El amanecer dibujaba una ciudad industrial llena de
altísimas chimeneas. A lo lejos se extendían las vides. Los montes y el mar
encerraban la urbe en una hoya en la que se daban encuentro los más variopintos
personajes.
—Obedece en todo. No te quiero de vuelta —le dijo
su padre con severidad.
Su madre la acompañó a través del patio mientras
sus hermanos le decían adiós y las vecinas le deseaban suerte.
Margarita se detuvo antes de pisar la calle
agarrando su hatillo con fuerza.
—Tu padre quiere decir que te portes
bien para que no tengan ninguna queja de ti. Pero si algo sale mal, regresa a
casa.
—Sí, madre —asintió dándole un beso.
Mientras se dirigía a la plaza donde Manolo vendría
a recogerla se encontró con su hermano Pedro.
—No te vayas sin despedirte de mí.
—¿Ya has terminado el copo? —se extrañó.
—No, les he dicho que tenía que volver antes... Por
un día no pasa ná. Mira, me han dao un buen manojo de boquerones.
Margarita sonrió y le dio un abrazo.
—¡Cuidao!
No los aplastes.
Camino de la finca, sentada en la parte trasera del
carro, observaba los árboles que crecían cerca del río Guadalmedina. A lo lejos
se divisó una nube de polvo y un rumor de risas y conversaciones llegó hasta
ellos. El burro Jacinto bajó las orejas avergonzado al cruzarse con cuatro
caballos de tiro que llevaban un coche repleto de caballeros distinguidos y
damas ataviadas con hermosos vestidos. Manolo los miró extrañado. Para ser
todos tan elegantes iban demasiado apretados dentro y fuera del carruaje.
Margarita supuso que eran los invitados de doña
Amalia que venían de regreso tras pasar unos días de asueto en la finca.
Intentó no mirarlos con descaro. Un temor
punzante se le posó en el estómago y no la abandonó hasta llegar a la puerta de
la finca. Allí, viendo por primera vez La
Concepción, supo que era el lugar donde siempre había querido estar. Había plantas
que no conocía y tantos árboles que parecía una selva. Al pasar junto al templete
dórico casi se desmaya al ver lo que creía que solo estaba en los libros de la
señorita Asunción.
La recibió una señora grave y gruesa que la observó
de reojo y comenzó a hurgarle el pelo.
—¡Me despiojó ayer la Trini! —exclamó ofendida.
—Aquí no se viene con esos humos ¿eh? —dijo Rosa
observando sus alpargatas raídas —Te lavarás y luego empezarás con tus tareas.
La primera será dejar el suelo como una patena. Si eres buena trabajadora, no
te faltará de nada y se le pagará a tu padre lo acordado. Obedecerás todas mis
órdenes y solo hablarás si se te pregunta ¿entendido?
—Sí. ¿Cómo debo llamar a la señora? ¿Doña Amalia,
señora Heredia o señora marquesa?
—No vas a conocer a doña Amalia, por supuesto.
Estás a prueba.
Margarita la miró desilusionada. El verdadero
motivo por el que quería trabajar allí era para conocer a Amalia Heredia, la
persona que más admiraba en el mundo.
Al rato ya estaba de rodillas fregando el suelo con
las manos enrojecidas. La alegre comitiva que se había encontrado por el camino
había dejado sus huellas.
—…Y traerán todas las plantas en el barco. Desearía
tenerlas ya aquí.
Margarita palideció al ver entrar a la mismísima
Amalia. Le pareció una señora elegante, de mirada inteligente y buena.
—¿Vienen los árboles navegando? —se le escapó.
Doña Amalia y el señor que la acompañaban se
detuvieron sorprendidos.
Margarita se levantó, pero no le dio tiempo a hacer
la reverencia que tenía ensayada. Una de las criadas la agarró del pelo y se la
llevó a rastras.
—¡Coge el hatillo y a tu casa! —le gritó Rosa —¡Te
lo advertí!
—¿Qué ocurre? —interrumpió doña Amalia —¿Quién es
esta muchacha?
—Se llama Margarita.
—Lo siento mucho, yo no quería….
—Pero ya la estaba despidiendo, doña Amalia.
—Espere —intervino la señora mirando con curiosidad
a la jovencita —¿Qué es eso de que los árboles vienen navegando?
—Ha dicho usted que venían en barco —murmuró
bajando la cabeza —.Sé que le traen árboles de todo el mundo y que los manda
plantar aquí. He oído que también quiere que haya en ese parque que dicen que
van a construir donde antes había agua…
—Veinte años ganando terreno al mar y no sé si
verán mis ojos ese parque. ¡Con lo que ha luchado Cánovas por ello! Como nos
descuidemos lo inauguran en el siglo XX.
—No queda mucho para el nuevo siglo —sonrió
Margarita atreviéndose a mirar a la señora—. Al venir he visto un maravilloso
templete ¿es ahí donde guardan las planchas de bronce escritas en latín que
encontraron en los Tejares y que don Jorge y usted rescataron antes de que las
fundieran?
—Pero... ¿cómo sabes esas cosas? —preguntó doña Amalia mientras Rosa las escuchaba con pasmo.
—¿Lo de las planchas? Me lo contó mi abuela. ¡Me
dijo que se armó un buen revuelo porque nadie creía que tuvieran tanto valor! —
explicó quitándole importancia al asunto —Sé muchas cosas que me ha
enseñado doña Asunción en la escuela. Dice que el suyo es el mejor jardín de
Europa.
—Y, ¿qué dice de ti?
—¡Qué es una pena que sea pobre y tenga que dejar
los estudios! Pero no me pesaría si pudiera quedarme junto a una persona tan admirable como usted.
Doña Amalia sonrió tomando a Margarita por la
barbilla.
—Esta muchachita se queda con nosotros —le dijo a
Rosa —Asígnele sus tareas, pero asegúrese de que todos los días le queden unas
pocas horas para que doña Carmen pueda impartirle algunas materias.
Margarita la miró asombrada. Ella había ido a
trabajar y observar, desde lejos y con respeto, a todas aquellas personas que
con su entrega y generosidad habían fundado hospitales y escuelas y habían
llevado a Málaga a la prosperidad.
Margarita se sintió la
persona más afortunada del mundo.
Templete dórico donde se encontraba la colección loringiana. Jardín Botánico Histórico La Concepción. Málaga. Foto: archivo personal. |
Jardín Botánico Histórico La Concepción. Málaga. Foto: archivo personal. |
Relato para el concurso de Zenda #HistoriasdelaHistoria
© MJ
12 comentarios:
👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻
Gracias, Helena. Muy amable. Besos.
A mí me sale en el documento Word abajo a la izquierda. Si no, puedes ir a "revisar" y después "contar palabras"; no sé por qué en "Propiedades" te sale una información distinta...
Mi profe de ofimática me dijo que era en "Propiedades" del documento. Gracias por la información. En informática siempre hay más de una ruta.
Por cierto, me sales como anónimo.
Saludos.
Me parece un relato genial. Los que hemos visitado el Jardín Botánico Histórico La Concepción, sabemos de la importancia de esa época para Málaga.
¡Muchas gracias, Eva! Ya sabes que las fotos que acompañan al texto las hice yo.
Poco queda de la Málaga industrial. Amalia Heredia fue una figura clave en la España del siglo XIX.
Muy bonito este relato también, y la forma en que se mezclan la ficción y la realidad.
Me ha encantado la imagen del burrito cohibido ante los caballos, y también están muy bien caracterizados los personajes, lo que no es fácil en relatos tan breves.
Mucha suerte!
¡Me alegro mucho de que te haya gustado el relato, Ángeles! Muchas gracias por tus amables palabras.
Me ha gustado mucho tu relato, a veces imagino las posibles historias que encierra aquel lugar.
Seguro que hay miles de historias en la Finca de la Concepción. Además era "el otro parlamento" porque personalidades políticas y empresariales se reunían allí.
Me alegro de que te haya gustado el relato. Gracias, Mariví.
Bonito relato como siempre espectacular. Me encanta el jardin botánico sobre todo la historia que tiene . Gracias por compartir
Gracias por tu comentario, Miguel. Ese jardín y sus habitantes tienen una historia fascinante.
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