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jueves, 14 de abril de 2011

¡Oro! Segunda Parte.



En la antigüedad y en la Edad Media la búsqueda de los metales y piedras preciosas llevó a los estudiosos a descubrir la Química. En la Edad Moderna, el sueño del oro llevó a los aventureros a arriesgar sus vidas, planificar ataques y declarar guerras. Fueron muchos los que corrieron tras la leyenda de “El Dorado” y rastrearon palmo a palmo buena parte de América.  En 1539 tres expediciones españolas (que habían partido de tres puntos diferentes del continente buscando el mítico “El Dorado”) se encontraron en la altiplanicie de Bogotá. “El Dorado” nunca apareció, pero el conocimiento del nuevo continente, de su geografía, fauna y flora logró un gran avance en las ciencias.
Ya en el siglo XIX el sueño del oro se convirtió en una auténtica “fiebre”. El 24 de enero de 1848  James Marshall encontró oro en el lecho del río Sacramento. Ese mismo mes, unos pocos días antes, México había vendido a Estados Unidos las provincias de California, Nuevo México, Arizona, Nevada y Utah (inútil tratar de imaginarnos cómo se sintió el que tuvo tan “brillante” idea). Aquella fiebre del oro arrasó toda Norteamérica. Cientos de miles de inmigrantes llegaron desde cualquier parte para tratar de encontrar su propio oro. Un flujo migratorio tan amplio y tan rápido como probablemente no se había visto nunca, pero que era muestra del avance de los medios de transportes, de la difusión de las noticias y de la mejora en las comunicaciones. El oro duró poco, ya que hacia 1855 empezó a disminuir en la mayoría de las minas, pero la fiebre continuó, esta vez en Australia hacia 1851. Un inmigrante venido de Estados Unidos con las manos vacías, consiguió el oro que América le negó, llevando con él la ilusión y la esperanza de otras muchas personas que lo siguieron. En 1856 Australia había doblado su población, gracias a la fiebre del oro. A comienzos del siglo XX esta “enfermedad” continuó en Alaska y Canadá.
A principios del siglo XX los médicos recetaban novedosos medicamentos a base de partículas de oro (cosa que ya habían hecho los chinos en la antigüedad).
Hoy en día, en oro se mide la riqueza de un Estado, se sigue investigando el oro como medicina para algunas enfermedades, se utiliza para la cosmética y nos lo incluyen en los platos de los más elegantes restaurantes… ¡Buen provecho!

4 comentarios:

Ángeles dijo...

Después de leer esta entrada dan ganas de ponerse a ver "La quimera del oro". Y después "La conquista del Oeste".

Sara dijo...

Desde luego, MJ, "buen provecho", porque el oro, como indicas maravillosamente, desaparecería pronto, pero me temo que la "fiebre" ha llegado a grados de superlativa locura.

MJ dijo...

Gracias por vuestros comentarios chicas :-) Me alegra mucho veros por aquí. Toda aportación será bienvenida.

NATALIA dijo...

Lo de Australia no lo sabía, muy interesante el artículo M.J. Es increible pero la atracción por el oro no tiene fin. Yo misma estoy usando la crema del mercadona con supuestas partículas de oro jajaja.

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