Ya
hemos hablado aquí del amor y del matrimonio, y de que la mayoría de ellos eran
pactados y por conveniencia. En todos los estamentos sociales muchas parejas se
veían obligadas a casarse y se asumía como algo normal con la esperanza de que
el amor llegase con el tiempo. Y aunque se dan más casos de matrimonios
indiferentes o desgraciados, también se cuentan algunos felices en los que las
parejas se quisieron mucho.
La
que se llevaba la peor parte, la mayoría de las veces, era la mujer. Permanecer
soltera no era una opción aceptable pues la señalaba y la convertía en la burla
de la sociedad (aún hoy en día la palabra “solterona” se sigue empleando de
forma despectiva, mientras los hombres maduros son “solteros de oro”). Las
mujeres, tanto para casarse como para entrar en la vida religiosa, tenían que
aportar una dote. Pero el hecho de que
la familia de la novia fuera tan pobre que no podía darle dote impedía que la
muchacha contrajera matrimonio.
El
papel reservado para las casadas era el de traer el máximo número de hijos al
mundo, preferiblemente varones (ya que existía una alta tasa de mortalidad
infantil). Si no lo hacía, se veía sometida a una serie de ritos (que podían
ser mágicos, supersticiosos o religiosos) y pócimas afrodisiacas y si esto no
daba resultado podía ser repudiada. Los hombres también eran presionados con la
obligación de tener descendencia y podían verse obligados a tomar toda clase de
brebajes para engendrar un hijo. Parece que Fernando el Católico murió a causa
de los efectos secundarios de fuertes sustancias que se consideraban
afrodisiacas y que ingería por la necesidad de tener un hijo con su segunda
esposa Germana de Foix, 35 años menor que él, con quien contrajo matrimonio al
año siguiente de quedar viudo de Isabel la Católica.
Un
número elevado de mujeres morían en el parto, por complicaciones o infecciones
posteriores (como las denominadas fiebres puerperales) o por sobreparto (demasiados embarazos seguidos sin
dar tiempo al cuerpo a recuperarse). Entonces, en la mayoría de los casos, el
hombre se volvía a casar. Sin embargo, el número de viudas que volvían a
contraer matrimonio era menor. No resulta extraño si pensamos que la mujer
nunca era libre, pasaba de la tutela del padre a la del marido, siempre era
equiparable a una menor de edad. Pero las viudas gozaban de más libertad que el
resto, con lo que si tenían dinero suficiente o un oficio para mantenerse por
sí mismas sin pasar más penurias que las comunes de la época, no sorprende que
un buen número de ellas optara por no volver a casarse.
Para
saber qué les pasaba en algunos países y durante largos periodos históricos a
las viudas que solo tenían hijas no hace falta más que leerse alguna de las
novelas de Jane Austen. Las mujeres no tenían derecho a heredar nada de sus
maridos, ni siquiera la casa en la que habitaban. Todo el patrimonio pasaba a
manos del familiar varón más cercano (aunque fuera un primo tercero que nunca
habían conocido) y la mujer e hijas quedaban a merced de la caridad de este
familiar, por lo que a nadie le debe extrañar que la viuda intentara casar a
una de sus hijas con dicho familiar.
Algunos
historiadores niegan que existiera en la Edad Media el derecho de pernada (el
señor feudal podía pasar la primera noche con la esposa de su siervo). Una
prueba de que existía es precisamente la
derogación de los llamados malos usos
señoriales por parte de Fernando el Católico y, entre los muchos abusos y
maltratos que englobaba esa expresión, se encontraba este.
Isabel y Fernando, los Reyes Católicos. |
Respecto
a las violaciones eran relativamente frecuentes. Las victimas solían callar por
vergüenza, y si denunciaban se las ponía en entredicho. Sin embargo, cuando se
creía el testimonio de la mujer, había diferentes penas para el violador,
aunque frecuentemente se le imponía una multa, la cuantía dependía del estatus
social de la víctima, pero si aceptaba casarse con ella ya no tenía ningún
castigo y la mujer se veía obligada a contraer matrimonio con su violador. Esta
práctica en la actualidad continúa siendo legal en algunos países.
4 comentarios:
Hola MJ por desgracia en algunos países aún parece que se está en la Edad Media.
Da mucha rabia ver el papel de la mujer como intercambio de mercancias.
Besos
Eso es lo peor, que en algunos países (y en algunas mentalidades) todavía dura la Edad Media.
Lo mejor es que cada vez hay más conciencia y más conocimiento sobre todo esto.
Sí, Conxita. Todavía hay gente que sigue teniendo pensamiento medieval y cree que las mujeres son una mercancía, un objeto, una propiedad. Luego oímos decir a unos cuantos que no saben por qué las feministas siguen luchando si ya lo han conseguido todo...
Gracias por tu comentario.
Gracias por tu comentario, Ángeles. Pues sí, todavía hay gente medieval en el mundo, pero vamos avanzando y adoptando una mentalidad más abierta y respetuosa.
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