 prototipos de máquina voladora y aunque ninguno funcionó, Leonardo se tomó aquel fracaso como incentivo para seguir con sus investigaciones y, basándose en el tornillo de Arquímedes que conseguía subir el agua para el riego de los campos, ideó su tornillo aéreo para poder mover el aire y elevarse. Tampoco dio resultado, pero fue una pieza clave para la invención del helicóptero.

https://es.wikipedia.org/wiki/Leonardo_da_Vinci#/media/File:Leonardo_da_Vinci_helicopter_and_lifting_wing.jpg
El Tornillo Aéreo y una de sus máquinas voladoras.
Inventos y dibujos de Leonardo.

Su escritura es otra fuente de misterio pues se sabe que era ambidiestro, pero no se conoce con exactitud el motivo por el que escribía de forma especular.

Actualmente conocemos a Leonardo más como pintor, aunque solo realizara unas 30 obras en su dilatada vida. Empleó técnicas innovadoras (aunque a veces fracasara en ellas) pero tenía gran maestría en la composición, el sfumato, el uso de los colores, la perspectiva, la anatomía, el paisaje y la capacidad para plasmar las emociones humanas en sus retratos. Contaba Vasari, su primer biógrafo, que Leonardo no se basaba en rostros “tipo”, sino que copiaba del natural. No era extraño verlo cruzarse con alguien por la calle y caminar tras esa persona de aspecto interesante durante todo un día para luego poder dibujarla.

https://es.wikipedia.org/wiki/Leonardo_da_Vinci#/media/File:Da_Vinci_codex_du_vol_des_oiseaux_Luc_Viatour.jpg
Uno de los Códices de Leonardo con el estudio del vuelo
de los pájaros y las explicaciones en escritura especular.

Francesco Melzi fue el heredero de Leonardo e intentó mantener su legado unido. Pero tras su muerte, los documentos se dispersaron, las hojas de los cuadernos de Leonardo fueron arrancadas y vendidas o regaladas por separado, ya que cada una de ellas, con algún dibujo o anotación del genio renacentista, se había convertido en una obra de arte en sí misma. No será hasta finales del siglo XIX cuando los historiadores intenten agrupar y componer los cuadernos de nuevo, esos códices que hoy se atesoran en prestigiosas bibliotecas. Se han podido reunir 13.000 documentos, pero aún hoy muchas páginas permanecen perdidas, quizás para siempre.

Respecto a su pintura más querida y misteriosa, La Gioconda, que pasó a formar parte de la colección del rey francés Francisco I, puede contemplarse actualmente en el Museo del Louvre en París.

"La Gioconda" se exhibe en el Museo del Louvre de París
 bajo fuertes medidas de seguridad.