Aquí cambiamos de tema ¡de buenas a primeras!

Feeds RSS
Feeds RSS

miércoles, 9 de febrero de 2022

Alicia I: la vida cotidiana.

Yo creía que la vida siempre sería igual y me parecía bien. Mi madre me levantaba temprano para ir al colegio pero era mi padre el que me dejaba allí porque le pillaba de camino al trabajo. Mi madre siempre salía antes para llegar la primera a su oficina.

Mi padre y yo teníamos un secreto: todas las mañanas podía decir palabrotas a los otros conductores sin que yo me chivara a mamá y a cambio él me compraba chuches. Mi madre odia las palabrotas y siempre le riñe por decirlas. Así que mi padre las soltaba todas juntas en los atascos y ya no decía ninguna delante de mi madre.

Yo me lo pasaba bien en la escuela. Me sentaba en la segunda fila con Inés. Escuchaba atentamente a los maestros, especialmente a la seño Carolina que sabía muchas cosas y las explicaba muy bien. Inés se aburría y se ponía a hacer dibujos en su cuaderno hasta que llegaba la hora del recreo. Mateo, que estaba en otra clase, siempre nos esperaba junto al viejo olmo y repartíamos las chuches que mi padre me había comprado. A veces también compartíamos el zumo, los bocadillos tan ricos que su padre le preparaba y los pastelitos que la madre de Inés cocinaba. Siempre estábamos los tres juntos. Yo sonreía sabiendo que era muy afortunada de tener tan buenos amigos como Inés y Mateo.

Mis padres se pasaban la semana deseando que llegara el viernes para poder tener el fin de semana libre. Pero a mí me parecía que ese era el día más aburrido porque nos pasábamos toda la tarde en el supermercado. La mayoría de los sábados paseábamos, almorzábamos en un restaurante y nos íbamos de tiendas. Pero algunas veces comíamos con los abuelos y yo me quedaba a dormir allí para que mis padres pudieran cenar solos e irse a bailar. El domingo siempre subíamos a la Sierra.

Para mis padres lo mejor eran las vacaciones de verano. Mi madre llenaba el maletero y el suelo de los asientos traseros del coche de maletas y viajábamos a la costa. Es verdad que la playa es estupenda, pero sería aún mejor si estuvieran Inés y Mateo.

Mi época favorita del año siempre han sido las navidades, porque todo se llena de luces, de mercadillos y de regalos debajo de nuestro árbol. En Nochebuena siempre nos reuníamos toda la familia en casa de los titos Eduardo y Carmen. Viven un poco lejos, pero tienen un piso grande, con una amplia terraza que adornan con trineos, renos, muñecos de nieve y un Santa Claus más alto que yo. Todos los años me lo paso muy bien jugando con mis primos Jorge y Adrián y viendo lo contentos que están todos. Aunque contengo la respiración cuando la abuela Mercedes dice que se siente muy feliz de ver a toda la familia reunida porque seguramente ella no estará para las próximas navidades. Mamá le riñe y el tío Eduardo se ríe al preguntarle cuántos años lleva diciendo lo mismo. Entonces todos se muestran de acuerdo con que la abuela llegará a centenaria, ella se alegra mucho y se pone a tocar la pandereta.

Así eran las cosas hasta que llegaron los tiempos raros. 

©MJ

Pixabay. Josan76
Foto: Pixabay. Josan76

6 comentarios:

Conxita C. dijo...

Conforme vas leyendo imaginas a la niña y se te pone una sonrisa, lo pasa bien y llegas al final y se genera la inquietud. Cuantas historias similares se han quedado interrumpidas con la pandemia y lo peor es que ese tiempo pasado no se puede recuperar porque algunos ya no están.
Buen relato MJ.
Un beso

Ángeles dijo...

Me ha hecho mucha gracia lo del padre soltando las palabrotas en el coche, como si tuviera un cupo diario y así, al soltarlas todas de golpe, ya no le quedaba ninguna que se le pudiera escapar en casa :D
Qué pena que después, efectivamente, llegarán los "tiempos raros"...

MJ dijo...

Me alegra mucho que te haya gustado el relato, Conxita. Es muy bonito que imaginarte a Alicia te haya dibujado una sonrisa. Y tienes toda la razón del mundo, historias así, normales, quedaron interrumpidas por la pandemia y aún muchas no se han retomado y otras no podrán hacerlo nunca porque el virus se ha llevado a alguien de la familia.
Gracias por tus palabras. Un beso.

MJ dijo...

Sí, lo has definido muy bien, Ángeles. Decía todas las palabrotas juntas en los atascos para no soltarlas en casa. Un cupo de palabrotas diarias :-D más las que soltaría en su trabajo, que esas no las escucharía la hija.
Por desgracia, llegaron los "tiempos raros" y con ellos la vida dejó de ser cotidiana en el sentido de vida tranquila con sus rutinas. Esas rutinas resultaron mucho mejores de lo que creíamos y nos dimos cuenta cuando "los tiempos raros" nos las quitaron.
Muchas gracias por tu comentario. Besos.

David C dijo...

Sigue, sigue escribiendo así, el trocito te deja llevar. Un saludo.

MJ dijo...

¡Muchas gracias por tus ánimos, David C! Me alegra mucho que te haya gustado. Tengo más "aventuras" de Alicia, pero quizá quedara demasiado largo en este blog... No sé.
Si te apetece leer otros relatos, en las entradas de 2020 y 2021 hay varios.
Gracias por el comentario y por tu interés. Espero verte de nuevo por aquí.
Saludos.

Publicar un comentario

Muchas gracias por leer este blog. Deja tu comentario, por favor :-)