Los Escorpiones son una pequeña sociedad literaria formada por ocho alumnos de Oxford: siete ingleses y un americano. Cada domingo por la tarde se reúnen para leer sus creaciones, pero en esta ocasión la cosa va a ser diferente. Han decido escribir una novela por entregas y que cada uno de ellos sea el autor de uno de los capítulos. Por su gran imaginación, Kennet Forbes va a ser el primero en tan laboriosa tarea y para ello le han concedido todas las navidades. Pero, como es su costumbre, Forbes deja el trabajo para el último momento.
Cuando los ocho alegres Escorpiones se reúnen en la habitación, el muchacho tiene listo el primer capítulo de la novela, pero antes de leerlo debe hacerles una aclaración muy importante: el día anterior había entrado en la librería Blackwell’s y, buscando un libro, había encontrado, abandonada sobre una fila de volúmenes, una carta. Sin pensarlo dos veces la había leído. La misiva, fechada el 30 de octubre de 1912, y con la dirección de la remitente destacada, comenzaba enviando al destinatario, Joe, recuerdos de parte de Fred y contando algunas cosas sobre los familiares de la joven, sin dar demasiadas pistas. A Forbes le había parecido una nota deliciosa y Kathleen, su autora, una muchacha encantadora. Entonces se le había ocurrido utilizar a las personas que se mencionaban en la carta como personajes de la novela que estaban a punto de escribir.
El grupo, entusiasmado, acepta la idea. Los alegres
amigos deciden que no se mencione a ningún otro personaje que no salga en la carta y que deben basarse en ella para crear las personalidades y las
situaciones de su novela.
Así pues, con estás ideas en la cabeza, escuchan el primer capítulo que ha escrito su amigo y deciden los turnos de los
siguientes en contribuir con sus relatos a la creación de la historia donde
Kathleen y Joe serán los indiscutibles protagonistas.
Pero, conforme va pasando el tiempo, los
Escorpiones comienzan a hacerse preguntas y formar conjeturas sobre las
personas reales que aparecen en aquella carta perdida, hasta el punto de que
los celos hacia Joe se hacen patentes y la idea de conocer a la verdadera
Kathleen cobra cada vez más fuerza.
Justo antes de las siguientes vacaciones deciden que ya que saben la dirección de Kathleen, Bancroft Road, 318 en
Wolverhampton, viajarán hasta allí para intentar conocerla. El ganador de la
“gran aventura Kathleen”, como la han denominado, será aquel que
consiga entablar conversación amistosa con la muchacha, ganarse su
confianza y lograr que acepte una invitación para las regatas de Oxford.
Ya en el viaje en tren, Blair queda prendado de una
muchacha que ve subirse en una de las estaciones. Cuando llegan a
Wolverhampton, la joven baja a la par que ellos y Blair está lo suficientemente
cerca como para verla subir a un cabriolé y oírle decir la dirección al
cochero: Bancroft Road, 318. ¡Es el primero en ver a la verdadera
Kathleen! Y le parece aún más bonita y encantadora que en su propia
imaginación. Dispuesto a todo por entablar amistad con la joven, hace sus
averiguaciones y descubre que su padre es historiador, así que envía un falso
telegrama de parte de Joe pidiéndole a Kathleen que reciba a su amigo John
Blair investigador de la historia de Wolverhampton. Ni que decir tiene que el
padre de Kathleen se muestra entusiasmado ante la idea de tener a otro
estudioso de su localidad con el que compartir sus notas y descubrimientos y,
es así como Blair consigue una invitación para cenar en casa de Kathleen. Pero
con lo que no cuenta el joven americano es con la astucia y perseverancia de sus
compañeros que, cada uno por su cuenta, también están dispuestos a valerse de
las más graciosas estratagemas para conseguir colarse en la casa de Kathleen.
La editorial Periférica nos trae esta magnífica
traducción de Ángeles de los Santos, de una divertida novela de enredo
sorprendentemente inédita en castellano hasta 2016. La historia está ambientada en los años previos
a la Gran Guerra en la Universidad de Oxford, un lugar que Morley conoce muy
bien porque estudió allí tres años. En ella, a través de diálogos inteligentes
y situaciones cómicas, se nos muestra el ambiente estudiantil de aquella época,
el Oxford donde los estudiantes son atendidos por un criado en sus propias
habitaciones, se preparan cenas y reuniones de amigos, se crea, se estudia y se
vive plácidamente, protegidos del frío y la lluvia con estufas de carbón y
risas cómplices.
Es uno de esos libros que se leen fácil y
rápidamente, que te hace preguntarte qué pasará pero a la vez no quieres que
llegue el final, porque se te hace corto. Sin embargo, por ponerle un pero,
diría que me resultó decepcionante que Morley no nos deje leer ese libro que
han escrito Los Escorpiones, porque en ningún momento se cuenta que ocurre en
él, ni se hacen referencias a la historia que van tejiendo los muchachos en
cada capítulo. Solamente al principio, cuando se establecen las reglas, se
mencionan los personajes con los que contarán y las impresiones que tienen
sobre ellos. Está claro que el relato
del club literario carece de importancia, pues lo realmente relevante es cómo
empieza la historia, cómo arranca a través del recurso de la carta olvidada y
cómo evolucionan los sentimientos de los muchachos hasta convencerlos de que la
única opción posible es conocer a la verdadera Kathleen. Y es en esa parte del
libro, en la estancia de estos divertidos jóvenes en Wolverhampton, donde
comienzan los enredos, los telegramas falsos, los disfraces y las competiciones
ante el imperturbable señor Kent, tan complacido de tener con quien compartir
su pasión por la historia local, que no se percata del engaño, mientras su hija
Kathleen, poco a poco, va desconfiando de las situaciones disparatadas que la
rodean.
Esta novela podría haber servido de inspiración,
perfectamente, para el guion de una de esas maravillosas películas de enredo
del Hollywood dorado y me imagino a Katherine Hepburn como la encantadora
Kathleen y a Gary Grant encarnando a Blair. Una pareja perfecta.
Pero la obra guarda un misterio más. ¿Fue Kathleen
un personaje o una persona de carne y hueso? A la dedicatoria me remito. Morley
escribe: A la verdadera Kathleen, con mis disculpas.
¿Personaje, persona o recurso literario?
6 comentarios:
Gracias por esta entusiasta reseña, MJ ;)
Si no fuera porque ya leí el libro en su momento, je-je, iría corriendo a buscarlo ahora, porque tal y como hablas de él dan muchas ganas de leerlo.
Recuerdo que me has comentado más de una vez lo mucho que te gusta esta novela, y todas las reseñas que leí en su momento giran en torno a lo que tú destacas también: que es una historia muy amena, una lectura muy agradable y divertida, hasta de reír a carcajadas. Y yo creo que este tipo de novelas (que algunos llaman "literatura feelgood", o sea "de buen rollo") son necesarias, porque la calidad, el interés y la enjundia no tienen por qué estar reñidas con el buen humor y la alegría. O al revés.
Me alegra mucho que disfrutaras con el libro :)
Gracias, apuntada!
Me gustó este libro 😉
Ángeles, me alegra mucho que te haya gustado la reseña. Sí, esa era mi intención, expresar lo mucho que me gustó esta novela y animar a la gente a leerla, porque es muy divertida.
Soy yo la que te está agradecida, a ti y a Periférica. Si no fuera por ellos que decidieron editarla en España y por ti, que la has traducido, me habría perdido una novela que se ha convertido en una de mis obras favoritas.
Gracias a ti, Helena. Es un libro muy ameno, muy entretenido. Te lo recomiendo.
Creo que a todo el que lo lee le gusta este libro.
Gracias por comentar, Eva.
Publicar un comentario
Muchas gracias por leer este blog. Deja tu comentario, por favor :-)