Lee Historia de las pandemias: de la antigüedad al siglo XVIII
Lee Historia de las pandemias: el siglo XIX
Lee Historia de las pandemias: el siglo XX
En 2002 hace su aparición el SARS
(SARS-CoV) pero no es detectado hasta
febrero de 2003. Se extendió rápidamente desde el sudeste asiático a Europa y
América afectando a más de 30 países. La OMS desempeñó un papel crucial en el
control de la epidemia y coordinó la investigación internacional. Pronto se
anunció que las ciudades más afectadas, Hong Kong y Beijing, habían vencido a
la enfermedad y en julio del mismo año lo hizo el resto del mundo. La forma de
control fue detectar rápidamente los contagios, rastrear las cadenas de
transmisión y aislar a las personas infectadas. En los 30 países afectados se
contagiaron poco más de 8.000 personas de las que fallecieron 774.
Toda la experiencia acumulada hace
comprender al mundo que los virus no entienden de fronteras, y que no importa
lo lejos que aparezca la amenaza, en pocas semanas puede recorrer el planeta
con un grave impacto sanitario y socioeconómico. Ya habíamos sufrido las
consecuencias de la familia de los coronavirus, especialmente dramáticas en el siglo XX, así que en 2005 la OMS insta a todos los países a prepararse ante la
posibilidad de la aparición de una nueva pandemia en el futuro. Y ese futuro
estaba más cerca de lo que imaginaban…
La Tierra. Imagen Pixebay.com |
A principios de 2009 se declara el
primer caso oficial de gripe A (N1H1) o gripe porcina, también
conocida en muchos países como Influenza. Apareció en México y se extendió
rápidamente a Norteamérica, dio el salto a Europa y llegó a todos los continentes,
pasando a declararse pandemia el 11 de junio de 2009.
Mientras los medios de comunicación se
hicieron eco del alto número de contagios, los científicos se dedicaban a
buscar tratamientos e investigar una vacuna. El índice de fallecimientos fue
bajo, aún así hubo que lamentar más de 200.000 muertes (algunos hablan del
medio millón) antes de que el 18 de septiembre de 2010 la OMS anunciara el fin
de la pandemia. Para entonces ya había comercializada una vacuna que había
superado todas las pruebas, pero llegó prácticamente al final de la pandemia.
Actualmente, hay muchos países que en la vacunación anual contra la gripe
estacional incluye también en el inyectable la vacuna contra la gripe A.
Solo dos años después, en 2012, surge
en Arabia Saudita el MERS (MERS-CoV), otro virus zoonótico más. Esta enfermedad,
aunque también tuvo repercusión mediática, lo hizo de manera más limitada
puesto que los casos detectados correspondían en un 80% a esta región, aunque
llegó a expandirse a 27 países más, saliendo de la zona de Oriente Medio solo
en raras ocasiones por viajeros infectados allí. No era una enfermedad
altamente contagiosa y los brotes resultaron fáciles de aislar y controlar, al
tratarse la mayoría de ellos de familiares y personal sanitario que había
atendido casos sin las debidas precauciones. Ese mismo año se dio por
finalizada la pandemia con unas 850 víctimas registradas.
Como vemos la denominación de pandemia
no responde tanto a la cantidad de contagios y víctimas mortales, sino al
número de países que se ven afectados.
La alarma se dispara cuando en 2014
descubrimos una amenaza terrible en África. Realmente no era nuevo, puesto que
esta enfermedad llevaba décadas cobrándose vidas muy cerca del río Ébola, pero occidente no le había prestado
demasiada atención. Sin embargo, el
brote de Ébola que golpeó Guinea en 2014 y se extendió a Sierra Leona y Liberia
era mucho más extenso y mortal que la suma de todos los que se habían dado en
África Occidental desde que apareciera en 1976. De nuevo, era un virus muy
grave transmitido de animales salvajes a personas y después de persona a
persona. La letalidad fue de un 50%, en algunos lugares llegó al 90%. Pero se
hicieron esfuerzos para contener el virus, lograr un tratamiento que pudiera
aumentar la supervivencia y descubrir una vacuna. La pandemia se dio por
finalizada en 2016. Pero desde África se denuncia que los tratamientos no son
eficaces, que la vacuna es experimental y que aún siguen los contagios. Ha sido
en 2020 cuando las autoridades sanitarias que se ocupan de esta enfermedad dan
por contenida la epidemia.
Y llegamos a diciembre de 2019 cuando
China notifica al mundo que en Wuhan se ha extendido un tipo de neumonía
desconocida. Pronto descubrimos que un nuevo coronavirus, el COVID-19 (SARS-CoV-2) azota al mundo. Ahora los
ciudadanos sabemos que se ha empleado el mismo método para intentar contenerlo
que con el SARS-CoV (detección rápida de los casos, rastreo de contactos y
aislamiento de las contagiados), pero hemos comprobado que, esta vez, no ha
tenido éxito.
Con las gripes asiáticas, la de Hong Kong y las posteriores, nadie se planteó restricciones, ni cierres de
establecimientos. La gente siguió su vida normal. La economía no debía verse
afectada.
Ya hemos hablado aquí de este nuevo coronavirus que fue declarado pandemia el 11 de marzo de 2020. Es mucho más contagioso y mortal que la gripe A y solo se ha conseguido doblegar con confinamientos. Esta vez, los gobiernos del mundo pusieron la vida de las personas por encima de la economía. Durante el siglo XXI la tuberculosis ha continuado siendo la enfermedad contagiosa que más muertos causa en el mundo: un millón al año. El COVID-19 superó esa cantidad en octubre. Actualmente, mediados de noviembre de 2020, se calcula alrededor de 54.600.000 contagios confirmados y más de 1.320.000 fallecidos oficiales.
Ahora sabemos muchas más cosas que en
marzo y los tratamientos son más efectivos. El último estudio confirma que se
transmite por aerosoles. Tenemos pruebas diagnósticas suficientes, rápidas y
fiables. Tenemos mascarillas. Todos conocemos las medidas de prevención y la
importancia de los rastreos, de cumplir la distancia social, de huir de
aglomeraciones y de ponernos en cuarentena en caso necesario. A pesar de ello, desde septiembre estamos inmersos en la segunda ola, continúan subiendo los contagios y las muertes
diariamente. Hemos pasado de las restricciones de movilidad, a cierres
perimetrales, cierres de restauración y ocio, toques de queda, cuarentenas y
confinamientos en muchos países europeos. Pero continúa habiendo fiestas clandestinas
y actos multitudinarios por todo el mundo. Se multa a quienes incumplen las
medidas y se viven disturbios en las calles. Se mantiene la discusión entre
salvaguardar la salud o la economía, y hay bastantes personas que defienden que
hay que convivir con el virus. Seguimos oyendo las burlas de los negacionistas
y las teorías de aquellos que creen que todo es una conspiración. Cartel con protocolo de protección.
Quedó demostrado que al terminar el
confinamiento y llegar el verano, el virus no se fue, por más que muchos
trataran de fingir que había desaparecido. Y, aún hay gente que cree que el
coronovirus se marchará mágicamente con el 2020, y el 1 de enero de 2021 esta pesadilla habrá
terminado. Ojalá. Pero no será así.
Nos queda confiar en los médicos y en
los científicos que están desarrollando las candidatas a vacunas. Se está
dedicando mucho esfuerzo y dinero en todo el mundo para investigar la
enfermedad y hallar la cura. En pocos días hemos sabido de dos vacunas
altamente efectivas que podrían estar aprobadas antes de final de año y esta
noticia ha esperanzado a todo el planeta. Mientras estas llegan, debemos seguir las recomendaciones y ayudar
dentro de nuestras posibilidades. Y recordar que los seres humanos hemos
conseguido sobrevivir a situaciones peores que esta, así que todo saldrá bien.
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