Cuando Cristóbal Colón zarpó del puerto de Palos no
se dirigía a lo desconocido. Evidentemente, no sabía que iba a descubrir un
continente (siguió afirmando hasta el final que había llegado a Cipango) pero
sí sabía bien que la Tierra era redonda y que circunvalaría el globo. Había
hecho sus cálculos (mal hechos, pues sostenía que el diámetro terrestre era
menor al real y por tanto le “sobraba” ese continente con el que se tropezó).
Son muchos los que están convencidos de que Colón
sabía hacia dónde dirigirse tanto por los estudios que había realizado, como
por el testimonio y pruebas del llamado “piloto desconocido”, alguien que había
regresado de lo que hoy llamamos América. Colón pudo hablar con él y llegar a
reveladoras conclusiones. Estaba tan convencido, que se lanzó a la difícil
tarea de encontrar financiación. El rey de Portugal no le hizo demasiado caso y
los Reyes Católicos le dieron largas porque lo que realmente les interesaba era
la conquista del Reino de Granada. Colón estaba tan seguro, tan empecinado, que
no dudó en utilizar todos los medios a su alcance para conseguirlo, no
importaba si tenía que mentir y “envejecer” mapas para ser tomado en serio. Quería
cumplir un ideal, demostrar una teoría científica. Iba persiguiendo un sueño,
un sueño de riquezas mil, de gloria y poder. Prueba de ello fue todo lo que pidió
para sí en pago por lo conquistado.
Creamos o no en la historia del marinero misterioso,
lo cierto es que Colón no marchaba a lo desconocido. Sabía que el mundo no se
acababa tras el horizonte, que el mar no terminaba en una catarata y que no le
atacaría un monstruo gigante devora hombres. Sus marineros sí, ellos sí iban
hacia un futuro incierto, arriesgando sus vidas por obligación, ambición,
aventura o fortuna. Ellos y los que viajaron después fueron los exploradores,
los pioneros, los colonizadores.
Pero todos ellos se encontraban en su mundo, en un
mar que, si bien podía guardar muchos peligros y misterios, era mar al fin y al
cabo, y sabían que si encontraban tierra, sería en un lugar donde habría suelo
que pisar, agua que beber, alimento que comer y aire que respirar. No dejaba de
ser el mismo planeta y no desaparecía la posibilidad de regresar a casa: Colón
y otros lo hicieron.
Reproducción de las naves que llevó Colón en su primer viaje a América. Palos de la Frontera (Huelva). |
En la actualidad se habla también de pioneros, de
exploradores, de colonizadores. Pero en esta ocasión se trata de un viaje sin
retorno hacia un lugar donde no hay agua que beber, alimento que comer, ni aire
que respirar. Un salto que el hombre por medios naturales jamás podría hacer.
Se trata del proyecto Mars One al que se han apuntado más de 200.000 personas y
que persigue el propósito de fundar una colonia en Marte. En 1969 llegó el hombre a la Luna y tras ello en la fantasía popular se afianzó la idea de poder visitar y vivir en otros planetas. La imaginación voló más alto que la realidad
y nada de eso pudo ser posible, por muchas series y películas que se hicieran
sobre el tema.
Ahora sí, ahora nos aseguran que dentro de 10 años
estará todo preparado y en funcionamiento y los 4 primeros colonos en su
“casita” marciana.
Son muchos los científicos que creen que, en la actualidad,
no es posible llevar a buen término este proyecto. Pero, lo cierto es que, se
han presentado 200.000 voluntarios aún sabiendo que solo hay billete de ida, no
habrá regreso. Vivirán y morirán allí.
¿Qué ha impulsado a estas personas a ofrecerse como
voluntarios? ¿Creen en un proyecto del que, la mayoría, no había oído ni hablar
antes de que se publicitara? ¿Cuando en su infancia les preguntaban qué querían
ser de mayores respondían que astronautas? ¿Se sienten tan solos y tan
insatisfechos con su vida, con su mundo, que quieren probar en otro? ¿Desean
hacer algo extraordinario por lo que ser recordados por los siglos de los
siglos? ¿Son científicos y aficionados a
la cosmología que creen en ello? ¿Son filósofos? ¿Son héroes? ¿Son visionarios?
¿Son locos? Son valientes dispuestos a repetir la hazaña de los pioneros, son personas
que creen que la humanidad no tiene porque morir en la Tierra, son aquellos que
tendrán al primer niño realmente extraterrestre (ya nadie podrá afirmar que los
marcianos no existen). Son los que darán este primer salto al planeta vecino,
para luego poder ir saltando más lejos. Pero hay otro asunto realmente
inquietante del que parece que nadie habla: ¿por qué se ha ideado este proyecto?
Parece que nuestra especie es colonizadora por naturaleza y queremos viajar por
el espacio, establecernos allí, conquistar otros planetas. Pero también parece
que tenemos claro que hay que salir de aquí, que la humanidad tiene que
sobrevivir al planeta que la vio nacer y evolucionar, que no podemos quedarnos
cuando nuestro sol comience a extinguirse o cualquier otra catástrofe lleve a
la Tierra a la desaparición. Los científicos estiman que el planeta
desaparecerá dentro de millones de años… ¿realmente creemos que habrá humanos
aquí? ¿Realmente creemos que nos extinguiremos cuando el planeta lo haga y no
antes? ¿Realmente nos importa lo que les suceda a las personas que vivan aquí
entonces? Si la respuesta es sí, entonces… hay una pregunta mucho más
importante que las anteriores que hacerse: ¿por qué no respetamos y cuidamos nuestro
planeta? ¿Por qué no renunciamos a todo lo que hace daño a la naturaleza, antes
de pensar en marcharnos de nuestro hogar? ¿Por qué el dinero está por encima
del equilibro y sostenibilidad de los ecosistemas y de la supervivencia de esos
descendientes nuestros que parecen importarnos tanto? Hay cosas que no tienen
precio por más que muchos se empeñen en lo contrario: el agua que bebemos y el
aire que respiramos.
La pregunta no es por qué se ofrecen tantos voluntarios,
la pregunta es por qué, sabiendo lo que sabemos, estamos dispuestos a terminar
de llenar este basurero en el que hemos convertido nuestro planeta y luego
tener un lugar donde marcharnos para volver a llenarlo de basura. Esa no es la
solución.
4 comentarios:
Muy bien contado y muy cierta la reflexión.
Estoy de acuerdo con Eva.
Y también creo que si juntáramos todas las películas de ciencia-ficción que se han hecho sobre los temas que planteas aquí, tendríamos las respuestas a todas las preguntas. Y esas películas ya tendrían poco de ficción y mucho de realidad.
Gracias, Eva. Fue una reflexión que se me ocurrió mientras veía una entrevista con uno de los voluntarios.
Gracias, Ángeles. ¡Qué reflexión tan bonita has hecho! Estoy de acuerdo contigo.
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