Cuando te pasas el día con la cabeza en las nubes,
imaginándote en un mundo distinto o soñando despierta y, por una de esas
casualidades extrañas, tropiezas con un libro que se titula La vida imaginaria y que tiene esta portada, piensas que te has encontrado con un amigo, con
alguien con el que sentarte en una nube y ponerte a soñar.
Desde el primer momento pensé que el libro de Mara Torres me
interesaría, que contaría una fantástica aventura, que narraría la historia de
una persona normal que es capaz de alejarse del mundo corriente y de sobrevivir
a base de imaginación.
Cuando lees la sinopsis te das cuenta de que es una
historia de desamor, pero no una historia de desamor cualquiera. Es la historia
de Nata, una mujer un poco obsesiva y muy imaginativa que se dedica a soñar
despierta, a viajar con el pensamiento a ciudades hermosas para hacerse la
encontradiza con el novio que acaba de abandonarla, a colarse en su casa
volando en una cama y mantener conversaciones imposibles. En realidad, es una historia triste que habla de
desamor, soledad, miedo y crisis.
Narrada en primera persona, con lenguaje
sencillo, coloquial, con mucho sentido del humor y una pizca de ironía. Nata
nos va contando todo lo que pasa por su cabeza, todas las preguntas
intrascendentes, alocadas o profundas que se hace a lo largo de esos meses.
Habrá días en los que nuestra protagonista se sentirá tan asustada que, a
fuerza de desear tener una coraza, se vista de astronauta y otros en los que su
mundo se teñirá de rosa literalmente. Habrá ocasiones en la que nos identifiquemos con sus sentimientos y otras en las que nos riamos con sus ocurrencias. Y
llegaremos al desenlace de la novela, un final abierto para que, como su propio
nombre indica, te imagines su vida o para… ¿una continuación?
Mientras leía el libro, entre sonrisa y sonrisa, no
podía evitar comparar la torpeza, la indecisión y el miedo de Nata con el de
otro personaje femenino de la literatura contemporánea: Bridget Jones.
¿Es Nata
la versión española de Bridget? Ambas historias están narradas como un diario,
ambas son divertidas, ocurrentes y directas…
Mi impresión personal es que Bridget es más
superficial que la española, pero ambas reflejan las crisis
personales, el miedo a crecer, a enfrentarse a la realidad, a quedarse solas.
Las
dos tienen buenos amigos. Bridget corre aventuras graciosas con ellos, despotrica de los hombres en sus
conversaciones, detesta a los “petulantes casados” y sueña con el príncipe
azul. Nata tiene conversaciones políticas con sus amigos, comparte con ellos el
miedo al desempleo, al cambio forzoso de estilo de vida y se sumerge en la
negación y la ira ante el desamor. Está inmersa en su vida imaginaria, en
sus propios sentimientos y emociones, pero no puede escapar a la realidad del
país.
Bridget ya tiene dos películas… ¿veremos a Nata en
la gran pantalla?
4 comentarios:
Prometo, MJ, volver a ver las dos entregas de Bridget Jones, porque solo recuerdo -y mal- un par de escenas y me ha picado la curiosidad al leer esta crítica de "La vida imaginaria".
Besitos.
Yo no he leído ninguno de los dos libros, pero me parece interesante que hayas visto esa similitud entre ellos. Y la "sospecha" de que el final abierto sea una posibilidad de continuación, también, je-je.
Que sigas disfrutando de tus libros :-)
Gracias por tu comentario, Sara. Bueno, no hace falta que te vuelvas a ver las pelis, pero si te sirven para reirte un rato, pues estupendo :-)
Gracias por tu apreciación, Ángeles. Pero puede que sea una mal pensada, porque he leído una entrevista en que la autora dice que no tiene intenciones de hacer una segunda parte. Yo ya lo pensé desde que me enteré del nombre de la protagonista: Fortunata Fortuna, preparado para hacer toda una saga, vamos ;-)
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