No hay que esperar al nacimiento de la paleontología
como ciencia, a finales del siglo XVIII, para descubrir que a lo largo de la
historia muchas personas encontraron fósiles y les dieron una explicación. Me
imagino a uno de esos caballeros medievales de brillante armadura tropezando
con el esqueleto de un dinosaurio y me gusta pensar que se dio cuenta de que
era uno de aquellos “terribles lagartos” de los que siglos después nos hablaría
la ciencia. Quizá ese despierto héroe con su imaginación y su espíritu
aventurero dibujó dragones en el cielo y salió a su caza. Esto es solo mi
hipótesis personal y poco realista. Pero lo cierto es que encontrar,
encontraron fósiles, y no necesitaron de sesudos estudios para darles una
explicación. Para los medievales estaba más que claro, aquellos restos
pertenecían a los animales que no encontraron sitio en el Arca de Noé y
perecieron en el diluvio. Eran seres antediluvianos… y, en eso, tenían razón.
Todos aquellos que hemos crecido en la tradición
judeocristiana conocemos a Noé. En el Génesis se nos narra como Yahvé, enfadado
con la humanidad envía el diluvio, pero antes da instrucciones a Noé para que
construya un arca y salve a su familia. Además debía embarcar a animales de
distintas especies. Fueron cuarenta días y cuarenta noches de lluvias
incesantes, pero al final consiguen tocar tierra gracias a la ayuda de una
paloma que regresa con una ramita de olivo en el pico. Creo que de niños a
todos nos gustaba esta historia.
Noé y su familia embarcando a los animales. |
Unos años más tarde, quizá obligados por nuestros
profesores, quizá por curiosidad, leemos algo de mitología griega y nos
encontramos con la historia de Deucalión y Pirra, que alertados de que Zeus iba
a enviar un diluvio para castigar a la humanidad, deciden construir un arca. La
sorpresa inicial se acrecienta con la lectura de “La Metamorfosis” de Ovidio,
donde se recoge la misma leyenda.
Ya en la universidad, un profesor nos invita a leer
la epopeya de Gilgamesh. Este héroe mesopotámico va en busca de la inmortalidad
y en su viaje conoce a Uta-na-pistim, quien le narra cómo, advertido de la
llegada de un diluvio, construye un barco que llena de semillas y animales.
Este poema data del siglo XIV a. C. y es, claramente, anterior al Génesis y a
la mitología griega. Por supuesto, estos
pueblos tuvieron contacto, pero el mito del diluvio lo encontramos
repetidamente en culturas de cualquier rincón del mundo.
Tablilla con parte del poema de Gilgamesh. |
2 comentarios:
Me encanta la imagen de los medievales encontrando fósiles de T-Rex (por ejemplo)e imaginando seres maravillosos (que lo son, de hecho).
Y también me ha gustado que te refieras a Las Metamorfosis de Ovidio, porque es un libro que me encantó cuando lo leí en el instituto, al contrario de la mayoría de los que nos mandaban leer...
Muy interesante. Espero la continuación.
Muchas gracias, Ángeles. A mi también me encanta pensar en un caballero medieval encontrando un dinosaurio... el primer paleontólogo ;-) Para que luego digan que en la Edad Media no se inventó ni se descubrió nada...
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