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viernes, 24 de mayo de 2013

Descubriendo el diluvio I



No hay que esperar al nacimiento de la paleontología como ciencia, a finales del siglo XVIII, para descubrir que a lo largo de la historia muchas personas encontraron fósiles y les dieron una explicación. Me imagino a uno de esos caballeros medievales de brillante armadura tropezando con el esqueleto de un dinosaurio y me gusta pensar que se dio cuenta de que era uno de aquellos “terribles lagartos” de los que siglos después nos hablaría la ciencia. Quizá ese despierto héroe con su imaginación y su espíritu aventurero dibujó dragones en el cielo y salió a su caza. Esto es solo mi hipótesis personal y poco realista. Pero lo cierto es que encontrar, encontraron fósiles, y no necesitaron de sesudos estudios para darles una explicación. Para los medievales estaba más que claro, aquellos restos pertenecían a los animales que no encontraron sitio en el Arca de Noé y perecieron en el diluvio. Eran seres antediluvianos… y, en eso, tenían razón.

Todos aquellos que hemos crecido en la tradición judeocristiana conocemos a Noé. En el Génesis se nos narra como Yahvé, enfadado con la humanidad envía el diluvio, pero antes da instrucciones a Noé para que construya un arca y salve a su familia. Además debía embarcar a animales de distintas especies. Fueron cuarenta días y cuarenta noches de lluvias incesantes, pero al final consiguen tocar tierra gracias a la ayuda de una paloma que regresa con una ramita de olivo en el pico. Creo que de niños a todos nos gustaba esta historia.

Noé y su familia embarcando a los animales.

Unos años más tarde, quizá obligados por nuestros profesores, quizá por curiosidad, leemos algo de  mitología griega y nos encontramos con la historia de Deucalión y Pirra, que alertados de que Zeus iba a enviar un diluvio para castigar a la humanidad, deciden construir un arca. La sorpresa inicial se acrecienta con la lectura de “La Metamorfosis” de Ovidio, donde se recoge la misma leyenda.

Ilustración del mito griego de Deucalión y Pirra.

Ya en la universidad, un profesor nos invita a leer la epopeya de Gilgamesh. Este héroe mesopotámico va en busca de la inmortalidad y en su viaje conoce a Uta-na-pistim, quien le narra cómo, advertido de la llegada de un diluvio, construye un barco que llena de semillas y animales. Este poema data del siglo XIV a. C. y es, claramente, anterior al Génesis y a la mitología griega.  Por supuesto, estos pueblos tuvieron contacto, pero el mito del diluvio lo encontramos repetidamente en culturas de cualquier rincón del mundo.

Tablilla con parte del poema de Gilgamesh.


2 comentarios:

Ángeles dijo...

Me encanta la imagen de los medievales encontrando fósiles de T-Rex (por ejemplo)e imaginando seres maravillosos (que lo son, de hecho).
Y también me ha gustado que te refieras a Las Metamorfosis de Ovidio, porque es un libro que me encantó cuando lo leí en el instituto, al contrario de la mayoría de los que nos mandaban leer...

Muy interesante. Espero la continuación.

MJ dijo...

Muchas gracias, Ángeles. A mi también me encanta pensar en un caballero medieval encontrando un dinosaurio... el primer paleontólogo ;-) Para que luego digan que en la Edad Media no se inventó ni se descubrió nada...

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