El señor Timmins es abogado en un despacho de Figtree Court. A sus manos llega un caso que promete ser fuente de importantes ingresos lo que aviva la imaginación de su esposa.
La señora Rosa Timmins está dedicada a componer poemas y a cuidar de su bebé, pero las nuevas perspectivas hacen que todos sus pensamientos giren entorno a la idea de organizar una cena con lo más selecto de la sociedad londinense.
Pero surgirán inconvenientes, el primero de ellos el espacio. El señor Timmins se queja de que en su comedor no caben ni diez personas y su esposa piensa invitar a veinte. Rosa no se preocupa pues cree que, como hay tantas fiestas en esa época, diez rechazarán la invitación y todo saldrá bien. Juntos se ponen a elaborar la lista de invitados, pero se plantea el problema de a quién invitar y a quién no, los viejos amigos o familiares que no estén a la altura no deberán acudir a la cena aunque puedan sentirse ofendidos, mientras que sería conveniente invitar a alguien realmente ingenioso para que amenice la velada.
El menú, las sillas, la vajilla, los cubiertos, la necesidad de alquilar a un mayordomo harán que las cosas se compliquen cada vez más. La presencia de la madre de Rosa intentando organizar todo a su forma y la confirmación de asistencia de los veinte invitados, terminarán de enredar la situación.
Esta
pequeña novela, que se lee en una tarde, está repleta de humor,
sátira y crítica que harán las delicias del lector. Totalmente
recomendable.