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miércoles, 29 de enero de 2014

Carta a Vito.



Hola, Vito. ¿Qué tal?

Ya he llegado al pueblo de mi familia. El viaje fue largo e incomodo pero al fin llegue al campo. Mis tíos y abuelo fueron a recogerme a la estación y me llevaron a su casa en un viejo Seat Panda que parecía que iba a desmontarse con cada bache del camino. Mis tías habían preparado un almuerzo especial y una tarta riquísima. Se portan muy bien conmigo, la verdad.

En el pueblo no hay cobertura de Internet, así que no podré mirar mi e-mail ni el whatsapp. Por eso he decidido escribirte esta carta. Espero que siga habiendo carteros porque no creo que se envíen muchas cartas en esta época. Un buzón he visto, así que me imagino que, de vez en cuando, alguien recogerá su contenido. Vito, no seas vaga y escríbeme una carta porque el campo es muy bonito pero un poco aburrido.

El otro día salí de excursión con mis dos primas pequeñas y cuando me di cuenta tenía un montón de cabras saltando a mi alrededor. Ahora entiendo porque se dice "loca como una cabra". Las niñas saltaban felices, el cabrero se cabreó y mi tío le dio algo de dinero para que se calmara. Mis primas me explicaron que las cabras daban leche y con ella se hacía queso. ¡Cómo si yo no lo supiera! Se creen que los de ciudad pensamos que los alimentos surgen de repente en el supermercado. Y hablando de supermercado, cuando regrese tenemos que ir al centro comercial a comprar ropa porque me dan de comer tantas cosas ricas que necesitaré una talla más.

En otra excursión, estaba todo tan silencioso y tranquilo que me quedé dormida bajo un árbol. Esto es bonito pero muy diferente a la ciudad, a veces pienso que ya nada nos une al campo y lo peor es que no me importa porque prefiero nuestra vida.


El portátil es prácticamente inútil sin Internet, ya he visto las tres películas que llevaba descargadas, la temporada completa de la serie de moda y me he cansado de escuchar las mismas canciones en el mp4. Echo de menos ver escaparates, entrar en esas tiendas con la música a toda pastilla, tomarnos un café en un lugar glamuroso y probarnos zapatos de tacón imposible en la tienda fashion de nuestro centro comercial.

Mis familiares se quejan de las cosas que tenemos los jóvenes y de nuestra libertad, que llaman libertinaje. Sin embargo, a veces, me quedo pasmada con alguna de las costumbres rurales.

Anda, Vito, no seas mala y escríbeme pronto contándome las novedades que no me basta con un sms que diga: TQ amiga :-) La sonrisita está muy bien, pero quiero noticias. Consigamos que el cartero nos odie por hacerle trabajar.

Besitos, tu amiga Isa.



7 comentarios:

Eva Mª dijo...

Cuanta diferencia hay entre las cartas de antes y las de ahora. Pero en el fondo somos igual que antes :-)

Ángeles dijo...

Ja, qué sorpresa me he llevado. Yo esperaba otra carta decimonónica y me encuentro con una de lo más actual. Está muy bien ese paralelismo de cartas que has hecho con la de Victoria y la de Vito, muy original.
Como ha dicho Eva, aunque las formas son diferentes, las personas somos iguales en lo esencial.

Besitos.

Sara dijo...

Yo también me he quedado sorprendidísima; no me esperaba para nada esta continuación. Pero me ha gustado mucho este giro tan original que le has dado al asunto.

Besitos.

MJ dijo...

¡Muchas gracias, chicas! Me alegra mucho que os haya gustado y... sorprendido :-)

Marife dijo...

De la magia de la carta a Victoria a la realidad que muestra la de Vito.

Marife dijo...

De la magia de la carta a Victoria a la realidad que muestra la de Vito.

MJ dijo...

Sí, Marife, son la misma realidad contada en diferentes épocas.

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