El 7 de mayo de 1824 se produjo
la mayor ovación que haya podido escucharse en el Teatro Imperial de Viena.
Estaba repleto de personas exultantes de alegría que se pusieron en pie,
aplaudieron emocionados y agitaron pañuelos, como se hacía en la época ante
algo sublime. El compositor de la sinfonía y director de orquesta permanecía de
espaldas, sin oír nada. Levantó la cabeza de su partitura y miró a los músicos.
Éstos le hacían gestos para que se girara a contemplar el entusiasmo que había
generado. Entonces, Beethoven, se volvió hacia los espectadores y corroboró que
habían comprendido que su Novena
Sinfonía era concordia, hermandad y paz, un himno
a la alegría que legar al
mundo. Ese día histórico cambió el rumbo de la música.
Imagen: Copilot (generador de imágenes por I.A.) |
Corría el año 1785 cuando
el poeta alemán Friedrich von Schiller escribió Oda a la libertad,
para, según sus palabras, darle un «beso al mundo». Pero la censura movió sus
hilos y Schiller tuvo que cambiarle el título por Oda a la alegría.
Beethoven compartía los ideales Ilustrados y conocía el poema. Aquel era el
tiempo de las revoluciones y de la lucha por la libertad.
Pasados los años, Europa
ya se encontraba exhausta por tantas guerras y anhelaba la paz. Beethoven vivía
entonces un duro momento personal que lo mantuvo retirado de la vida pública 12
años. Aún tenía que aceptar y aprender a vivir con su sordera. Cuando se
recompuso pudo comprobar que había llegado a un grado de unión y comprensión de
la música tan grande que no necesitaba oírla, sus vibraciones le hacían sentir
cada acorde, resonaban en su mente. Volvió al trabajo y mientras componía, le
surgió la necesidad de lanzar un mensaje profundo y filosófico al mundo, de
hacerle un «regalo». Y este regalo fue su obra cumbre, una sinfonía que escribiría
desde su sordera, pero que hacía vibrar su alma: la Sinfonía n.º 9.
Nunca la pudo oír, como tampoco pudo escuchar la ovación del público el día de
su estreno.
Tristemente, aquella fue
su última obra, ya que la muerte lo sorprendió cuando se encontraba componiendo
el primer movimiento de la que debería haber sido su Sinfonía n.º 10.
El Himno a la alegría es
el cuarto movimiento de la Novena
Sinfonía de Lugwig van
Beethoven. Un canto a la esperanza, hermandad, paz y alegría. Tuvo la
genialidad de incluir solistas y coral por primera vez en una sinfonía y la
letra era el poema de Schiller con alguna variación introducida por el propio
Beethoven:
¡Amigos! ¡Esos ruidos no! Entonemos sonidos agradables y llenos de alegría. ¡Alegría! Alegría, bella chispa divina. Hija del Elíseo. Ebrios de alegría entramos en tu santuario celestial. Tu magia ata los lazos que la rígida sociedad rompió; Y todos los hombres serán hermanos. Donde tus suaves alas se posen.
Hoy, doscientos años después, incluso las personas que no escuchan música clásica, reconocen la Oda a la Alegría porque la han oído en alguna de sus múltiples versiones. En 1969 se lanzó Himno a la alegría con arreglos de Waldo de los Ríos, interpretada por una orquesta de cien músicos y cantada por Miguel Ríos. Él mismo la grabó también en inglés como «A song of joy» logrando gran éxito y convirtiéndose rápidamente en número uno en multitud de países de todo el mundo, incluido Estados Unidos donde se convirtió en un himno pacifista.
Los organismos germen de
la Unión Europea lo tuvieron muy claro: la Oda
a la alegría de Beethoven debía
ser su himno y lo fue oficialmente en 1972, después de que Herbert von Karajan
realizara los arreglos musicales necesarios. En 1985, la antigua Comunidad
Económica Europea, luego Unión Europea, lo adoptó como himno.
Pero la Oda a la alegría de Beethoven ha tenido muchas otras versiones
como las de El Consorcio, Pitingo, Albano o Il Divo. En 2020 los músicos de la
Orquesta Filarmónica de Roterdam interpretaron una versión desde sus casas en
plena cuarentena por la pandemia de Covid-19 que había interrumpido los
festejos en Viena y Bonn por el 250 aniversario del nacimiento del genial
compositor. En 2021 se hizo en España una nueva versión con Miguel Ríos y otros
cantantes como homenaje a la labor de los sanitarios y en memoria de las
víctimas de la pandemia.
El mensaje que Beethoven
regaló al mundo ha pasado de generación en generación y Oda a la alegría es
hoy el himno de casi 450 millones de personas en Europa.
2 comentarios:
Pues ha envejecido estupendamente.. No conocía casi nada de lo que has contado... Muchas gracias :)
Muchas gracias a ti, Beauséant. Me alegra que te haya interesado el tema. Un saludo.
Publicar un comentario
Muchas gracias por leer este blog. Deja tu comentario, por favor :-)