Todos aquellos que hemos nacido antes de 1985
sabemos el hito que significaba para varias generaciones la llegada del año
2000. Aunque el cambio de siglo no se produjera hasta el año 2001, para la
mayoría de nosotros el 2000 era el número redondo que marcaría la nueva era, el
nuevo siglo, el milenio, el avance. Nos
habían dicho muchas veces que ese año no llegaría nunca, y de hecho, no
faltaron obras apocalípticas que nos dejaban a las mismas puertas, como por ejemplo
Fin del mundo. Año 1999 de Charles Berlitz. Pero estos son libros con fecha de
caducidad y ya se sabe que los buenos libros no la tienen.
Antes del año 2000 tuvimos la típica crisis fin de
siglo, es algo normal, es como las crisis de los 40 o de los 50 que sufren
algunas personas. Parece que todos los siglos las han pasado, y cada uno se ha
librado de ella a su manera. En los 90 también la tuvimos (y sigue coleando),
pero esta vez teníamos un medio muy poderoso para propagarla: el cine. Las
películas sobre desastres naturales, guerras y meteoritos que chocaban con la
Tierra se multiplicaron. Pese a todo ello, la esperanza y la imaginación de
mucha gente estaba puesta en esa fecha mítica. Cuando se hablaba del mundo en
el 2000 aparecía siempre una señorita vestida de plateado, una nave espacial,
robots y todo lo que cada cual quisiera añadirle. Esa fantasía “de andar por
casa” se unía a la que tuvo Stanley Kubrick en 1968 con su película 2001: una
odisea del espacio.
¿Qué tendríamos en el 2000? Coches voladores,
teletransporte, hologramas, robots (serviciales o amenazadores), vacaciones en
la Luna o en Marte… ¿Qué tuvimos? ¡Miedo al efecto 2000! Parece que los
programadores informáticos cometieron un terrible error, o quizá fue solo falta
de fe en el futuro y en la llegada del año 2000 (¡qué ironía!), y pusieron en
los ordenadores solo dos cifras, ¡solo dos cifras! Así que cuando llegó el 31
de diciembre del año 1999, para ellos era el 99… ¿qué año seguía después? Sería
lógico pensar que el 100, pero no, el que debería seguir era el 2000, pero
ellos temían que fuera el 1900. Solo dos cifras, del 99 al 00. Y al principio
los simples mortales nos preguntábamos qué importancia podía tener aquello… y
resulta que mucha, porque el 1 de enero de 2000 sería sábado mientras que el 1
de enero de 1900 fue lunes, por lo que se vaticinaban toda clase de desastres
tecnológicos: interrupción en la red eléctrica, caos en los medios de
transporte, desconexión de los satélites (pobrecillos, ellos no estaban
inventados en 1900)…
Nadie pensó que todo ello no era nada comparado con el
terrible miedo apocalíptico que habían sufrido los desgraciados de finales del
año 999 cuando esperaban la llegada del primer día del año 1000. Nuestro cambio
también se trataba de miedo y se intentó solucionar con mucho dinero. Años de
trabajo, parches y más parches para que los ordenadores supieran que entraban
en el año 2000. Al final parecía resuelto, pero nadie podía saberlo a ciencia
cierta hasta que llegara el año soñado o temido.
Recuerdo el larguísimo (y precioso) programa
televisivo que mostraba con bellas imágenes la llegada del “nuevo milenio” a
los diferentes lugares del planeta. Los primeros en entrar en el día 1 de enero
fueron las islas del Pacífico, pero ellos no estaban tan informatizados como
para servir de confirmación a la burla que le pretendían hacer al efecto 2000.
Llegó el año nuevo a Japón y contuvimos la respiración esperando que de un
momento a otro la señal se perdiera y la tele pasara a fundido en negro.
“Seguimos aquí” o algo parecido dijo el locutor japonés. Y me imagino que los
programadores debieron descorchar muchas botellas de champán (o beberse unas
buenas cervezas) para celebrar que su metedura de pata no había tenido consecuencias
nefastas para la civilización.
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7 comentarios:
Este asunto del "efecto 2000" refleja que a los seres humanos se nos da muy bien preocuparnos e imaginar catástrofes que luego no se llegan a producir, ya sean universales o personales de cada uno.
Sí, Ángeles. A veces parece que los seres humanos tenemos mucha imaginación, pero otras, no tenemos imaginación ninguna.
Muchas gracias por tu amable invitación, Natalia. Por supuesto que entraré en vuestra página. Me parece un proyecto muy bonito.
que recuerdos me han llegado al leer el articulo, bueno desde luego, aquellas navidades en tv se esmeraron y tiraron la casa por la ventana , desde luego salio todo bien, también en aquellos tiempos poner a tu empresa 2000 era significativo de moderno de estar mas allá , gracias por compartir este recuerdo
Muchas gracias a ti por comentar, Miguel Ángel.
Efectivamente antes de que llegara el nuevo milenio había multitud de negocios que llevaban el "2000" en susnombre porque era lo más novedoso, futurista y con clase :-)
El programa que hizo TVE ese día fue precioso, con imágenes muy bellas y conexiones de diferentes puntos del planeta.
Ah, vaya...yo me quedé con la sensación de que todo ese terror fue una estafa, una suma de sensacionalismo y de negocio para vender algún chisme adaptador de los viejos ordenadores a la nueva cronómetría que imponía el nuevo siglo. Quizá porque alguien veló para que nada anormal sucediera y, afortunadamente, no vino el apocalipsis informático.
carlos
Yo nunca pensé que fuera a haber ningún apocalipsis informático. Pero recuerdo haber vivido el efecto 2000 con incertidumbre, pensando cómo habían podido ser tan tontos de poner solo dos dígitos. Y recuerdo aquel programa de fin de año que duró todo el día, con imágenes bellas de lugares que iban entrando en el nuevo milenio, en aquella cifra redonda y esperando que llegara a un lugar fuertemente informatizado para saber si se iba a fundido en negro y alegrándome de que eso no sucediera.
Gracias por comentar, Carlos.
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