Lee también Diario de Viaje: Florencia y Pisa. Parte I (una marquesa imaginaria con miedo a volar), parte II (el Duomo sin Síndrome de Florencia), parte III ( David, la Galería de los Uffizi y la Capilla Medicia), parte IV (el David original, una torre robada y el atardecer en el Puente Vecchio) y parte V (otro David, la leyenda del patrón y visitando a los genios en Santa Croce).
“no photo”… pero…
Aún
teníamos tiempo de acudir a la iglesia de Orsanmichele, una de las más
importantes de Florencia. El interior estaba atestado de gente que observaba
azarosa las hermosas capillas de la iglesia. Esta vez no se me pasó que debía
llevar los hombros cubiertos y me puse el pañuelo antes de entrar. No encontré
a nadie que nos gritara, nos empujara o nos obligara a tirar la botellita de
agua, así que me decidí a sacar la cámara de fotos y llevarme un recuerdo de
tan hermosas esculturas, pero en ese momento un viejecito sonriente me dijo con amabilidad que no se podían hacer
fotos. No parecía ser el vigilante, porque no iba uniformado, ni tenía las
malas pulgas del resto de empleados. Por un momento dudé, sosteniendo la cámara
entre mis manos, pero debía ser un trabajador o voluntario que cuidara del
orden en la iglesia, así que me decidí a guardar la cámara. Me volvió a mirar
sonriente y me dijo que por ser yo tan guapa me permitía hacer una fotografía,
pero solo una. Le agradecí el piropo pero no acepté la amable invitación y me
marché, minutos después, de la iglesia sin un recuerdo del interior. Eso sí,
para compensar hice unas cuantas fotos a las esculturas que adornaban la
fachada.
Una de las esculturas del exterior de Orsanmichele. |
“Yes wáter”
Supongo
que las autoridades de la ciudad saben que
a los turistas se les retiran las botellas de agua en las galerías de arte,
porque algún loco haya “refrescado” una de sus idolatradas obras, sin tener en
cuenta que peores consecuencias pueden acarrearles las altas temperaturas y el
exceso de público. Y creo que por ello, y en un alarde de modernidad, hay que
agradecerle al Ayuntamiento florentino que haya dispuesto una máquina
dispensadora de agua fría o con gas en uno de los lugares más concurridos. La
verdad es que yo pequé de desconfiada y no me atreví a rellenar mi botella vacía
con el agua que nos ofrecían de forma gratuita. Eva y Antonio sí lo hicieron y
se alegraron de ello, pero yo no me atreví, a pesar de su insistencia… ¿algo
gratis? Muy raro… Pero no había trampa ni cartón.
¿Te atreves a subir al campanille?
Duomo de Florencia. |
No,
he de admitir que no me atreví a subir al campanile, aunque me habían asegurado
que allí las vistas del interior de la cúpula eran impresionantes. Seguía
llevando en mi brazo la “huella” del campanario de la catedral de Baeza, el
cansancio en los pies y la sensación de claustrofobia de la mitad superior de
la ascensión.
El
interior del duomo puede resultar un tanto decepcionante al que espera el
esplendor de los palacios o la majestuosidad de las capillas mediceas. Pero es
amplio, despejado y tiene un curioso reloj sobre la entrada que me llamó mucho
la atención.
Interior de la cúpula del duomo. |
Lo
que sin duda maravilla a todo visitante es el interior de la hermosa cúpula
donde todo el mundo se deja el cuello con la intención de fotografiar sus
magníficas pinturas.
En
la planta baja estaba la entrada al museo, como expliqué anteriormente, no
entramos, pero pudimos ver la antiquísima escalera casi desmoronada por el paso
de los siglos que se protegía bajo la actual.
Los bailes y los mapas.
Palazzo Vecchio. |
De
visita obligada nos pareció el interior del Palacio Vecchio y no nos
equivocamos. Tan solo con traspasar la entrada ya merece la pena el patio
interior con sorprendentes y sólidas columnas de fuste estriado en la parte
inferior y florido en la superior. Una luz calida inunda el espacio y una
fuentecita modesta, que contrasta con la suntuosidad de las columnas, adorna el
centro. Después puedes pasearte por las numerosas salas, amuebladas con gusto y
riqueza. La que más me gustó fue la sala de baile, donde también solían
representarse obras de teatro y que actualmente es una gran sala de
conferencias.
Sala de los mapas en el Palacio Vecchio. |
Cuando
accedes al piso superior puedes asomarte a la balconada donde se sentaban los
señores a presidir los numerosos actos y contemplar, desde aquella altura
privilegiada, los grandes cuadros que adornan las paredes laterales. Frente a
ti encuentras tres vanos por donde entra una luz blanca y brillante que casi
deslumbra. Y otra de las estancias más famosas es la de los mapas, que como su
propio nombre indica, muestra la representación de numerosos países y donde Eva
se fotografió señalando a España, aunque más parece una chica del tiempo. Me
encantó el gran globo terráqueo que ocupaba el centro de la sala, ya oscurecido
por el paso del tiempo, aunque le urja tanto una restauración como una botella
de agua en los Ufizzi, es impresionante.
Poco imaginaba entonces que en el maravilloso Palacio Vecchio se rodaría, varios años después, la película Inferno portagonizada por Tom Hanks y basada en la novela del mismo nombre de Dan Brown, de la que hemos hablado aquí.
Una de las salas del Palacio Vecchio. |
Transportados a los “vecchios”
tiempos.
El salon de baile en un grabado de la época. |
Antes
de pasar a la sala de los mapas, tuvimos el privilegio de contemplar la cúpula
del duomo desde las ventanas entreabiertas del Palacio Vecchio, una de las
imágenes más preciosas del viaje. En la sala, un cuarteto ensayaba para un
concierto. La música era realmente embriagadora y la voz de la cantante, dulce
y melodiosa, te transportaba en el tiempo. La muchacha quizá por vanidad, quizá
por timidez, había pedido que no la fotografiaran mientras cantaba y así nos lo
hizo saber una de las empleadas. Nos sentamos, con el resto de visitantes en
una de aquellas sillas de metacrilato que llenaban la estancia para asistir a
aquel espectáculo inesperado.
Antonio
estaba extasiado ante la preciosa música, Eva escuchaba con atención y yo
observaba curiosa los antiguos instrumentos que tañían mientras me preguntaba
cómo se llamaría la pieza que tocaban y de qué época sería.
Vista de la maravillosa cúpula del Duomo desde una de las estancias del Palacio Vecchio. |
Un discurso inesperado.
Al
bajar las escaleras, cerca de la salida, oí a alguien que hablaba desde una de
las salas. Su voz tenía el sonido característico de quien habla por un
micrófono y su tono era un tanto exaltado. La puerta estaba entreabierta así
que, movida por la curiosidad, me asomé tímidamente y observé la escena. Ante
mí unos estrados repletos de gente, sobre la tarima un orador. No todos los
asistentes atendían a las palabras del caballero. Unos tomaban notas, otros lo
miraban con fastidio y unos pocos daban cabezadas, pero aquello no amilanaba al
del estrado que continuaba con su encendido discurso. No entendí nada de lo que
decía, pero un cartel me hizo comprender lo que estaba viendo.
-Esto
es el Ayuntamiento y en esa sala hay un pleno.
-¿Qué
dices?- preguntó Eva incrédula.
-Sí,
he asistido a un pleno del Ayuntamiento de Florencia.
Vista del Palacio Vecchio y la Plaza de la Señoría. |
4 comentarios:
Hola María José curiosa publicación, detallada como siempre y fiel a la realidad , llena con detalles e impresiones personales una gran guía desde luego que bien merece la visita gracias por compartir tu experiencia que servirá de guía un saludo
Me ha encantado esa imagen de la cúpula y tu explicación. Yo tengo un recuerdo de muchísima gente y larguísimas colas y de una belleza que te deja sin palabras.
No sabía que se había rodado la película de Inferno
Curioso ese pleno del ayuntamiento y tu anécdota del agua jajaja
Besos
Muchas gracias por tu comentario, Miguel Angel. Me alegra que te hayan gustado las aventuras y desventuras en Florencia (que ya va por su 6° entrega y aún tengo anécdotas por contar).
Te contesté al amable comentario que me dejaste en la entrada de Leonardo.
Muchas gracias por seguir pasándote por aqui y comentando. Un saludo.
¿Has visto, Conxita, como me llevé la sorpresa de encontrarme con el pleno del ayuntamiento? Eso si que no me lo esperaba.
Si, la cúpula del duomo es preciosa. Te quedas todo el tiempo mirando hacia arriba y deseando tener unos prismáticos para poder ver todos los detalles.
Muchas gracias por tu comentario.
Besos.
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