CONTIENE
SPOILERS
Aquella será su última expedición. Iba mejor equipado que nunca
y con la financiación de varios periódicos y sociedades, entre ella la Royal
Geographical Society y los Rockefeller. Antes de marchar, pide que nadie
intente rescatarlos en caso de desaparición y decide mantener su ruta, su
posición y su campamento en el más estricto secreto.
Tras 35 días, los dos guías que lo acompañaban regresan a la
capital de Mato Grosso con un mensaje de Fawcett. El 29 de mayo escribe a su
esposa Nina: “Espero contactar con la vieja civilización en un mes. No debes
temer que fracase”.
Después de aquello el silencio más absoluto. Percy Fawcett de 58
años, su hijo Jack de 22 y su amigo Raleigh de 23 desaparecen en el norte de
Mato Grosso, en una selva frondosa e inexplorada, a la que las propias
autoridades brasileñas no se atreven a entrar para afianzarla como territorio
nacional hasta el año 1943.
Haciendo caso omiso a su petición de que nadie acudiera en su
búsqueda, en las décadas posteriores se organizan más de 13 expediciones de
rescate donde desaparecen o mueren casi un centenar de personas. Son tantas las
misiones de salvamento que el New York Time ha calculado que han superado a las
que se han realizado en época histórica para hallar El Dorado.
Quienes regresaban del infierno verde traían solo rumores muy difíciles
de verificar. Hubo toda clase de versiones, así algunos aseguraban que
encontraron a Fawcett viviendo como un ermitaño cerca de las fuentes del río
Paraguay pero que se había vuelto completamente loco; otros decían que el
coronel y sus compañeros habían rehecho su vida en una de las tribus; y los más
optimistas sostenían que Fawcett había encontrado, por fin, la ciudad perdida de Z.
Ya la expedición de 1927, dirigida por Dyott, afirmaba que había
encontrado pruebas de la muerte de Fawcett, pero que tuvieron que regresar
porque los indios se habían organizado como un ejército frente a lo que creían
que era una invasión. Al año siguiente otros exploradores encuentran un anillo
y una brújula a orillas del Xingú que podrían haber pertenecido a Fawcett, pero
Nina no termina de reconocer la joya como propiedad de su marido.
De hecho, la película termina cuando Nina recibe la famosa
brújula, aquella misma que unas escenas antes, Fawcett le había prometido
hacerle llegar como señal de que había descubierto Z. Así pues, los más
optimistas podrían considerar que la película tiene final feliz y que Fawcett
alcanza su sueño, encuentra aquella ciudad perdida y la civilización primigenia
que la habitaba; pero un espectador realista se da cuenta, por el tono triste y
dubitativo con el que se trata este hallazgo, que Fawcett ha vuelto a fracasar
y, probablemente, ha muerto en mitad de aquel infierno verde.
Periódico de la época dando la noticia. |
Una de las ediciones actuales de "A través de la selva amazónica". |
Posteriormente se encontraron restos del campamento, objetos y
cuadernos de bitácora de Fawcett. Años más tarde, su hijo Brian, recopilaría
todos los ensayos, cartas y documentación de Percy desde aquella primera
expedición americana de 1906 hasta la última en 1925 en su libro A través de la selva amazónica que aún
hoy se sigue reeditando.
Lo cierto es que los últimos que vieron con vida a nuestros
aventureros fueron los indios kalapalos que declararon que estaban muy
enfermos. De hecho, en esta tribu hay una tradición oral que se cuenta desde
hace generaciones sobre los exploradores (Fawcett y sus compañeros) que se adentraron
en la selva amazónica desoyendo sus advertencias de que serían asesinados por
los “indios feroces”.
Pero nada se sabe con certeza del destino que corrieron. Puede
que murieran consumidos por las fiebres, atacados por animales salvajes o en
manos de los indígenas. Las tribus de la zona contaron versiones contradictorias
y se acusaron unos a otros de haber matado a Fawcett y su equipo. La versión
más verosímil es la que indica que el explorador británico robó canoas y
víveres para poder continuar su viaje hacia los territorios ignotos y que en
uno de los campamentos indígenas Fawcett regañó y pegó a unos niños por jugar
con una de sus armas, cosa imperdonable para los nativos, que respondieron
golpeando al británico con una piedra en la cabeza, provocándole la muerte. Así
se lo confesó el jefe de los Kalapalos al investigador Orlando Villas-Boas. Según
su relato, Jack y Raleigh, que fueron testigos del hecho, perecieron lapidados
para que no pudieran revelar la historia y sus cuerpos fueron arrojados a un
río. Sin embargo, Fawcett, al ser considerado un anciano, debía ser enterrado
con respeto. En 1951 entregaron a Villas-Boas los supuestos huesos del
británico. El brasileño envió los restos a Inglaterra para que fueran
analizados. Los resultados indicaron que no pertenecían a Fawcett y fueron
devueltos a Villas-Boas que, según su propio testimonio, los tuvo debajo de su
cama. Con el paso del tiempo y el avance de la tecnología, se propuso a los
familiares del explorador hacer las pruebas de ADN a los huesos encontrados,
pero la familia de Fawcett se negó a aportar muestras. Parece que en la
actualidad, los supuestos restos se encuentran en Sao Paulo.
En 1996 aún hubo otra expedición para aclarar lo ocurrido con
Fawcett, pero los exploradores se encontraron, en fechas tan recientes, con los
mismos obstáculos que el británico en 1925 y finalmente fueron secuestrados por
una tribu a la que se le pagó un rescate para que los dejaran marchar con vida.
En 1998 Benedict Allen volvió a hablar con los Kalapalo que
negaron haber matado a Fawcett y aseguraron que los huesos encontrados por
Villas-Boas no pertenecían al explorador.
Así llegamos a la actualidad, cuando el libro de David Grann
(que se entrevistó tanto con la tribu Kalapalo, como con los familiares de
Fawcett para documentarse) se convierte en guión para la exitosa película Z, la ciudad perdida, recuperando la
historia del coronel Fawcett, el último de los grandes exploradores.
En un mundo donde todo parece ya descubierto, aún quedan
misterios por revelar, tierras por escrutar. En los últimos años se ha
encontrado una red de calzadas que, presumiblemente, comunicaban grandes
ciudades en el interior de la selva; se han hallado restos de altares de
piedra, lugares de culto y pinturas rupestres en Mato Grosso (tal y como
predijo Fawcett hace un siglo) y otros indicios de civilizaciones muy antiguas
en Guatemala, Brasil y Bolivia.
Los más modernos satélites que rastrean el planeta nos envían
fotografías de zonas frondosas con extrañas estructuras que parecen
artificiales, quizás pirámides perdidas en mitad de la selva. Aunque parezca
mentira, todavía los exploradores no han llegado hasta allí. Continúa habiendo
en el Amazonas territorios que no han sido pisados por el hombre y que esperan
a alguien tan tenaz y soñador como el coronel Percy Fawcett.
Entrada a Z, la ciudad perdida, imaginada por Brian Fawcett. |
4 comentarios:
Al leer historias de este tipo es inevitable pensar en cómo una pasión, un sueño, y el afán por saber, pueden convertir a un valiente en un temerario. Y en cómo gracias a los temerarios y a los incomprendidos, a los tomados por locos, debemos tantos descubrimientos gracias a los cuales conocemos mejor el mundo en el que vivimos.
Gracias por compartir tus conocimientos.
Sí, ha habido en el mundo muchos temerarios que han perseguido su sueño hasta el final. Y, gracias a ellos, sabemos más de todo. Por eso comentaba que la película me hizo pensar en los innumerables peligros que corrieron los cartógrafos para que nosotros tuviéramos un mapa sin tierra ignota (aunque, todavía queda algún "agujero negro" por ahí escondido) que mirar o un globo terraqueo (quizá una simple lámpara) que poner en la mesita o convertir en pequeño bar portatil... Recuerdo que la primera vez que me subí a un avión y vi la costa recortada exactamente como en los mapas, me pregunté cómo podían haberlos hecho tan perfectos sin poder verlos desde el cielo...
Muchas gracias por tu interés y por tu comentario, Ángeles.
A saber cuál es la verdad. Lo que yo creo es que no sobrevivieron ni encontraron esa ciudad.
Marivi.
Lo más seguro es que perecieran en el intento de encontrar esa ciudad. En realidad, es una historia muy triste. Gracias por tu comentario, Mariví.
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