Siete minutos pueden ser suficientes para mermar el patrimonio, “robar” la Historia, poner en jaque la seguridad del museo más visitado del mundo, llenarlo de policías e investigadores, oír declaraciones de ministros, abrir todos los telediarios y ser lo más comentado en las redes sociales. Siete minutos fueron suficientes para que cuatro ladrones llegaran en camión el domingo 19 de octubre de 2025 al museo del Louvre, dos de ellos subieran al primer piso en un montacargas, entraran por una ventana, amenazaran a los vigilantes, rompieran con radiales las vitrinas de la galería Apolo que guardan las joyas de la corona, robaran nueve piezas que pertenecieron a la dinastía de Napoleón, salieran por donde habían entrado, intentaran prender fuego al camión (sin conseguirlo) y huyeran en moto perdiendo por el camino la corona de la emperatriz Eugenia de Montijo, la noble española esposa de Napoleón III. Esta última joya se recuperó minutos más tarde.
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Museo del Louvre (París). Imagen: archivo personal. |
Podría ser el argumento de una película o un robo espectacular como los que nos narraba Maurice Leblanc, pero fue una realidad a la que ya se le llama el Robo del Siglo. Quizá habría que añadir, el robo del siglo XXI, porque el Louvre ya había protagonizado un sonado Robo del Siglo (XX) en 1911 cuando un italiano se llevó La Gioconda bajo su abrigo como ya contamos aquí.
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La Gioconda. Imagen: dominio público. Wikipedia. |
A las 9:00 de la mañana los visitantes comenzaron a entrar al Louvre para admirar las obras de arte más emblemáticas: La Gioconda, La consagración de Napoleón, La libertad guiando al pueblo, La Venus de Milo… pero no les dio tiempo. Nadie se percató que a las 9:30 los ladrones ya estaban ascendiendo por el montacargas, pero cuando entraron en la galería comenzaron a sonar las alarmas en la sala de vigilancia. Como establece el protocolo de seguridad varios trabajadores se desplazaron a la sala, mientras llamaban a la policía y comenzaban a desalojar el edificio. Carreras y angustia por los pasillos. Nadie sabía lo que estaba pasando. Pero en la era de las redes sociales, de los likes, del postureo y de la desinformación, todo aquel con un móvil en la mano puede transformarse en un periodista improvisado. Y así ocurrió, no faltaron los vídeos de la evacuación donde se dijo que se trataba de un francotirador. Ninguno supo que estaba en el escenario de un robo que dejaría a los franceses indignados y al mundo sorprendido.
Tres días ha permanecido el museo del Louvre cerrado y ha vuelto a abrir sus puertas con la galería Apolo clausurada. Hay visitantes que comprenden la magnitud de lo ocurrido, lo que supone esto para el Arte, la Historia y el país. Pero otros solo lamentan la contrariedad en su viaje y lo que esto perjudica al turismo.
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Entrada al museo del Louvre por la pirámide de cristal. Imagen: archivo personal. |
Francia lleva cuatro robos en las últimas semanas: varias piezas de oro expuestas en el museo Nacional de Historia Natural (París), un reloj de colección del museo Jacques Chirac (Corrènze), cerámicas chinas del siglo XV custodiadas en el museo Adrien Debouché (Limoges) y las joyas de las reinas francesas del siglo XIX del Louvre.
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La consagración de Napoleón (1808). Jacques-Louis David. Museo del Louvre. Imagen: Wikipedia. |
Lo cierto es que los sistemas de seguridad fallan más de lo deseable y otros templos del arte fuera de Francia tampoco pueden presumir de ser inexpugnables. Dos versiones del El grito de Munch fueron sustraídas en 1994 y 2004 respectivamente (luego recuperadas) de dos pinacotecas distintas. Parece que hay pintores por los que los ladrones sienten especial predilección, por ejemplo Van Gogh, Dalí y Picasso. De este último ha desaparecido la obra Naturaleza muerta con guitarra en su traslado desde Madrid a Granada para una exposición temporal el pasado 2 de octubre. Sin embargo, la obra que ostenta el triste récord de ser la más robada es el retablo La Adoración del Cordero Místico de Jan van Eyck que ha sido sustraída en trece ocasiones.
Cuando ocurren estas cosas todos se sorprenden ante los errores de seguridad y se preguntan si estos robos son encargos de coleccionistas particulares. Muchas de las piezas sustraídas son invendibles, pues todo el mundo las conoce y daría la voz de alarma.
¿Se recuperarán las joyas robadas del Louvre? ¿Están ya en poder de un coleccionista privado para su exclusivo disfrute? ¿Serán vendidas por piezas? Esto último es lo que temen muchos especialistas en arte porque esas tiaras, pendientes, collares y broches tienen un valor incalculable en conjunto, con cada gema formando parte de la pieza a la que pertenecen. Por muy valiosos que sean los diamantes, perlas y esmeraldas, si los desmontan y los venden por separado nunca recuperaremos unas joyas únicas que forman parte de la Historia.
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