En
nuestra cultura las fechas son muy importantes. Nuestra propia vida se rige por
fechas y vamos articulando nuestros recuerdos, nuestro presente y nuestro
futuro entorno a ellas… y vivimos también esperando fechas… Esperar, esperar
que lleguen con impaciencia, con ilusión o con temor, dependiendo del asunto
del que se trate y de nuestro carácter.
Todos
tenemos fechas importantes que hay que recordar: nuestro cumpleaños y el de los
seres queridos, el año en que nos graduamos, el aniversario de boda de nuestros
padres y el nuestro propio… Esperamos impacientes todo el año que llegue el
verano para irnos de vacaciones, deseamos que sea Navidad para poder volver a
casa de nuestros familiares cargados de regalos, sujetamos emocionados la
entrada del concierto de nuestro cantante favorito con la fecha y la hora,
compramos las butacas para el estreno de esa película que tanto nos apetece ver,
intentamos tener todo el temario estudiado para la fecha del examen y tememos
que llegue el día de la prueba médica pendiente y su resultado…
Al
2021 lo han bautizado, en algunos medios de comunicación, como el año de la esperanza, después de un 2020 fatídico que rompió con
nuestras costumbres y modo de vida.
Una
de esas fechas que tanto esperamos y que tanto preparamos es la de fin de año. En
realidad estamos celebrando que nuestro planeta, con nosotros dentro, ha dado
una vuelta más al Sol. Pero tenemos ese concepto de que algo se acaba y algo
nuevo empieza, así que hay que festejar la llegada del nuevo año de forma especial,
hacer algunos rituales para atraer la buena suerte y enviarle nuestros mejores
deseos a todos los que queremos. Nos hacemos propósitos de año nuevo que, normalmente,
nunca cumplimos: cuidaré mi alimentación, dedicaré más tiempo a mi familia, iré
al gimnasio, ahorraré más para poder planificar mi viaje soñado…
La
realidad es que siempre celebramos la
llegada de cada nuevo año, y de igual forma recibimos al 2020, creyendo que sería
uno más. Pero se nos venía encima una de las peores sorpresas que nos podían
dar, algo que puso nuestro mundo, nuestra forma de vida, patas arriba.
Mucha
gente no quiso creerlo, después no quiso darle la gravedad que tenía y más
tarde decidió que nada alteraría su día a día en la medida en que fuera
posible. Hay personas que se defienden de una realidad adversa fingiendo que no
ocurre nada y personas que deciden huir hacia delante viviendo el presente sin
pensar en el futuro. No conciben que sea necesario cambiar la forma de vivir,
de relacionarnos entre nosotros y con la propia naturaleza.
Las pandemias son hechos recurrentes a lo largo de la historia, aparecen cada
cierto tiempo y no tienen nada que ver con el año. En realidad, no es que el
2020 haya sido fatídico y nos trajera esta terrible sorpresa bajo el brazo. En el
calendario gregoriano que sigue el mundo occidental era 2020, en otros
calendarios era otra fecha. Este y otros motivos de corte científico
desmantelaban la idea, con gran componente supersticioso o mágico, que embargaba
a muchas personas de que lo malo acabaría con el último minuto del 2020 y que
el 1 de enero de 2021 todo se arreglaría.
Los
pensamientos mágicos no suelen cumplirse y las pandemias no desaparecen de
repente siguiendo un calendario humano.
Foto: pexels.com |
2 comentarios:
Yo estaba especialmente ilusionado con la década de los años veinte porque, como me gusta hacer paralelismos históricos, suponía que venían los buenos tiempos tras la crisis económica, aunque no hubiera sido provocada por una Gran Guerra. Lo curioso es que el paralelismo se cumplió y, como hace un siglo, sí se extendió la pandemia por todo el mundo, aunque esta vez antes de la guerra en la Exunión Soviética...
Quizá cuando termine, sí comiencen los locos años veinte.
carlos
Pues en eso nos parecemos, Carlos, porque yo también hago paralelismos históricos y también tenía fe en que los años veinte del siglo XXI, serían felices como los del siglo XX (bueno, luego habrá que matizar lo de "felices o locos años 20"), pero ya vemos lo que está ocurriendo en estos primeros años. Un filósofo dijo hace unos años que el siglo XXI era el siglo XX acelerado y me temo que tiene razón.
Muchas gracias por pasarte por aquí y dejarme tus comentarios.
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