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lunes, 24 de febrero de 2025

Turismo espacial.

El hombre lleva siglos soñando con viajar al espacio y ese anhelo se ha visto reflejado en la literatura y en el cine. Ya hablamos de la Carrera Espacial que enfrentó a Estados Unidos y Rusia en plena Guerra Fría. Como todos sabemos, Estados Unidos ganó esa competición con sus misiones Apolo que pusieron a varios hombres en la Luna entre 1969 y 1972.

No hemos abandonado la idea de regresar a nuestro satélite natural, pero ahora las miradas están puestas en Marte.

Como contamos también, hubo un proyecto privado, llamado Mars One, que pretendía construir una colonia terrestre en suelo marciano alrededor del año 2025, pero no pudo llevarse a cabo porque se declaró en bancarrota en 2019.

Seguimos en una carrera espacial, pero esta vez con más participantes. Estos proyectos estatales han logrado alcanzar Marte, aunque todavía ningún terrestre ha podido pasearse por el desierto rojo. Ya contamos aquí, en “un febrero marciano”, cómo la NASA, China y los Emiratos Árabes lanzaron sus respectivas naves en 2021.

www.flickr.com/photos/globovision/4543472940.
La Tierra vista desde la Luna en una de las misiones Apolo.
Imagen: www.flickr.com/photos/globovision/4543472940.

Son muchos los niños que sueñan con ser astronautas y muy pocos los adultos que lo consiguen. Así que las empresas privadas, principalmente estadounidenses, han decidido lanzarse al terreno del turismo espacial. Ellos lo llaman la democratización de los viajes espaciales aunque, en realidad, quieren decir que ya no necesitas la preparación académica y técnica de los astronautas, aunque sí tendrás que superar duras pruebas físicas para que te consideren apto. El precio es secreto, aunque hay fuentes que apuntan a que el primer turista espacial pagó más de 25 millones de dólares, pero el coste del pasaje, si es un viaje suborbital, puede ser de 400.000 dólares o menos, es negociable.

En el turismo espacial pueden distinguirse dos modalidades: los viajes orbitales (puedes orbitar la Tierra e incluso pasar unos días en la Estación Espacial Internacional) y los suborbitales ( llegas hasta la línea de Kármán, el límite de la atmósfera con el espacio exterior, desde donde verás parte de la curvatura de la Tierra durante unos minutos antes de regresar).


M. Von D. Pinterest
Vista desde la línea de Kármán.
Imagen: M. Von D. Pinterest

Hasta el momento las empresas que tienen más éxito en este nuevo tipo de turismo son SpaceX y Orion Span para el turismo orbital y Virgin Galactic y Blue Origin para el suborbital. Aunque ya están saliendo empresas “low cost”. Según las previsiones el turismo espacial se incrementará en un 40% en las próximas décadas.

Hay algo en lo que coinciden tanto los astronautas como los turistas espaciales: lo más impresionante de todo es ver la Tierra tan azul, tan bella, tan llena de vida frente al espacio oscuro y vacío. Todos regresan con la idea de que hay que cuidar nuestro planeta porque es la “nave” con la que viajamos por el Universo.

El 25 de febrero de 2025 la empresa Blue Origin lanzará su cohete New Shepard desde Texas para realizar un viaje suborbital donde irán varios turistas espaciales, entre ellos el español Jesús Calleja que nos contará esta aventura en Mediaset y Prime Vídeo. El lanzamiento será televisado en directo por los informativos de Telecinco. Calleja y sus cinco compañeros se unirán al selecto grupo de 31 personas que ya realizaron el trayecto en años anteriores.

En este viaje la capsula superará la línea de Kármán (más de 100 km de altitud) y los pasajeros estarán en ingravidez durante 3 minutos para luego descender a una velocidad de 4.000 kilómetros por hora. Esto ejercerá una presión cinco veces superior a la fuerza de la gravedad sobre ellos. Unos paracaídas irán desplegándose hasta aminorar la velocidad y lograr que la cápsula se pose en la superficie terrestre. El tiempo total del viaje será inferior a 15 minutos.

El nombre del cohete es en honor al astronauta Alan Shepard, el segundo hombre (después de Yuri Gagarin) en hacer un viaje al espacio y el quinto en pisar la Luna (lo hizo con la misión Apolo 14).

Hasta el momento, dos astronautas españoles han estado en el espacio: Pedro Duque, astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA), que viajó en 1998 y 2003 y el hispano-estadounidense Michael López-Alegría (NASA) que ha viajado varias veces y ahora es parte de la junta directiva de la empresa privada Axiom Space.

c_yusra. Pinterest.
Estación Espacial Internacional.
Imagen: c_yusra. Pinterest.

Hace muy poco Pablo Álvarez y Sara García fueron elegidos por la Agencia Espacial Europea como astronauta y astronauta en la reserva respectivamente.

En España también hemos logrado nuestro propio hito. La empresa privada española PLD Space, lanzó su cohete Miura 1, íntegramente español, la madrugada del 7 de octubre de 2023 desde las playas de Huelva. Fue un viaje suborbital que llevaba experimentos científicos a bordo y que se completó con éxito al amerizar en el Atlántico. Fue el primer cohete que salió desde suelo europeo. Esto colocó a España entre el selecto grupo de los 10 países capaces de llevar a cabo un proyecto de tal envergadura.

4 comentarios:

Beauséant dijo...

Sé que es un pensamiento provinciano, pero parece que tenemos demasiado empeño en escapar de este planeta antes de que lo reventemos, cuando sería más sencillo invertir ese dinero en cuidarlo, ¿no?

Lo del turismo espacial es la guinda de nuestra estupidez, mientras nos hacen sentirnos culpables por ducharnos todos los días o por tener un coche, un puñado de millonarios contaminan en unas horas lo que yo no contaminaré en mil vidas.

Perdón por el desahogo.

MJ dijo...

Hola, Beauséant. No me parece un pensamiento provinciano. Yo también pienso que hay que cuidar nuestro planeta en lugar de buscarle un reemplazo. Nunca encontrarán otra Tierra como esta. Es vergonzoso que la cultura del "usar y tirar" incluya, según algunos, a nuestro planeta.
Pero me interesa el tema de las misiones espaciales por lo que pueden aportar a la astronomía, a la ciencia, a la técnica. Se investigan muchas cosas que luego sirven para la vida corriente. No me gusta el afán colonizador, ni comercial de ir en busca de minerales.
Me merecen tanto respeto las personas que estudian muchísimo para formar el equipo que lanza misiones y los astronautas que van en ellas, que no estoy de acuerdo en que a los turistas espaciales se les llame astronautas. Lo siento, pero no lo son.
Lo del turismo espacial, creo que es según se mire, puede ser cumplir el sueño de un niño ya adulto que quería viajar al espacio, de un amante de la astronomía, de personas con ganas de aprender, con curiosidad sana... o quizá, el capricho de un rico al que el mundo se le ha quedado pequeño.
Respecto a la contaminación. Ellos dicen que no contamina porque son reutilizables y su combustible es hidrógeno y oxigeno y lo que se ve que sale es vapor de agua.
Siempre es una alegría contar con tu punto de vista y tu opinión.

Rodión dijo...

Por lo que te leo, creo que pensamos parecido. Y aunque sea solo un detalle secundario, me gusta que hayas hecho varias menciones a la infancia, tanto en el texto de tu entrada como en tu respuesta al comentario de Beauséant; no creo que sea un detalle menor. A muchos nos ha fascinado el espacio desde niños, y de algún modo los humanos seguimos en la infancia respecto al conocimiento profundo del universo.

Sin embargo, todo lo que rodea este nuevo ''turismo espacial'', que apenas acaba de empezar, me produce entre indiferencia y un fuerte rechazo. No es esto lo que imaginábamos pensando en el futuro espacial... Frente a los logros, la dura competencia, pero también la colaboración en pos del conocimiento, la realidad actual son grandes magnates que han privatizado las empresas espaciales, queriendo suplantar a las agencias gubernamentales; al hilo se está creando un negocio para clientela selecta, que dice ''democratizar'' la experiencia espacial, cuando la realidad es que esa experiencia dista mucho de parecerse a las empresas que emprendieron los astronautas de las misiones Apolo; para mi se parece más a un parque de atracciones de lujo. Y esos clientes distan mucho de parecerse a astronautas, pero en fin, que lo disfruten.

A diferencia de los reportajes tipo Calleja, me emociona más ver fotos de la superficie marciana sacadas por un rover de la NASA, o esas únicas imágenes que pudimos recibir de Venus, cuya atmósfera y durísimas condiciones climáticas hacen insostenible que ningún rover fabricado actualmente pudiera mantenerse en pie más que unos pocos minutos. Pero lo que ya pone la piel de gallina es ver las fotografías recibidas por las sondas Voyager en los confines del sistema solar. Viendo esas fotos, se mantiene la fascinación del descubrimiento, la sensación de estar traspasando todas las fronteras imaginables. Siendo tan caros, en cada uno de esos proyectos hay sólidas motivaciones científicas, y de cada uno recibimos nueva información que, hasta para los profanos como yo, que no somos astrofísicos, son suculentos.

Claro que me encantaría ver más imágenes de la luna desde su superficie; ese fue también el sueño de Galileo cuando, con su primitivo telescopio, descubrió por primera vez que tenía cráteres y montañas. Pero no me gustaría que hicieran de ello otro negocio más, otra Tierra a la que explotar, no por fines científicos o de supervivencia, sino como un crucero de lujo... Si eso es democratizar el espacio, por mi que se lo queden los astronautas de verdad.

Ángeles dijo...

A mí me parece genial que se investigue el espacio, que se estudie y que se invierta dinero en ello, porque, como dices en el comentario a Beauseant, todo eso puede tener una aplicación práctica "aqui abajo". El ser humano es explorador por naturaleza, y el espacio exterior nos atrae como antes nos atraían los mares y las tierras ignotas.

Pero lo del turismo espacial es otra cosa. Tiene guasa lo de "democratizar" el espacio. Como si democratizar las cosas fuera necesariamente algo bueno. Pero es que además el turismo espacial es solo un lujo para unos pocos. Los demás, que podemos tener los mismos sueños de infancia que ellos, nos aguantamos sin cumplir el sueño y no nos pasa nada.

Y menos mal que no es tan democrático porque si no, el espacio acabaría como el Everest, convertido en un basurero vergonzoso, y como ya está pasando también en la Antártida, que, al parecer, se está llenando de cruceros y de desechos que están matando a las algas y desplazando a los animales.

En fin, es el resultado del afan de unos por hacer negocio con lo que sea y la tontuna de otros por apuntarse a lo último que llega.

Saludos!

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