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martes, 20 de agosto de 2024

De Corín Tellado a Megan Maxwell: novela romántica, rosa, chick lit…

Como soy muy buena y confiada, voy a desvelar unos pocos secretos de esos que espero que nadie utilice en mi contra. Voy a fiarme de vosotros.

Llegué hasta Te esperaré toda mi vida por curiosidad, tras leer una encuesta en una web de literatura. Preguntaban qué libro nos gustaría ver convertido en película y, sin que la web propusiera ningún título, un gran número de lectoras coincidían en el mismo: Te esperaré toda mi vida de Megan Maxwell. El porcentaje me resultó abrumador y las opiniones buenísimas. Todas las lectoras se habían divertido mucho con la novela, se habían reído, habían soñado, habían soltado alguna lagrimita y no habían podido dejar de leer. Lo recomendaban encarecidamente. Así que hojeé el argumento y me pareció una idea estupenda. La única pega que le encontraba era que pertenecía al llamado género de novela romántica, y ya sabemos que con esto, hoy en día, no se refieren a la decimonónica, precisamente.

Cuando era adolescente había leído unas viejas novelitas de Corín Tellado que encontré en el fondo de un armario. Se dejaban leer, aunque eran muy cándidas e inocentes, al menos las que cayeron en mis manos. Quizá fueran de la primera época, en la que la censura no la dejaba contar nada explícitamente y tenía que conformarse con insinuar. Las llamaban novelas rosa y ella era la reina. Pero me gustaba que las chicas protagonistas tuvieran su punto de rebeldía, aunque luego todas las historias terminaran en matrimonio y en juramentos de amor eterno. Tiempo después supe que Corín había publicado novela erótica, pero no he leído ninguna de estas obras.

Esa fue mi primera incursión en el género de novela romántica si excluimos ese tipo de revistas femeninas y cómics que tanto me gustaban en mi infancia como Jana o Esther.

La primera entrada de mi blog la dediqué a El diario de Bridget Jones de Helen Filding, considerándolo una actualización del argumento de Orgullo y prejuicio de la inigualable Jane Austen. Quién se haya leído aquella entrada sabe lo mucho que me gusta esa novela y que es uno de los libros con los que más me he reído. Es cierto que a nadie se le oculta que, Bridget, nuestra patosa protagonista tenía metida en la cabeza la idea de que cuando encontrara el novio ideal todos sus problemas desaparecerían y llegaría la felicidad absoluta. Pero también me parecía una joven de nuestro tiempo, víctima de las presiones sociales que seguimos sufriendo las mujeres y que no sabe cómo escapar de las ideas sobre “lo correcto” que han marcado la vida de las féminas durante toda la historia.  Bridget quería encontrar el amor y finalmente ingresa por la puerta grande en el club de “petulantes casados” en una divertidísima película titulada Bridget Jones Baby’s que tan poco tiene que ver con la novela original.

Es solo ahora, tantos años después, cuando descubro que este género, al que pertenece el gracioso Diario de Bridget Jones, se califica como chick lit, que podría traducirse como literatura para chicas (“chick” significa chica y “lit” es la abreviatura de literature). Hay muchas personas que lo consideran una “evolución” de la novela romántica, donde la protagonista (siempre una chica joven) es aparentemente moderna, trabaja y goza de independencia económica, pero sigue perpetuando la idea de que el destino ideal es casarse y tener hijos.

Así que sin saberlo y sin pretenderlo, con El diario de Bridget Jones volví a la novela romántica, aunque la autora se hubiese cuidado de cambiar las escenas que hoy consideraríamos ñoñas, por diálogos y encuentros repletos de humor.

Tras responder aquella encuesta de la web literaria de la que os hablaba al principio (por si a alguien le interesa, yo voté por convertir en película El último Catón de Matilde Asensi, que es una novela de aventuras con una buena dosis de investigación histórica) y tropezar con todas aquellas lectoras que coincidían en responder Te esperaré toda mi vida, ganando por goleada al segundo clasificado, Carlos Ruiz Zafón con La sombra del viento (que ya me había leído) me decidí a seguir el consejo y adentrarme en ese libro de Megan Maxwell a la que enmarcan, en algunas páginas como chick lit y en otras como novela erótica. Definitivamente, y sin ánimo de menospreciar a nadie, no es el tipo de literatura que me interesa.

domingo, 28 de julio de 2024

"Te esperaré toda mi vida" de Megan Maxwell

Al pasar por una librería he visto que la saga de Las guerreras Maxwell sigue creciendo y esto me ha recordado que hace varios años leí una novela de la misma autora y comencé una entrada que luego no compartí en el blog. Quizá el calorcito del verano, el llevarme un libro “ligero” a la playa (y tal vez fingir que me lo he olvidado allí para librarme de él) haya logrado que me decida a poner el artículo. No me he leído ninguno de los volúmenes que componen la saga arriba mencionada, solo los conozco de tropezarme con las portadas en la sección de librería de un centro comercial, pero creo que Te esperaré toda mi vida es una obra independiente.

Llegué hasta ella por recomendación de las lectoras, no sabía casi nada de la autora, pero el título y el argumento me parecieron bonitos y me adentré en sus páginas.

Sí, sí. Habéis leído bien. Voy a comentar mis impresiones personales sobre Te esperaré toda mi vida de Megan Maxwell. ¿Alguien no sabe quién es? ¡Uh!

Escocia, 1429.

La celebración de un banquete de bodas termina en tragedia cuando una hechicera lanza una maldición sobre el clan de los Carmichael: todos verán morir a la persona que aman en el momento de mayor dicha y el hechizo solo se romperá cuando uno de esos enamorados encuentre la otra mitad de la joya de la familia, un colgante de piedra en forma de corazón. Durante siglos el clan de los Carmichael verá truncada su felicidad, inevitablemente, con la pérdida del ser amado.

Londres, 2010.

Montse tuvo una infancia itinerante junto a su padre, dueño de una atracción de feria. Cuando tenía seis años, una adivina le leyó la mano y le dijo que su felicidad y su futuro estaban en el pasado. Desde aquella noche, Montse empezó a tener extraños sueños donde se veía en un bosque junto a una fortaleza, mientras un guerrero galopaba hacia ella.

Wikipedia. Autor: Rob Burke
Castillo de Elcho (Escocia).
Imagen: Wikipedia. Autor: Rob Burke.

Ahora Montse es una mujer guapa, independiente y divertida que se embarca en un viaje a Escocia junto a sus dos amigas. Ha descubierto que la fortaleza de sus recurrentes sueños existe y es el castillo de Elcho, cercano a Perth. Cuando lo visita descubre el retrato del highlander Declan Carmichael, duque de Wemyss, el guerrero que cabalga hacia ella en sueños.

Después de una extraña tormenta, Montse y sus amigas descubren que han viajado al año 1689 y la joven se encuentra cara a cara con Declan Carmichael, que resulta ser un hombre irascible que la detesta. Y es que el guerrero nunca había conocido a una mujer como Montse, capaz de contradecirlo, de plantarle cara y de decir la última palabra. En realidad, el highlander se niega el amor porque sabe que la maldición de los Carmichael se cebará con él.

Aventuras, viajes en el tiempo, magia, leyendas, humor y amor, parecían la mezcla perfecta para una novela.

¡Esperad, esperad! Quizá os haya gustado el argumento, pero no, no corráis a comprar el libro todavía. No me ha dado tiempo a deciros que:

1.    Se trata de una novela romántica (y no me estoy refiriendo a Orgullo y prejuicio, precisamente).

2. Tiene momentos que pretenden ser humorísticos (muchas lectoras confiesan no haber podido parar de reír) pero que a mí me han parecido ridículos.

3.    Está mal escrito. Sabiendo que Megan Maxwell ha ganado varios premios literarios, me resultaron extraños los errores encontrados. Confieso que al principio le eché la culpa a una mala traducción, pero después descubrí que Megan Maxwell es española. Supongo que no le da tiempo a revisar y corregir sus obras dado el ritmo de trabajo que debe llevar, ha habido ocasiones en que ha publicado tres libros en el mismo año… pero ¿no deberían encargarse en la editorial de hacerle la revisión de forma y de estilo?

4.    La investigación histórica es nula (o lo parece) limitándose a hechos más que conocidos.

Debo añadir que el motivo por el que, a pesar de todos estos “inconvenientes”, leí hasta la última página de Te esperaré toda mi vida, fue porque era de viajes en el tiempo (y porque la frase que da título a la novela ¡por fin! la pronuncia un hombre).

Si a vosotros os ha gustado el argumento, tenéis más sentido del humor que yo, sois capaces de leer un libro con errores y os agrada (u os resulta indiferente) que se narren cuatro o cinco escenas de sexo explícito podéis haceros con un ejemplar. Y, por supuesto, si sois fans de Megan Maxwell… ¡imagino que ya lo habréis leído! Dicen que en estos años ha evolucionado en su estilo, profundiza más en los personajes y se documenta mejor.

Imagen: Casa de libro.
Te esperaré toda mi vida. Megan Maxwell.
Imagen: Casa de libro.

jueves, 20 de junio de 2024

¿De vacaciones todo el año?

Una tarde vi Matrimonio compulsivo (2007), una mala película que no recomiendo. Entre su cúmulo de despropósitos, los personajes hacían una afirmación que me dejó pensativa e indignada a partes iguales.  ¿Qué decían? La chica perfecta estaba de acuerdo con el desastroso protagonista en que las personas que viven en un lugar de vacaciones tienen un problema o están huyendo de algo. 

Hotel en el sur de España.
Imagen: archivo personal.

Es curioso que un personaje tan impresentable como el que interpreta Ben Stiller en esta película se permita decir que es un signo de falta de madurez y un desarreglo psicológico el vivir todo el año en un sitio de veraneo. Los guionistas deben pensar que los lugares que se convierten en destino turístico son parques temáticos donde no vive nadie y que no tienen trabajadores, sino personas de vacaciones cuyo hobby es limpiarte la habitación, hacerte la comida o los cócteles.

Playa repleta de gente.
Imagen: Pinterest
¿Por qué tomarse en serio un diálogo de una mala película? Porque lo he oído muchas veces en la vida real, parece que es una idea que comparten bastantes personas y que fomentan quienes se jactan de vivir en estos lugares dando a entender que están de vacaciones todo el año. Flaco favor están haciendo con esos comentarios.

No, no estamos de vacaciones todo el año. Y, aunque no me dedico al sector, sé que la hostelería es un trabajo duro. Sencillamente, hay mucha gente trabajando para que tú te diviertas. Para millones de personas el verano, la navidad, los puentes… son las épocas de mayor trabajo del año. Ellos no tienen verano, por mucho que vivan en Miami, Acapulco, Hawái, Benidorm o Ibiza. Tienen jornadas maratonianas sirviendo mesas, limpiando habitaciones de hotel, recogiendo basura, manteniendo jardines y piscinas, cuidando playas y parajes naturales, llevándote a tu destino en cualquier medio de transporte o gestionando todos los servicios. Personas de a pie, que nunca se podrán pasar el mes de agosto tumbadas en una playa, porque están trabajando al 100%. Y quienes no nos dedicamos a la hostelería también trabajamos, aunque vivamos en Alicante, Barcelona, Málaga o Mallorca. Aunque muchos no lo hayan pensado, en agosto el mundo no se para: hospitales, fuerzas del orden, oficinas y servicios de todo tipo siguen trabajando y abren también los fines de semana…

Camarero trabajando.
Imagen: Pinterest.

Esos lugares turísticos, en su inmensa mayoría, son ciudades antiguas habitadas desde antes de que existiera el turismo. Tenemos nuestros barrios, escuelas, zonas deportivas, centros de salud, carreteras y todas las infraestructuras necesarias para que sigamos haciendo nuestra vida corriente, como la haces tú en tu ciudad. La diferencia es que en verano la población se duplica o triplica con los problemas que eso conlleva. Habrá quien diga que estas localidades viven del turismo. Sí, en muchos casos es el principal motor de la economía, pero no el único. Por ese motivo, también hay que cuidarlo. Cuidar de las zonas turísticas, de las ciudades, de sus playas, de sus parajes naturales, de sus monumentos. Algunos turistas, al creer que están en un parque temático sin habitantes con vida personal que tienen que madrugar para ir al trabajo todos los días, se comportan como no lo harían en su lugar de residencia habitual. Las localidades y sus habitantes merecen respeto.

Los lugares de vacaciones son ciudades vivas y con mucha historia a sus espaldas. Hablo de lo que conozco, en España ciudades pobladas desde la prehistoria: Alicante, habitada de forma estable por los íberos desde el siglo III a.C. ; Cádiz, fundada por los fenicios alrededor del año 1.100 a.C. y habitada desde entonces es la ciudad más antigua del continente europeo; Ibiza, ciudad Patrimonio de la Humanidad, poblada por íberos, fenicios y griegos, fundada como Ibosim por los cartagineses o Málaga, fundada como Malaka por los fenicios en el año 800 a.C.

Vistas de Cádiz.
Imagen: archivo personal.

Algunos de los destinos turísticos son Patrimonio de la Humanidad pero están en riesgo de perder su título. Podemos tomar como ejemplo a Venecia: fundada en el año 421 d.C. y levantada en una lucha continua que evite su hundimiento en la laguna. Una interesante historia de 1.600 años repleta de batallas que la convirtió en un imperio marítimo, con sus demostraciones de poder político a través de las armas y de prestigio a través del arte. Una ciudad lúdica que celebra unos de los carnavales más famosos del mundo, con una de las basílicas más emblemáticas, los puentes más bonitos, los paseos más románticos en góndola. Lugar, que sin embargo, lleva décadas expulsando a sus vecinos, que habitaron la ciudad durante generaciones y que tienen que marcharse por la presión turística, y sienten que la Serenissima se ha convertido en un parque temático en peligro de morir de éxito donde ya se cobra entrada para limitar la afluencia de turismo y el deterioro. La UNESCO ha presionado para que se prohíba la entrada de los grandes cruceros que dañan la estructura urbana. 

Se requiere un cambio de modelo turístico que sea respetuoso con el entorno, el patrimonio y sus habitantes.

 

Góndolas en Venecia.
Imagen: archivo personal.

lunes, 6 de mayo de 2024

Himno a la alegría de Beethoven. Bicentenario.

El 7 de mayo de 1824 se produjo la mayor ovación que haya podido escucharse en el Teatro Imperial de Viena. Estaba repleto de personas exultantes de alegría que se pusieron en pie, aplaudieron emocionados y agitaron pañuelos, como se hacía en la época ante algo sublime. El compositor de la sinfonía y director de orquesta permanecía de espaldas, sin oír nada. Levantó la cabeza de su partitura y miró a los músicos. Éstos le hacían gestos para que se girara a contemplar el entusiasmo que había generado. Entonces, Beethoven, se volvió hacia los espectadores y corroboró que habían comprendido que su Novena Sinfonía era concordia, hermandad y paz, un himno a la alegría que legar al mundo. Ese día histórico cambió el rumbo de la música.

Imagen: Copilot (generador de imágenes por I.A.)

Corría el año 1785 cuando el poeta alemán Friedrich von Schiller escribió Oda a la libertad, para, según sus palabras, darle un «beso al mundo». Pero la censura movió sus hilos y Schiller tuvo que cambiarle el título por Oda a la alegría. Beethoven compartía los ideales Ilustrados y conocía el poema. Aquel era el tiempo de las revoluciones y de la lucha por la libertad.

Pasados los años, Europa ya se encontraba exhausta por tantas guerras y anhelaba la paz. Beethoven vivía entonces un duro momento personal que lo mantuvo retirado de la vida pública 12 años. Aún tenía que aceptar y aprender a vivir con su sordera. Cuando se recompuso pudo comprobar que había llegado a un grado de unión y comprensión de la música tan grande que no necesitaba oírla, sus vibraciones le hacían sentir cada acorde, resonaban en su mente. Volvió al trabajo y mientras componía, le surgió la necesidad de lanzar un mensaje profundo y filosófico al mundo, de hacerle un «regalo». Y este regalo fue su obra cumbre, una sinfonía que escribiría desde su sordera, pero que hacía vibrar su alma: la Sinfonía n.º 9. Nunca la pudo oír, como tampoco pudo escuchar la ovación del público el día de su estreno.

Tristemente, aquella fue su última obra, ya que la muerte lo sorprendió cuando se encontraba componiendo el primer movimiento de la que debería haber sido su Sinfonía n.º 10.

El Himno a la alegría es el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Lugwig van Beethoven. Un canto a la esperanza, hermandad, paz y alegría. Tuvo la genialidad de incluir solistas y coral por primera vez en una sinfonía y la letra era el poema de Schiller con alguna variación introducida por el propio Beethoven:

¡Amigos! ¡Esos ruidos no! Entonemos sonidos agradables y llenos de alegría. ¡Alegría! Alegría, bella chispa divina. Hija del Elíseo. Ebrios de alegría entramos en tu santuario celestial. Tu magia ata los lazos que la rígida sociedad rompió; Y todos los hombres serán hermanos. Donde tus suaves alas se posen.

Hoy, doscientos años después, incluso las personas que no escuchan música clásica, reconocen la Oda a la Alegría porque la han oído en alguna de sus múltiples versiones. En 1969 se lanzó Himno a la alegría con arreglos de Waldo de los Ríos, interpretada por una orquesta de cien músicos y cantada por Miguel Ríos. Él mismo la grabó también en inglés como «A song of joy» logrando gran éxito y convirtiéndose rápidamente en número uno en multitud de países de todo el mundo, incluido Estados Unidos donde se convirtió en un himno pacifista.

Los organismos germen de la Unión Europea lo tuvieron muy claro: la Oda a la alegría de Beethoven debía ser su himno y lo fue oficialmente en 1972, después de que Herbert von Karajan realizara los arreglos musicales necesarios. En 1985, la antigua Comunidad Económica Europea, luego Unión Europea, lo adoptó como himno.

Pero la Oda a la alegría de Beethoven ha tenido muchas otras versiones como las de El Consorcio, Pitingo, Albano o Il Divo. En 2020 los músicos de la Orquesta Filarmónica de Roterdam interpretaron una versión desde sus casas en plena cuarentena por la pandemia de Covid-19 que había interrumpido los festejos en Viena y Bonn por el 250 aniversario del nacimiento del genial compositor. En 2021 se hizo en España una nueva versión con Miguel Ríos y otros cantantes como homenaje a la labor de los sanitarios y en memoria de las víctimas de la pandemia.

El mensaje que Beethoven regaló al mundo ha pasado de generación en generación y Oda a la alegría es hoy el himno de casi 450 millones de personas en Europa.

Oda a la alegría. Cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Beethoven.
Youtube.

jueves, 18 de abril de 2024

El día del libro y la confusión del 23 de abril.

Ya llega el día del libro. La fecha se alarga comercialmente: primero fue un día, luego una semana y ya hay quien dice que es un mes. Da igual, los amantes de los libros no necesitamos una excusa para leer. Ya reflexionamos sobre ello hace una década en este blog.

En aquella ocasión contamos que en 1995 la UNESCO estableció el 23 de abril como Día Mundial del Libro, aunque no todos los países lo celebren en esa fecha. Entre los argumentos que inclinaron la balanza hacia ese día se encuentra una curiosa coincidencia: el fallecimiento el 23 de abril de 1616 de Cervantes, Shakespeare y el Inca Garcilaso, tres grandes de la literatura. Un hecho tan sorprendente como forzado.

Imagen: Copilot (generador de imágenes por I.A.)

Es cierto que hubo pocos días de diferencia entre las muertes de estos literatos, pero el destino no fue tan exacto. El Inca Garcilaso murió entre el 22 y el 24 de abril, no se sabe el día concreto. Pero Cervantes y Shakespeare no se marcharon de este mundo en la misma fecha.

La idea parte de Victor Hugo, él fue el primero que destacó esta extraordinaria casualidad, como si el destino hubiese decidido privarnos de un plumazo de las dos piezas clave de la literatura en inglés y en español. Nadie dudó de la palabra del insigne escritor y nadie investigó. La UNESCO lo dio por válido y ha quedado como una leyenda literaria que la mayoría de la gente cree.

Sí, la historia recoge que Cervantes y Shakespeare murieron el 23 de abril de 1616… pero no era el mismo día. Además, en España se tenía la costumbre de poner como fecha del fallecimiento el día del entierro y éste se llevaba a cabo durante la jornada siguiente a la defunción. Es decir, que realmente, Cervantes murió el 22 de abril de 1616. Shakespeare sí falleció el 23 de abril, pero aquel día, en España, Portugal o Italia, no era 23 de abril… Y ¿esto cómo puede ser?

Durante mucho tiempo el mundo occidental se rigió por el llamado calendario juliano (por Julio César) que era 11 minutos más largo que el calendario solar. Al principio todo fue bien, pero con el paso de los siglos hubo un desfase. La acumulación de esos 11 minutos ya sumaba 10 días de diferencia entre el año solar y el juliano. El Papa Gregorio XIII se dio cuenta de que había que reformar el calendario y encargó los estudios astronómicos pertinentes. El 24 de febrero de 1582, promulgó la Bula Inter gravissimas. Ese mismo año pudieron confirmar que estaban en lo cierto, porque cuando se produjo el equinoccio de primavera, en el calendario vigente no era 21 de marzo. Cuando el rey Felipe II tuvo noticia de esta bula decidió emitir el Decreto del 29 de septiembre de 1582 donde se ordenaba que: «el quinto día del mes de octubre pasara a ser el decimoquinto». Así que en los países católicos y en los que Felipe II era rey, el día siguiente al 4 de octubre de 1582 no fue el 5, sino el 15. Diez días desaparecieron.

Imagen: Copilot.

Por supuesto, los países que no debían obediencia ni al Papa, ni al rey español, no hicieron caso ni de la bula, ni del decreto. Para ellos, al día 4 le siguió el 5, como siempre. Y, aunque las evidencias demostraban que el calendario gregoriano era más acertado que el juliano, durante mucho tiempo se negaron a adoptarlo. Reino Unido se resistió bastante, aunque no llegó al extremo de Grecia y Rusia que esperaron al siglo XX para sincronizarse con el resto de países.

En Reino Unido se estableció en 1752 y, para hacerlo, también tuvieron que «borrar» días: al miércoles 2 de septiembre le siguió el jueves 14 de septiembre.

En 1616 España se regía por el calendario gregoriano y el fallecimiento de Cervantes quedó inscrito como el 23 de abril, pero Reino Unido se regía por el calendario juliano así que la muerte de Shakespeare quedó registrada con la misma fecha. Pero no eran el mismo día. El 23 de abril de 1616 del calendario juliano era el 3 de mayo del calendario gregoriano. Así que no, Cervantes y Shakespeare no murieron el mismo día, aunque en la documentación pueda parecer que sí.

Imagen: Copilot.


lunes, 18 de marzo de 2024

El milagro de la luz.

En nuestro mundo tecnológico miramos al futuro y, frecuentemente, relegamos el pasado a un rincón, como un conjunto de objetos viejos, mitos extintos y cuentos fantasiosos. En nuestro mundo tecnológico, es corriente, subestimar los conocimientos de nuestros antepasados, imaginándolos atravesando la fina línea que separa la lógica de la superstición. En nuestro mundo tecnológico nadie cree en los milagros.

Sin embargo, en más de un centenar de lugares que se mantienen en pie desafiando el paso de los siglos, sigue produciéndose un milagro fruto de la sabiduría ancestral. En vetustas construcciones de piedra, matemáticas, astronomía, simbolismo y espiritualidad se repite, cada equinoccio y solsticio, el milagro de la luz. Nada hay de azar en la fecha, ni en el fenómeno. Ocurre en los días que marcan los cambios de estación y que tradicionalmente se asocian a finales y principios de ciclos. El día señalado, un rayo de sol entra por un lugar concreto de la construcción (una puerta, un ventanal, una vidriera) y se desliza hasta alcanzar el sitio sagrado.

Iglesia de Santa María (Santa Marta de Tera). Wikipedia. Autor:Canaidu

El milagro de la luz en la iglesia de Santa Marta de Tera (Zamora) se produce cada equinoccio de primavera y de otoño a las 8 de la mañana (hora solar).
Foto: Wikipedia. Autor: Canaidu

Nunca sabremos la cantidad de rincones del mundo donde se producía este acontecimiento, porque muchos habrán sucumbido ante el tiempo o ante el progreso experto en demoler «piedras viejas». Pero aún podemos ser testigos de este hecho que, aunque calculado, no deja de ser mágico.

En España se cuentan por decenas los lugares donde podemos acudir a presenciar el milagro de la luz. Así que preparemos nuestra mochila, nuestra capacidad de asombro, nuestra sensibilidad y abramos la mente para aceptar que, incluso en los albores de la humanidad, poseían más conocimientos de lo que sospechábamos.

En el Camino de Santiago tenemos varios de los ejemplos más importantes del milagro de la luz. Y, probablemente, es el monasterio románico de San Juan de Ortega (Burgos) el más popular. Su iglesia San Nicolás de Bari es el lugar del prodigio: cada 21 de marzo y 21 de septiembre, a las cinco de la tarde, un rayo de sol entra por un ventanal e ilumina, durante cinco minutos, un capitel concreto entre todas las columnas. La luz se va desplazando por cada una de las tres escenas que representa el relieve para contarnos una historia sagrada: la Anunciación de la Virgen, la Visitación y la Natividad. Es de imaginar la impresión que aquello producía en los fieles: la luz daba vida al relieve de la Virgen y lanzaba un mensaje espiritual que se convertía en algo mágico. Aquello era fruto de los conocimientos astrofísicos de los canteros, una lección que fue olvidándose con el paso del tiempo.

San Juan de Ortega (Burgos) Foto: Wikipedia. Autor: Miguel Martín Camarero
Milagro de la luz en el capitel del ciclo de la Natividad (San Juan de Ortega, Burgos)
Foto: Wikipedia. Autor: Miguel Martín Camarero 

Aunque parezca extraño muchos milagros de la luz fueron enterrados bajo la creencia en una Edad Media oscura y bárbara. Hubo que esperar a la década de 1970 para que se redescubriera lo que ocurría en San Juan de Ortega cada equinoccio. Y cada año se encuentran más milagros de la luz.

Quizá el más reciente sea el de la iglesia de San Martín de Briviesca (Burgos). También se produce el día de la Anunciación, la luz divina toca a María, nueve meses antes de que llegue la Navidad y para los creyentes Jesús es la luz del mundo. Realmente ocurre dos veces al año, en los equinoccios. En el caso de San Martín de Briviesca la luz ilumina un púlpito. En él hay tres escenas en relieve: San Martín, la Anunciación y una sirena (en el Apocalipsis el mar es símbolo del mal). El párroco descubrió el milagro de la luz en esta iglesia en 2019.

Este no es un fenómeno extraño, en unos lugares ocurre en los equinoccios, en otros también en los solsticios y a veces en fechas señaladas del calendario como el milagro de la luz que se produce en la catedral de Santiago de Compostela cada 25 de marzo, 25 de julio y 30 de diciembre.

Pero no todos los milagros de la luz ocurren en iglesias… Este saber se remonta a la noche de los tiempos. Nuestros antepasados ya tenían conocimientos de lo que hoy llamamos arqueoastronomía y sabían distinguir en qué fechas los días y las noches tenían la misma duración o cuando comenzaban y acababan las estaciones. El astro rey marcaba los ciclos del año, las cosechas y la espiritualidad, creemos que esta es la razón por la que muchas construcciones megalíticas están orientadas hacia la salida del Sol.

www.youtube.com/@ANTEQUERAOCULTA
La luz recorre el pasillo del dolmen de Viera (Antequera) deteniéndose en el escalón que marca la entrada a la cámara funeraria en los equinoccios de primavera y de otoño.
Foto cortesía de Miguel Ángel Varo.
www.youtube.com/@ANTEQUERAOCULTA

En el santuario íbero-romano del yacimiento de Torreparedones (Córdoba), durante los equinoccios y solsticios un rayo de luz señala la columna-calendario solar.

El milagro del Sol lo llaman en Trigueros (Huelva). En el amanecer de los equinoccios, un rayo de sol ilumina el corredor del dolmen de Soto (3000 a. C.) hasta alcanzar una losa de roca volcánica.

En el Sitio de los dólmenes de Antequera (Málaga), conjunto megalítico datado alrededor del 4000 a. C., el fenómeno descrito anteriormente se conoce como Las Celebraciones del Sol. En este lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad, solo el dolmen de Viera está orientado hacia el Sol. En él puede contemplarse, durante el amanecer equinoccial de primavera y el de otoño, cómo el orto solar inunda el corredor pero se queda en el escalón de la cámara mortuoria dejándola en penumbra para efectuar los ritos sagrados de la luz. Esto simboliza el tránsito de la vida a la muerte, de la luz a la oscuridad. El acontecimiento vuelve a tener lugar durante el solsticio de verano, pero esta vez en el dolmen de Menga, mientras que podremos verlo en el solsticio de invierno en el tholos de El Romeral.

El simbolismo de la luz como algo sagrado viene heredado de aquellos tiempos remotos, marca la espiritualidad del Medievo y llega hasta nuestro mundo tecnológico donde aún somos capaces de comprender el mensaje que nos legaron. Solo necesitamos saber mirar.

La luz recorre el pasillo del dolmen de Viera en Antequera (Málaga) en el equinoccio.
Vídeo cortesía de Miguel Ángel Varo. 

jueves, 1 de febrero de 2024

Día de la Marmota: de la antigüedad a la cultura pop.

La predicción del tiempo ha sido siempre de vital importancia para la humanidad. Desde hace milenios hemos ideado formas de intentarlo, ya fuera a través de ritos mágicos, religiosos o a base de una observación concienzuda de la naturaleza.

Dicen algunos expertos que los antiguos romanos, a principios de febrero, llevaban a cabo un ritual con erizos para hacer sus vaticinios meteorológicos. Los cultos paganos se cristianizaron y fue con la caída del Imperio Romano cuando se fijó el 2 de febrero como una de las fiestas de la luz que se celebraban a lo largo del año. En España teníamos la leyenda de la importancia de ver el sol en esa fecha. Ese día, en Europa se ponían velas encendidas en las ventanas y se hacían candelas para celebrar una de las festividades cristianas más antiguas dedicadas a la Virgen: la Candelaria. Cuarenta días después de Navidad tuvo lugar, según la Biblia, la presentación de Jesús en el Templo y la Purificación de la Virgen.

En Alemania el 2 de febrero siguieron haciendo sus predicciones del tiempo con erizos: si el animalito veía su sombra el invierno sería largo. Los emigrantes alemanes exportaron esta curiosa tradición a América en el siglo XVIII. No encontraron erizos, así que convirtieron en «meteoróloga» a la marmota, animal que sale de su hibernación en esas fechas.

Imagen: themovingpicturereview.wordpress.com
Cartel de la película que convirtió en
fenómeno internacional la tradición granjera.
Imagen: themovingpicturereview.wordpress.com

La tradición dice que si el día 2 de febrero la marmota ve su sombra el invierno durará seis semanas más, pero si no ve su sombra saldrá de su madriguera porque la primavera llegará pronto. ¿Estará el día nublado o soleado?

En muchas localidades españolas se celebraba a lo grande la Candelaria, pero de las predicciones del tiempo con marmotas sabíamos muy poco. Solo podemos encontrarnos con este animalito en los Pirineos. Hasta que llegó el hombre del tiempo con su mapa y la información de las estaciones meteorológicas estuvieron en nuestras manos (y en nuestros móviles) el refranero era el que nos decía: «Cuando el grajo vuela bajo...», «Por San Blas, la cigüeña verás» y otros muchos saberes populares condensados en una frase.

En Estados Unidos y Canadá, cada 2 de febrero, más de una docena de municipios sacan de su madriguera a su marmota «meteoróloga» para preguntarle si ve su sombra. Esta tradición llevada a Pensilvania por los alemanes en 1700 y aparecida en prensa por primera vez en 1886, se volvió un fenómeno conocido internacionalmente a raíz del estreno en cines de Groundhog Day (1993) traducida como Atrapado en el tiempo en España y como El Día de la Marmota en latinoamérica. Dirigida por Harold Ramis y protagonizada por Bill Murray y Andie MacDowell, la película cuenta la historia de un meteorólogo y su equipo que tienen que desplazarse hasta Punxsutawney (Pensilvania) para retransmitir por televisión el pronóstico de la marmota Phil. El gruñón protagonista se despierta a la mañana siguiente y descubre que vuelve a ser 2 de febrero: ha quedado atrapado en el Día de la Marmota y se ve obligado a repetirlo una y otra vez sin conocer el motivo y sin saber cómo detenerlo. Catalogada como comedia romántica, la historia se narra en clave de humor, sin que falten momentos dramáticos y algunos quieren ver en ella connotaciones filosóficas y religiosas. Atrapado en el tiempo es un clásico del cine de los 90 y forma parte de la cultura pop. Además la expresión «el día de la marmota» se ha colado en el lenguaje popular, tanto dentro como fuera de Estados Unidos, con el significado de algo monótono que se repite constantemente.

Escena de "Atrapado en el tiempo". 
Phil retransmite en directo el vaticinio de la marmota
 sobre la duración del invierno... una y otra vez.
Imagen: youtube.

La marmota Phil es la más famosa del mundo. Cada 2 de febrero recibía varios cientos de visitantes, pero al año siguiente del estreno de la película se reunieron en Punxsutawney 35.000 personas para celebrar el Día de la Marmota. El festival de esta localidad de Pensilvania sigue siendo multitudinario y está plagado de eventos que pueden consultarse en su web. Los organizadores aseguran que Phil siempre acierta en sus vaticinios, pero admiten que puede haber algún error de interpretación cuando les susurra si ha visto o no su sombra...

Marmota.
Imagen: flickr


jueves, 18 de enero de 2024

Los cuatro pueblos.

Había una vez cuatro pueblos que compartían la misma región aunque cada uno de ellos pertenecía a un país. En el pasado habían tenido sus problemas, incluso batallas, pero ya hacía mucho tiempo que vivían en paz.

Una mañana un pitido estridente recorrió las calles del municipio Este. Nadie sabía qué era aquel desagradable sonido. Paralizó de estupor a sus habitantes  e hizo que las poblaciones vecinas otearan el horizonte preguntándose qué ocurría. Aunque llegaba mitigado por la distancia, también los pueblos Norte, Sur y Oeste lo oyeron.

Imagen: Pinterest

Un anciano recorrió la polvorienta calle hasta aproximarse al foco de todo. Allí descubrió, medio escondido entre anticuado cableado eléctrico y capas de pintura, un altavoz. Sorprendido comprendió que aquello debía ser una de las sirenas antiaéreas de las que le había hablado su abuelo y que, evidentemente, aún funcionaba.

¡Todos al refugio! gritó repitiendo la exclamación que utilizaba su yayo cuando le contaba viejas batallitas.

Sus vecinos lo miraron confusos. No tenían refugio y, si alguna vez lo tuvieron, no sabían dónde estaba. El zumbido de decenas de motores delataron que se aproximaban aviones hostiles. Cuando el estruendo de las explosiones y el humo comenzaron a desaparecer pudo verse la triste realidad: casas destruidas y personas muertas.

Aturdidos y sin comprender cómo había ocurrido aquello corrieron a rescatar a los heridos y llevarlos al médico que se vio desbordado.

Los pueblos vecinos vieron horrorizados cómo los bombarderos se lanzaban contra la localidad cercana.

¡Vamos a ayudarles!dijo el médico de Sur.

¿Será buena idea?se preguntaron varias personas—. Pertenecen a otro país y, quizá, meternos en el asunto traería consecuencias a nuestro pueblo.

Los murmullos hicieron ver al doctor que sus vecinos preferían mantenerse neutrales. Él, sin embargo, no podía quedarse allí impasible. Cogió su maletín, subió a su destartalado coche e hizo lo que le dictaba su conciencia: acudir al lugar de la catástrofe para ayudar al médico de Este a salvar vidas. Tuvo que parar en mitad del camino al descubrir que las sirenas sonaban ahora en su pueblo. Se escondió entre la vegetación hasta que todo pasó. Ahora Este y Sur estaban afectados y optó por atender a sus propios vecinos heridos. Cuando entraba en su pueblo pudo oír la alarma de Norte.

Todos estaban sorprendidos de que los sistemas antiaéreos aún funcionaran tras más de cien años sin uso y eran conscientes de que muchos habían salvado la vida gracias a ello.

Mientras los médicos trabajaban a destajo y los voluntarios ayudaban en lo que podían, los alcaldes de los tres pueblos informaron a sus respectivos gobiernos de lo ocurrido. Los habitantes de Oeste ni se inmutaron porque estaban seguros de que a ellos no los bombardearía nadie.

Los tres ediles recibieron la misma respuesta: no tenían enemigos y no había habido declaración de guerra alguna. Pero las instrucciones que llegaron desde Defensa fueron distintas: a los alcaldes de Este y Sur les aseguraron que estaban haciendo averiguaciones, que la diplomacia ya se había puesto en marcha y que, llegado el caso, el ejército sería movilizado. Sin embargo, al consistorio de Norte le dijeron que cualquier respuesta violenta agravaría el asunto y que todo se solucionaría por sí solo si no hacían nada al respecto. 

Cuando el alcalde de Norte les comunicó a sus paisanos la decisión, éstos la aceptaron porque, al fin y al cabo, eran muy pocos los muertos y los heridos evolucionaban favorablemente. La única voz disonante fue la del doctor que juzgo aquella actitud de temeraria y les aseguró que costaría muchas vidas. Y tenía razón, porque los aviones volvieron.

Cualquier día os atacaránle advirtió el alcalde de Sur al de Oeste. Míranos, no medió provocación alguna, simplemente nos bombardearon sin motivo.

Eso no nos pasará a nosotrosrespondió el alcalde de Oeste fingiendo que no oía cómo habían empezado a sonar las sirenas en su pueblo.

Los habitantes de Este y Sur recuperaron sus refugios. Dormían vestidos y tenían una mochila con lo indispensable junto a su cama. Cada vez que sonaba la alarma acudían al refugio que había salvado la vida de sus antepasados.

Norte no se preocupó de buscar el suyo. Hablaban más de la molestia que suponía la sirena que de los bombardeos. Tan enfadados estaban que decidieron ignorarla. El día que uno de sus vecinos fue con una escalera y un martillo a destruir la alarma todos aplaudieron y se fueron al bar a celebrarlo. Las protestas del médico se vieron ahogadas por un nuevo ataque, que sorprendió a la población tomando cerveza y, ni siquiera esto, les hizo abandonar su jarra.

En Oeste, tras sufrir la agresión, construyeron un refugio nuevo, pero cada vez acudía menos gente. Los paisanos tenían la certeza de que la situación les estaba robando su tranquilidad y su modo de vida. Un grupo numeroso se congregó en la plaza y exigió al alcalde y al médico que les devolvieran su libertad y se terminara ya esa farsa.

¿De qué farsa habláis? Después de cada bombardeo tenemos que enterrar a varios vecinos y en el dispensario ya no caben más heridos…—dijo el doctor.

Pero los ataques se están espaciando suavizó el alcalde— y cada vez vienen menos aviones. Ahora muchos son de reconocimiento.

No es ciertointervino un paisano—. El número de bombas es el mismo, solo que ya no las contáis.

—Ya hemos perdido la cuenta... ¿para qué seguir contando?replicó otro empujando al primero.

Lo sucedido en Norte y en Oeste hizo que la gente de Sur empezara a preguntarse si ellos también se estaban viendo privados de su libertad con la excusa de la guerra y si era cierto que cada vez había menos caídos. El médico y el alcalde de Sur llamaron a la prudencia y a la responsabilidad, pero la desobediencia fue en aumento.

El doctor se afanaba por curar a los heridos, pero cada vez acudían menos a su consulta. El primer ejemplo fue un vecino al que la onda expansiva lanzó contra una pared provocándole una herida en la pierna. Aunque sangraba, no dejó que el médico lo examinara porque, según dijo, el cuerpo se curaba solo.

En Este no se toleró semejante indisciplina y se exigió a la población respetar la megafonía y acudir al refugio inmediatamente.

Un día llegó a Sur un extraño. Unos pensaron que era turista y otros, reportero. Los comerciantes del pueblo respiraron aliviados, aunque sus vecinos volvían a visitar las tiendas y los bares, necesitaban a los turistas para poder sobrevivir. Los paisanos deseaban que fuera periodista para que se hiciera eco de lo que ocurría. Pronto descubrieron que ni turista, ni reportero, era un tipo raro que no hablaba con nadie. Lo dejaban dormir en el trastero del viejo Cosme, lo único que había quedado en pie desde que una bomba destruyera su casa y lo mandara al cementerio.

El extranjero parecía complacerse al ver que la mitad de la población no hacía ya caso a la sirena e, igual que ellos, no acudía al refugio cuando sonaba, pero nunca resultaba herido. De tanto verlo por allí se familiarizaron con él y lo apodaron Tito.

Pasado un tiempo Oeste declaró que la guerra había acabado e hicieron una fiesta para celebrarlo. A los pocos días sufrieron otro bombardeo, pero nadie rectificó. Se había declarado la paz unilateralmente y así lo adoptaron Norte y Sur. En Este la gente se reveló exigiendo que se les permitiera vivir como en los pueblos vecinos, estaban hartos de dormir vestidos y de llevar mochilas. Ya no tenía sentido, había llegado la paz. Se les otorgó lo que deseaban.

La vida volvió a la normalidad en todas partes. Se desactivaron las pocas sirenas que quedaban en funcionamiento. De vez en cuando la aviación enemiga sobrevolaba la comarca, soltaba algunas bombas aleatoriamente y se esfumaba sin que la gente le diera demasiada importancia. Argumentaban que, como aquella situación se había alargado, tenían que convivir con ella y que nadie se moría antes de que le llegara su hora, ni siquiera Casandra. La nombraban a ella porque fue la primera de una oleada creciente de personas que imaginaban dolencias. Tras una explosión Casandra acudió al dispensario con el brazo ensangrentado. El médico, ya cansado y anhelando la paz, le dijo que aquello no era nada.

Me ha alcanzado la metralla de la bombarepuso ella mostrando trozos de metal incrustados en su carne Tiene usted que extraerme las esquirlas.

¿Quién es aquí el médico? se ofendió— Son los nervios, te daré algún tranquilizante suave.

Tito los observó de lejos complacido. Luego dirigió sus pasos hacia el extremo de la plaza donde Pepe estaba cargando mercancía en su furgoneta y le puso la mano en el hombro. Fue un gesto rápido, apenas un roce que le permitió alejarse rápidamente. Pepe se desplomó fulminado sin que el doctor pudiera hacer nada por él.

¡Ha sido Tito! gritó CasandraLo he visto. Es la infantería, es el enemigo que ya no necesita aviones para atacarnos.

—Pobre Casandra, no acepta que hace tiempo vivimos en paz. Se ha vuelto loca—concluyó una de las vecinas mirándola con pena sin percatarse de que Tito sonreía escondido tras la esquina.

Había una vez cuatro pueblos que compartían la misma región, cuatro pueblos que firmaron unilateralmente la paz mucho antes de que acabara la guerra y que tuvieron que convivir con muchos paisanos que aseguraban tener secuelas de algo que ya nadie recordaba.

© MJ

Imagen: Pinterest. Creada para OMS.