Nadie conoce a Anne-Louise Germaine Necker y pocos a
Madame de Staël. Quienes saben de ella se interesan más por su ajetreada vida
sentimental que por su obra literaria y su actividad política. Germaine fue
escritora y filósofa, muy afamada por su salón literario. Destacaba por ser una
mujer muy inteligente, culta, de admirable elocuencia, defensora de la libertad
y precursora del feminismo. Introdujo el romanticismo alemán en Francia, fue
una incansable viajera (en parte por afición, en parte por los exilios que
sufrió) y se codeó con los más destacados filósofos, intelectuales, escritores
y políticos de la época (Diderot, D’Alembert, Buffon, Madame du Deffand,
Talleyrand, Schiller, Goethe…). Aunque sufrió la incomprensión y la crítica de
mucha gente, fue una de las personas más influyentes de finales del siglo XVIII
y de todo el siglo XIX; de hecho, en la época se decía:
En Europa hay tres grandes potencias: Gran Bretaña, Rusia y Madame de Staël.
Fue hija de Jacques Necker, ministro de Luis XVI, y
de Suzanne Curchod. Desde pequeña asistió al salón literario de su madre y
asombró con su inteligencia y oratoria a todas las personalidades que acudían a
debatir sobre literatura, filosofía y política.
"Al inteligente se le puede convencer; al tonto, persuadir". |
Siendo aún una jovencita se casó, siguiendo las
órdenes de su padre, con el barón de Staël-Holstein, embajador suizo en
Francia. Fue un matrimonio de conveniencia: a su familia le convenía el título
nobiliario y a él, la fortuna de los Necker. Aunque hoy en día, la mayoría de
las personas creen que el amor debe ser el verdadero motivo del matrimonio,
durante muchos siglos esta fue una idea minoritaria. Germaine, que sabía lo que
era casarse obligada, defendió durante toda su vida la libertad de escoger a la
persona amada y la igualdad de la mujer y el hombre dentro del matrimonio. No
utilizó su legendaria elocuencia para criticar a su marido, ya que él le dejaba
hacer su propia vida y se desentendía de sus relaciones extra conyugales.
Deseosa de limitar el poder del despotismo
monárquico, apoyó en los primeros momentos la Revolución francesa y fue
partidaria de la Declaración de los
derechos del hombre y del ciudadano que la Asamblea Constituyente aprobó en
1789. Pero pronto descubrió que ese “hombre y ciudadano” del título, no era
genérico. Los revolucionarios no dejaban de hablar de derechos y libertades,
pero solo para los hombres, las mujeres continuaban relegadas al ámbito doméstico.
La decepción entre el género femenino fue tal que Olympe de Gouges respondió
con la Declaración de los derechos de la
mujer y de la ciudadana en 1791 donde interrogaba de esta forma: “Hombre,
¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta”. Fue condenada a
morir en la guillotina. Subiendo al cadalso pronunció sus últimas palabras: ”Si
las mujeres estamos capacitadas para subir a la guillotina, ¿por qué no podemos
subir a las tribunas públicas?”.
Carta de Mme de Staël a Mme de Récamier. Germaine dijo en una ocasión: "La murmuración se parece al humo porque se disipa pronto, pero ennegrece todo lo que toca". |
Germaine no dejó de luchar por los derechos de las
mujeres y todo aquello fue una gran desilusión. Entonces, centró sus esperanzas
en que una monarquía constitucional pudiera solucionar la situación del país.
Cuando María Antonieta también fue condenada a morir
guillotinada, Madame de Staël salió en su defensa. No consiguió salvarla, pero,
en cambio, logró librar a muchos otros de morir en los brazos de madame
guillotine. Supo anticiparse a la llegada del Terror y marcharse a tiempo de
salvar la vida. Atrás quedó su legendario salón, que había sido el principal
centro literario, político y filosófico de la capital.
Madame de Staël se retiró a Coppet, Suiza. Continúo
con su actividad literaria y abrió otro salón donde, de nuevo, se dieron cita
los mayores intelectuales de la época. Allí se reencontró con Benjamin Constant
a quien conocía de un viaje anterior, y que se convertiría en el amor de su
vida. Con él mantendría una larga, pero tormentosa relación.
Tras una breve estancia en París tuvo que exiliarse
de nuevo, pero en 1797 ya estaba de vuelta y pudo reabrir su salón. Poco
después murió su marido, de quien llevaba tiempo separada.
"Los hombres no cambian, se desenmascaran". Madame de Staël. |
Es en esta época cuando conoció a Napoleón y quedó fascinada
por él. No solo puso sus esperanzas políticas en Bonaparte, sino también sus
deseos amorosos. Nunca fue correspondida, él prefería a las mujeres calladas y
sumisas.
El futuro emperador acudió varias veces a su salón,
pero nada resultaba de su agrado. Aunque las tertulias solían ser ordenadas y
con riguroso turno de palabra, a Napoleón le disgustaba que Madame de Staël
fuera el centro de atención, le molestaba su gran inteligencia y oratoria,
temía el ambiente demasiado liberal y las ideologías que allí se reunían. Sabía
que su enorme influencia resultaba un auténtico peligro para sus planes. Los
dos protagonizaban auténticos duelos verbales.
En una de estas tertulias Madame de Staël exponía
sus ideas y todos parecían conformes con sus palabras, todos menos Napoleón,
que no dejaba de negar con la cabeza. Germaine se percató de ello y le preguntó
si estaba en desacuerdo con lo que decía.
-No estoy en desacuerdo- contestó Bonaparte –Lo que
me preocupa es que una mujer hable de política.
-¿Le extraña que las mujeres nos interesemos por la
política en un país en el que nuestras cabezas ruedan segadas por la
guillotina? ¿Le extraña que, las pocas que quedamos, nos preguntemos por qué?
Napoleón desconfió de ella y de su salón desde el
primer momento. Madame de Staël se decepcionó de él en poco tiempo. El choque
definitivo se produjo cuando Germaine le preguntó quién era para él la mujer
más importante y Napoleón contestó: “Aquella que pueda traer al mundo mayor
número de hijos”. La baronesa lo miró con total seriedad, pero sin permitir que
su rostro reflejara el horror que le había producido su respuesta. Desde
entonces comenzó una guerra abierta entre ellos. Napoleón no dudó en cerrar el
salón de Madame de Staël, censurar sus obras y, aprovechando uno de sus viajes,
prohibirle volver a Francia.
Varios ejemplares de "Delphine". |
Son muchas las obras que escribió Madame Staël, pero
fue Delphine, la desencadenante de su
exilio. Con esta novela de corte feminista, inaugura el Romanticismo en Francia.
En ella expone abiertamente sus ideas sobre el amor, defiende la libre elección
de la pareja, critica los matrimonios de conveniencia y a la sociedad de la
época y denuncia la pérdida de derechos de las mujeres. En Francia causó un
gran revuelo y fue tachada de antipatriótica, pero triunfó en toda Europa.
Germaine volvió a su salón en Coppet, único lugar de
la Europa Napoleónica donde se le permitía vivir, y lo convirtió en un referente
internacional. Constant permaneció a su lado unos años más, pero terminó por
casarse con otra. Madame de Staël le correspondió de igual forma y contrajo
matrimonio con Alberto de Rocca.
No dejó de viajar y de escribir. En 1807 publicó Corinne
o Italia, su obra más famosa. Aquí aprovecha para defender la inteligencia
femenina, su sensibilidad superior y exigir la igualdad en la educación. Esta
obra tuvo una gran influencia en las escritoras de la época y supone un cambio
en la narrativa que marcará todo el siglo XIX. La protagonista, una mujer
extraordinaria, tiene que enfrentarse a la incomprensión y la presión de la sociedad.
Muchos ven en Corinne un rasgo
autobiográfico que la misma autora parece confirmar en una de sus
declaraciones:
Cuando uno escribe para satisfacer la inspiración interior del alma, uno da a conocer por lo escrito, aun sin quererlo, hasta la más mínima fibra de su ser y de su pensamiento.
En 1810 escribió De
l’Allemagne, obra influenciada por los románticos alemanes y que popularizó
el movimiento en Francia, donde eran unos desconocidos. Goethe se deshizo en
alabanzas, pero nada impidió que Napoleón secuestrara la obra y quemara los
10.000 ejemplares preparados para su publicación. El gesto de Bonaparte solo
retrasó lo inevitable, pues un juego de pruebas se salvó de la destrucción y,
puesto a buen recaudo, se publicó en Londres tres años después, consiguiendo un
enorme éxito.
Madame de Staël no cesó de denostar a Napoleón desde
su exilio y él le respondía con furiosos mensajes sin tregua y prohibiéndole toda
publicación. Ya no estaba segura en ninguna parte y las pesadillas se sucedían
imaginando que su enemigo ordenaba matarla.
Solo la caída de Napoleón en 1815 le devolvió la
tranquilidad y le permitió regresar a París, como era su deseo más anhelado.
Allí reabrió su salón, que volvió a llenarse de intelectuales y políticos. Pero
su dicha duró poco tiempo. El 14 de julio de 1817, hace ahora 200 años, la vida
de Madame de Staël se apagó y sus hijos cerraron el salón para siempre.
No sé exactamente que debemos creer, pero debemos creer. El siglo XVIII no hizo más que negar. El espíritu humano vive de sus creencias (…) Creed en algo.
6 comentarios:
Me sonaba su nombre,pero nunca tuve la curiosidad por leer algo de su vida.Artículo muy interesante y entretenido, como todos los que escribes.
Conozco a esta autora, pero no he leído su obra. Es decir, la conozco como "personaje", que sin duda lo es. Otro personaje de cuidado es Napoleón, que me da la impresión de que era muy valiente como militar pero un poco cobardica como persona, o más bien un inseguro de primera categoría. Y, según nos cuentan otros autores, un poco ignorante en cuanto a su apreciación de la literatura. Vamos, que no me sorprende mucho que quemara los libros de Madame de Staël: mujer y libros, para algunos un peligro doble ;)
Muchas gracias, Unknown... :-) Sabía que te iba a gustar ;-)
Pues sí, Ángeles... para algunos mujer y libros supone una mezcla demasiado fuerte... Gracias por tu comentario.
Qué interesante, no la conocía pero me ha parecido fascinante y desde luego no voy a decir lo que me parece Napoleón porque nada sería agradable.
Un abrazo
La descubrí hace poco y me pareció una mujer muy interesante.
Muchas gracias por tu comentario,Conxita.
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