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jueves, 16 de febrero de 2012

Libros y escritores.


La primera entrada que escribí en este blog, hace un año, estaba dedicada a “El diario de Bridget Jones”, al libro, aunque era inevitable hablar también de la película. En esa ocasión ya mencioné que Espido Freire hizo el prólogo y habló del guiño de la autora hacía la inmortal obra “Orgullo y Prejuicio” de Jane Austen.

Jane Austen

Hace unos meses mi amiga Ángeles me prestó un libro titulado “Querida Jane, querida Charlotte” de Espido Freire, donde habla de sus experiencias personales en Inglaterra cuando acudió a investigar sobre la vida de Jane Austen y las hermanas Brontë. Es una obra muy interesante, pero tristísima, donde se narra la vida y muerte de estas notables mujeres. Espido se reafirma en la idea de que Bridget Jones está basada en “Orgullo y Prejuicio”, opinión que, modestamente, comparto con ella. Pero descubrí más cosas en el libro… Leyendo los juegos que los hermanos Brontë (Charlote, Emily, Anne y Branwell) iniciaron con unos simples soldaditos y terminaron en transformar en toda una saga de aventuras, mi imaginación me trajo a la memoria “Las Crónicas de Narnia”. Esta saga de C.S. Lewis narra las aventuras de cuatro hermanos en un país fantástico lleno de animales parlantes.

Cartel de las Crónicas de Narnia


Los cuatro hermanos Pevensie en Narnia

Volviendo a los Brontë, Charlotte y Branwell crearon un reino de grandes héroes y Anne y Emily una isla árida y fría. Estas historias los acompañarían durante toda su vida y quedarían registradas en cuadernillos y cartas, como una verdadera crónica. Ahora estos “cuentos” son conocidos por los estudiosos como “La Saga de Angria y las Crónicas de Gondal”.

Angria y Gondal.

En cuanto leí el nombre lo relacioné con “Las Crónicas de Narnia”, fue mi personalísima impresión. He buscado información en internet y diversos libros intentando averiguar si Lewis hacía mención a la historia de los Brontë o indicaba alguna relación de sus “Crónicas” con las de estos escritores. He encontrado poca información.  Puede ser que Lewis conociera las “Crónicas” de los Brontë e incluso que las hubiera leído. No sería descabellado pensar que el recuerdo de esos mundos fantásticos, de esos cuatro niños que escribían sus aventuras imaginarias, pudieran influir en la posterior obra de Lewis, al igual que las leyendas que había escuchado, las anécdotas vividas, los sueños acariciados.

Es asombroso como todo aquello que vemos, leemos y vivimos queda en nuestra mente, incluso sin que nos demos cuenta conscientemente.

Hay artistas que “beben” de las fuentes anteriores, de los libros, de las películas (en épocas actuales), de los relatos orales, de las circunstancias propias o de amigos, de los viajes, de la vida misma. Todo se mezcla en nuestra fantasía, todo influye en nuestro imaginario. Hasta un cuadro o una escultura pueden inspirar toda una obra.

 Las hermanas Brontë.

Sin embargo, hay otra clase de artistas (los menos, creo yo) que intentan aislarse en la medida de lo posible, no tener “contacto” con otras obras, con otros artistas, para no estar influenciados por nada, para que su arte sea lo más “puro” posible. No sé si lo  conseguirán, lo que sí sé es que se están perdiendo un mundo rico en belleza e imaginación que merece la pena conocer.