Desde que regresé de mi viaje a Florencia me he dado cuenta de que el mundo se ha confabulado para recordarme siempre aquella tierra de la Toscana. Es como si de repente todo se volviera casualidad, a veces simple y a veces extraña.
He oído conversaciones por la calle de personas que no conozco y que, casualmente, también habían estado allí este verano. Sentada en un restaurante he visto a los comensales de la mesa vecina enseñar fotos de Florencia a unos amigos. En televisión han emitido un especial de la Toscana.
Posteriormente he pasado unos días en Madrid. Acudí a la exposición “Arquitecturas Pintadas” del Museo Thyssen y, por supuesto, allí había un espacio dedicado a Florencia. Visité El Escorial y me encontré con una esfera, creada en Florencia, que representaba el movimiento de los astros alrededor de la Tierra (según la concepción Ptolemaica del universo).
En el tren de vuelta nos pusieron la película “Copia Certificada” ambientada en la Toscana y cuyo título hace referencia a la obra que acababa de escribir el protagonista de la cinta, obra inspirada en la observación lejana de una madre y un hijo que contemplan la escultura de David, de Miguel Ángel, en la Plaza de la Señoría. En aquel momento la madre le explica la obra al pequeño sin decirle que es una copia y el hijo mira la estatua con ojos maravillados creyendo que está contemplando un original. Por mi mente pasaron David, el reloj de la torre del Palacio Vecchio, la fuente, la estatua ecuestre…
Por cierto, al día siguiente de regresar de Madrid, donde pasé la tarde paseando por el Retiro antes de montarme en el AVE y regresar a casa viendo “Copia Certificada”, pusieron un documental en la 2 sobre la historia del Parque de El Retiro.
La misma semana, viendo en la tele el concurso “Saber y Ganar” preguntaron de qué cuadro de Botticelli hay una versión en bajorrelieve para que los ciegos puedan conocer la obra mientras tocan todos sus detalles. El cuadro no es otro que “El Nacimiento de Venus” que puede admirarse en la Galería de los Uffizi, en Florencia, por supuesto. Dicho sea de paso, en la imagen que nos muestran de tal reproducción “táctil” aparece la resina completamente blanca y bien dibujada, mientras que en la realidad su color ya tiende a gris…
Un amigo me ha regalado unos números antiguos de una revista de historia, entre los que se encuentra un extenso artículo sobre la vida y obra de Leonardo Da Vinci, que vivió no pocos años en Florencia.
Sí, todo ello pueden ser casualidades. Quizá mi amigo eligió esa revista precisamente por el artículo a sabiendas de que yo había estado en Florencia. No es extraño que en un concurso cultural como es “Saber y Ganar” mencionen museos italianos. En el tren siempre ponen películas, entre la programación para este mes estaban “La Red Social”, “Los Viajes de Gulliver” o “X-Men: Primera Generación”, pero en el tren en el que yo iba, precisamente en ese, decidieron emitir una película que no había sido éxito de taquilla y que tenía una temática y una filosofía árida hasta para los entendidos. Es normal que en las colecciones artísticas de nuestros edificios más emblemáticos, como El Escorial, tengan piezas florentinas y cualquier exposición de pintura internacional destacable tiene algún autor, obra o paisaje italiano.
Seguramente el mundo no se ha confabulado para recordarme Florencia, quizá lo único que ha ocurrido es que ahora tengo los ojos más abiertos, presto mayor atención o soy más sensible a todo lo referente a esa tierra italiana. Florencia siempre estuvo ahí, con su Duomo, con su Puente Vecchio, con sus iglesias y sus museos, precisamente la elegí como destino de mi viaje por ello, al igual que miles de personas este mismo verano. Contemplar en persona las maravillas que has visto en los libros, que has estudiado, que has admirado, deja huella y te hace más receptiva a todo lo que tenga que ver con ello. Por lo tanto, puede que no sea ninguna casualidad… pero esto abre un nuevo interrogante.
6 comentarios:
Qué entrada más interesante y más bonita, MJ. Enhorabuena, te has superado a ti misma.
Yo te puedo decir que ese tipo de casualidades también me ha ocurrido a mí, y he pensado exactamente las mismas cosas que tu explicas en la entrada. Sin duda, esas circunstancias que aparecen ante nosotros una y otra vez siempre se han dado, solo que antes nos pasaban desapercibidas. En fin, tú lo explicas perfectamente, no voy a insistir en ello. De todas formas, a mí me gusta más pensar que hay magia en el universo, y que el destino nos manda pistas. Algo así como: 'atenta, que esto es por algo'. A lo mejor a tí te está diciendo que vas a volver pronto a Florencia, o que vas a conocer a un italiano monísimo, o que te va a salir un trabajo estupendo en un museo...
que bonito e interesante, como siempre, me encanta y espero algun dia poder ir a florencia, venecia, roma y poder experimentar lo que tu sientes, felicidades guapetona de tu compi charo.
Gracias por tu comentario, Charo :-)
¡Qué me ha gustado eso de que hay magia en el universo y que el destino nos manda pistas! Muy bonito tu comentario, Ángeles, muchas gracias. De esas "pistas que manda el destino" están llenas las películas románticas, esas "señales" son oídas, pero a veces, no las comprendemos.
La prosa de la casualidad...que nos llama la atención porque estamos predispuestos. ¿No me pasó con Burgos en este blog? (bueno, vale que no inmediatamente sino 4 años después...pero fue impactante comprobar que alguien había sentido las mismas sensaciones que yo)
carlos
¡Cómo me alegra que te haya parecido que hemos tenido las mismas sensaciones! Un poco como si te hubiera leído el pensamiento. Leyendo algunos de tus comentarios me he dado cuenta que opinamos igual en muchas cosas. Sobre la catedral de Burgos... pues solo se explica porque es mágica.
Gracias por este bonito comentario, Carlos.
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